Sara Rus no solo era la madre de Daniel Rus, detenido desaparecido durante la última dictadura militar en Argentina, era también una sobreviviente a los horrores del fascismo ya que a los 12 años de edad, le tocó pasar por un gueto y luego por los campos de concentración nazis de Auschwitz y Mauthausen.
Por Joaquín Pérez
Por todo ello Sara Rus, dedicó sus 97 años de vida a lucha contra el fascismo y contra el olvido. Argentina, país donde creía haber encontrado refugio del horror vivido en Europa, le arrebató a su hijo, pero Sara enfrentó nuevamente a la bestia fascista con la misma fuerza que la enfrentó en el gueto en Lodz (Polonia) y posteriormente en Auschwitz y Mauthausen. Sara fue parte de la línea fundadora de Madres de Plaza de Mayo y desarrolló allí una militancia por la memoria y los derechos humanos. El 25 de marzo del 2019, dio una entrevista a la periodista Bárbara Schijman del diario argentino Pagina12, donde señaló:
«Cuando cuento mi historia, atravesada por mis vivencias de niña en Auschwitz, y por la desaparición de Daniel en manos de la dictadura militar argentina, no siento dolor, al contrario, siento una liberación. La vida me dio este motor. Si yo quedé viva después de todo el sufrimiento… Quiero contar y siento que debo contar porque ya quedamos muy pocos de los sobrevivientes. Lucho por no olvidar. Lucho por la memoria».
Nacida en Lodz (Polonia) con el nombre de Schejne Miriam Laskier (Sara María Laskier) debió con apenas 12 años enfrentar los horrores de la ocupación alemana de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, tanto en el encierro en el gueto judío de ciudad primero, como después en el campo de concentración que los nazis montaron en Auschwitz (Polonia) donde ingresó a los 15 años, junto a su madre. Luego trasladada para trabajos forzados en una fábrica de aviones Fraia, en Freiberg (Alemania), a los 16 nuevamente fue llevada al campo de concentración de Mauthausen (en Austria), donde fueron liberadas por las tropas aliadas. Sara tenía 18 años de edad al ser liberada, pesaba 26 kilos.
Tras la guerra, contrajo matrimonio con Bernardo Rus, posteriormente viajó junto a su madre y su marido a Paraguay, con el objetivo de ingresar luego a Argentina, donde tenían un tío que las recibiría.
Instalados en Buenos Aires, Sara tuvo su hijo mayor Daniel Rus el 24 de julio de 1950, 5 años más tarde tuvo a su hija, Natalia Rus.
Daniel desde pequeño fue muy estudioso, a pesar de trabajar como obrero textil en paralelo a sus estudios de física en la Universidad de Buenos Aires, se graduó como físico nuclear, comenzó a trabajar en la misma Universidad y luego en Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). El 15 de julio de 1977, Daniel Rus fue secuestrado en las inmediaciones de su trabajo: militante del peronismo revolucionario, fue visto por toros detenidos en los centros clandestinos de detención y torturas de Club Atlético y Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), permaneciendo hasta el día de hoy como detenido desaparecido.
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Desde 1978 Sara Rus ingresó a Madres de Plaza de Mayo y comenzó cada jueves a marchar por la Plaza, activa siempre hasta cuando le dieron las fuerzas, dando charlas en las escuelas para contar su historia a los niños y jóvenes, hablar de la Shoá (el Holocausto judío en manos de los nazis) y del terrorismo de Estado en Argentina.
En 2007, la escritora Eva Eisenstaedt (1940-) publicó la biografía de Sara Rus: Sobrevivir dos veces, de Auschwitz a Madre de Plaza de Mayo. El libro fue traducido al alemán y en 2010 se presentó en la Feria Mundial del Libro en Fráncfort (Alemania).
En diciembre de 2008, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner le entregó el premio Azucena Villaflor por su trayectoria en defensa de los derechos humanos.
El 4 de diciembre de 2009, el Colegio Nacional n.º 9 «Justo José de Urquiza» de Buenos Aires, institución en la que su hijo Daniel Lázaro Rus finalizó los estudios secundarios con notables calificaciones, realizó un emotivo Homenaje a la Memoria de Daniel Rus, en que se instaló en la biblioteca una placa en su memoria.
Sara Rus constituye todo un ejemplo de lucha por los derechos humanos y la memoria histórica, que sin duda trasciende a su muerte física.
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