Sebastián Acevedo sigue presente en la memoria, a 27 años de su inmolación

Active ImageFamiliares y amigos se reunieron una vez más en el frontis de la Catedral de Concepción – mismo lugar donde hace 27 años Sebastián Acevedo Becerra se inmoló a lo bonzo pidiendo conocer el paradero de sus hijos detenidos por la CNI- para recordar el gesto de amor de este padre, que se convirtió en uno de los episodios trágicos de la dictadura militar.

El lienzo de plástico negro pintado con letras blancas se desplegó sostenido por una veintena de personas instaladas en las escalinatas de la catedral de Concepción. "Que la CNI devuelva a mis hijos", se leía en él. Más de un transeúnte detuvo su paso presuroso y miró con sorpresa. "¿De qué se trata esto?". "Es algo antiguo", dijo alguien y siguió su camino.

Pasaron 27 años desde aquella tarde del viernes 11 de noviembre de 1983, cuando en el mismo lugar, Sebastián Acevedo, pidió a gritos que le dijeran dónde estaban sus hijos, que días antes habían sido detenidos por agentes de la Central Nacional de Informaciones. Estábamos en plena dictadura militar y la represión arreciaba. Sebastián temía por sus hijos, María Candelaria y Galo Fernando. Entonces, en un gesto que dejó perplejos a quienes lo observaban, se encendió fuego.

Ese dramático gesto que finalmente le costó la vida, fue el que se recordó este jueves 11 de noviembre de 2010, en Concepción. Veintisiete años después...

La cita era a las 13:00 horas, pero el acto empezó veinte minutos más tarde. Un ramo de claveles rojos fue depositado en las gradas de la Catedral. Con pintura roja se repasó una cruz que se pintó pocas horas después de su inmolación y que año a año se ha ido repintando. A su lado la frase: Sebastián Acevedo. 1983-2010.
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Integrantes del Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo, nacido en homenaje al gesto de amor de Sebastián, en diciembre de 1984, fueron los que convocaron a la actividad. Allí estaban Elena Sáez, viuda de Sebastián y sus hijas, María Candelaria y Erika.

La letanía, leída con voz temblorosa al principio, sirvió para explicar lo que se estaba recordando. La frase: "Queremos una patria sin torturadores", fue reemplazada por "Queremos una patria sin impunidad".

Algunos curiosos se congregaron a mirar y a escuchar, aunque lo que más llamó la atención fue el férreo control policial que se ejerció hacia los manifestantes. Primero un oficial de carabineros quiso saber si tenían autorización. Luego, alrededor de diez efectivos, incluido un par de funcionarios a caballo que vigilaban desde la plaza de la Independencia, se mantuvieron muy cerca.

Cuando el homenaje había concluido, una nueva escena sorprendente. Un par de carabineros se acercó a preguntar si habían sido autorizados para realizar el rayado que estaba en las gradas de la Catedral. Caras de sorpresa y la respuesta: nunca se les había preguntado algo así. Luego de algunas vacilaciones y consultas telefónicas, el asunto concluyó allí. Los manifestantes y los carabineros se retiraron, mientras en las escalinatas del templo católico quedaban las flores y el nombre de Sebastián Acevedo escrito con letras rojas...

Por M.E.Vega

Fuente: Tribuna del Bio Bio

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