Sindemia y no pandemia: se deben abordar los factores combinados que agravan la enfermedad COVID-19

En Salud

[resumen.cl] La actividad combinada de varios factores tanto metabólicos, como sociales o ambientales inciden directamente en la propagación y la mortalidad de la enfermedad COVID-19. La serie de factores de riesgo que incluyen en desarrollo de enfermedades crónicas tales como la diabetes, hipertensión y obesidad, es potenciada por las condiciones de pobreza, hacinamiento, la falta de agua y recursos, la deficiente cantidad y calidad de la alimentación, la dependencia al transporte público y la precariedad laboral que determina las condiciones de la mayor parte de la población mundial.  

 

Una editorial de la revista The Lancet publicada el pasado 26 de septiembre apunta a que la COVID-19 no es una pandemia sino una sindemia

Una sindemia o epidemia sinérgica se define como la combinación de varias epidemias o enfermedades que aumentan la severidad de esta.

Los elementos centrales de una sindemia son la concentración de la enfermedad, la interacción entre la enfermedad y sus fuerzas sociales subyacentes, según había constatado un estudio previo de 2017

El artículo editorial constata que hay 2 categorías de enfermedades que están interactuando dentro de poblaciones específicas, la primera es la propia infección por el coronavirus SARS-CoV-2 y la otra es la serie de enfermedades no transmisibles (diabetes, hipertensión, obesidad)

Estas condiciones combinadas están agrupando de acuerdo con los patrones de desigualdad que caracterizan la sociedad

El artículo señala que la agrupación de estas enfermedades en un contexto de disparidad social y económica exacerba los efectos adversos de cada enfermedad por separado.

Esto significa que abordar la COVID-19 significa abordar la hipertensión, la obesidad, la diabetes, las enfermedades respiratorias crónicas y el cáncer

Para el billón de personas más pobre del planeta, estas enfermedades representan un tercio de su carga de morbilidad.

El artículo señala que la consecuencia más importante del hecho que la COVID-19 sea una sindemia y no una pandemia radica en destacar sus orígenes sociales.

La vulnerabilidad de personas de tercera edad, de algunas etnias y trabajadores con pocos elementos de seguridad entre otros factores indica que no importa que tan efectivo sea un tratamiento o una vacuna, ya que soluciones únicamente médicas fallarían.

El artículo concluye que el cambio de visión de la COVID-19 hacia una sindemia en vez de una pandemia implica considerar la educación, el empleo, la vivienda, la alimentación y el ambiente.

 

Comunidades pobres son las más afectadas

 

En Barcelona, según datos de la Agencia de Salut Pública de Barcelona de los nuevos casos de COVID-19 registrados en la zona, la mayoría son jóvenes de entre 25 a 34 años en los barrios más empobrecidos de la ciudad.

"La epidemia se está ensañando con fuerza en los barrios barceloneses más empobrecidos, donde sus habitantes tienen trabajos más precarios, se desplazan en transporte público y carecen de viviendas adecuadas para, en caso necesario, poder confinarse" señaló Carme Borrel, directora de la citada agencia al medio La Vanguardia

La degradación ambiental, la pérdida de biodiversidad y espacios naturales, en conjunto con el empeoramiento de las condiciones de vida en las ciudades incide en el aumento o la combinación de una serie de enfermedades.

 

 

Interacción con otras patologías

Una respuesta inmunitaria hiperactiva en respuesta a la infección por el coronavirus SARS-CoV-2 puede ser causada por la obesidad, indica un nuevo estudio. Este concluye que la obesidad precisamente conduce a la desregulación de las respuestas inmunitarias innatas que pueden derivar en daño en los órganos en el desarrollo de casos severos de la enfermedad COVID-19.

Un estudio evaluó la mortalidad de los pacientes hospitalizados en Nueva Orleans. EE.UU. en función de enfermedades asociadas al síndrome metabólico (conjunto de hipertensión arterial, obesidad y diabetes). El estudio concluyó que este síndrome metabólico incrementa la mortalidad por COVID-19 en comparación con cada una de las enfermedades o comorbilidades que lo componen, al ser analizadas por si solas.

La mortalidad de la enfermedad por coronavirus de 2019 (COVID-19) es alta en pacientes con hipertensión arterial, obesidad y diabetes.

El presente estudio examinó la asociación entre la hipertensión, la obesidad, la diabetes, de manera individual y en conjunto como el denominado síndrome metabólico

El estudio fue publicado en la revista Diabetes Care y se encuentra disponible para su descarga gratuita.

 

COVID-19 y contaminación del aire

Los factores que pueden incrementar el riesgo de muerte por este nuevo coronavirus son las enfermedades preexistentes como la hipertensión o diabetes, cáncer o enfermedades respiratorias crónicas. Junto a estas, también se encuentran en riesgo las personas quienes viven en zonas expuestas por largos periodos a la contaminación del aire.

Un equipo de la Universidad de Harvard investigó si la exposición a largo plazo al material particulado fino (MP 2,5) incrementa el riesgo de muerte por la enfermedad COVID-19 en Estados Unidos. Sus resultados arrojaron que tan solo un incremento de 1 μg/m 3 de material particulado en el aire está asociado con un 15% de aumento en la tasa de mortalidad por COVID-19.

El artículo fue publicado en abril, y se encuentra disponible para su descarga gratuita.

Por otra parte, una investigación evaluó en el norte de Italia la correlación entre los altos niveles de letalidad del coronavirus SARS-CoV-2 y la contaminación atmosférica. Lombardía y Emilia Romagna son las regiones italianas con mayores niveles de letalidad del virus en el mundo también de de las áreas más contaminadas de Europa.

El estudio fue publicado a principios de abril en la revista Enviromental Pollution. Se encuentra disponible para su descarga gratuita.

El equipo investigador analizó la posible relación entre la contaminación y el desarrollo del síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) y una eventual muerte.

Los investigadores proporcionaron evidencia de que las personas que viven en esa área con altos niveles de contaminantes son más propensas a desarrollar condiciones respiratorias crónicas. Además la contaminación las vuelve más vulnerables la proliferación de cualquier agente infeccioso.

 

La necesidad de mantener las medidas de protección

Un comentario publicado en la revista The New England Journal of Medicine sugiere que si la carga viral es determinante para la severidad de la infección, una razón para usar mascarillas podría ser reducir la cantidad viral a la cual una persona está expuesta y los subsecuentes impactos clínicos de la enfermedad.

Esto debido a que las mascarillas pueden filtrar gotas respiratorias que contienen el virus (con su capacidad de filtro determinada por el tipo de mascarilla utilizada) De esta forma las mascarillas pueden reducir la inoculación, es decir incidir en un menor ingreso al organismo de viriones o partículas infectantes.

Estudios previos sobre virus respiratorios han reportado que las mascarillas pueden proteger a la población tanto al disminuir la cantidad de gotitas respiratorias exhaladas al ambiente por las personas, como de proteger a quien la usa de ser infectado, por el bloqueo de una cierta cantidad de partículas virales que puedan entrar a la nariz y boca.

Por otra parte la teoría del comportamiento del virus indica que la severidad de la infección en los casos es proporcional a la cantidad viral que ha ingresado al organismo.

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