La mayor movilización en muchos años se ha producido estos días en el país. Particularmente en Concepción, fueron más de 40 mil personas las que coparon las calles penquistas en una clara demostración de lucha por intereses sentidos y reales. Las movilizaciones han demostrado que el problema que habían puesto en evidencia los estudiantes es una cuestión de importancia y de interés nacional. No solo por la significación y contenido de las reivindicaciones estudiantiles sino porque esas demandas reflejan una dramática realidad que afecta a todo el país y, además, se cruzan y complementan con las demandas de otros sectores sociales.
Desde hace meses, prácticamente desde el inicio de la movilización de los estudiantes, ha quedado de manifiesto que los problemas de fondo que afectan a la población chilena son la tremenda desigualdad social que flagela al país y la carencia de una democracia realmente participativa; ambas cuestiones redundan en que hemos estado construyendo un país excluyente y segregado, basado en un modelo de desarrollo económico hecho a medida y puesto a entera voluntad y servicio del empresariado, y un modelo político diseñado por la dictadura y asegurado a la perfección por la clase política para garantizar la dominación de los poderosos.
Ese modelito se agotó, fracasó, no sirve. El día de hoy, los trabajadores, el pueblo, la ciudadanía toda ha salido a las calles a demostrar que ya no está disponible para seguir siendo sometida, ni para seguir siendo expoliada por este sistema abusivo. Así de simple. La clase política y el empresariado tendrán que buscar soluciones más difíciles que la mera descalificación, o la absurda minimización, o la brutal represión de las movilizaciones sociales. Tendrán que buscar caminos más complejos que la mera oferta electorera, o las grotescas campañas publicitarias, o la burda manipulación demagógica. Su modelito ya no sirve. Podrán seguir usándolo, podrán seguir imponiéndolo a la fuerza, podrán seguir aferrándose al poder y a sus tasas de ganancia como perro a su presa, pero parece claro que los ciudadanos de este país ya no serán meros espectadores de sus espectáculos de grandeza. Pueden seguir haciendo gárgaras con el crecimiento económico del país y los índices macros y la bella imagen que mostramos para gozo del capital especulativo internacional; pueden seguir con sus discursos y diatribas, pero ahora habrán de saber que los chilenos ya tienen claro que todas esas bondades son para beneficio de la casta empresarial y política dominante, así es que poco nos pueden importar sus gargareos.
Las movilizaciones, las manifestaciones y el paro de estos dos días han dejado en claro esta verdad. Las luchas que comenzaron los estudiantes hace casi tres meses, se convirtieron con rapidez en una amplia protesta social que abarcó a todo el país y a todos los sectores de la sociedad. Pese a los augurios de los gobernantes, y ciertos políticos aterrados, que aventuraban un desgaste del movimiento estudiantil y de las movilizaciones sociales, las jornadas de estos dos días han sido la más contundente y categórica respuesta. Empujada por la lucha estudiantil, estas jornadas han puesto la protesta social en una nueva meseta, un espacio ganado, desde donde solo se puede seguir creciendo en pos de las demandas de fondo.
La realidad nacional ha quedado expresada en las calles; allí se ha visto la participación masiva, extensa y transversal de todos los sectores del pueblo que se han movilizado y manifestado para expresar su descontento con el modelo imperante, su decisión de terminar con este modelo aberrante, su voluntad de tener un papel decisivo en el presente y en el futuro de este país. Eso por supuesto que ha encendido todas las alarmas de la casta empresarial dominante y de la clase política dirigente del modelito hecho a su medida.
Los reclamos contra la desigualdad y por una democracia participativa se resumen en la exigencia de un plebiscito para obtener una solución a las demandas estudiantiles y en una nueva constitución para obtener los espacios de participación que la ciudadanía reclama y necesita. Estas exigencias se unen de modo natural con las demandas por una reforma tributaria, por una reforma al código laboral, por una reforma al sistema previsional, por la reforma del sistema de salud, por la reforma del sistema electoral, por la renacionalización de las riquezas básicas, por la nacionalización del agua, por la defensa y protección del medio ambiente y del ecosistema, por la resolución de las demandas de los pueblos originarios, es decir, por la solución de los problemas que ha producido este modelo y que los ciudadanos de este país desde hace meses vienen demostrando que ya no toleran más. Si eso significa cambiar el modelito económico y hacer otro, pues bueno, de eso se trata la política. Si eso significa cambiar el modelito dictatorial y hacer uno democrático, pues bueno, desde hace más de 20 años que estamos esperando que eso ocurra y no lo hicieron. Si eso significa tener que armar de nuevo el país y hacer uno para los chilenos, pues bueno, de eso se trata la democracia. Los demás son cuentos y shows y de eso ya ha habido bastante.
Por si hacía falta otra demostración, bueno, estos dos días de jornadas movilizadoras han sido más que elocuentes. Sin embargo, todo indica que la disposición y actitud de los gobernantes no dejará mas alternativas que seguir movilizados; el gobierno se aferra y se afana de manera desesperada, casi patética, en la defensa de los intereses, negocios y privilegios de los poderosos. A eso de debe, y la posibilidad de tener que perder o resignar alguna milésima de sus utilidades y prebendas les quita el sueño y les lleva a recurrir a todas las artimañas y contubernios posibles para mantener sus posiciones y condiciones de poder. Baste recordar cuanto le costó al presidente Piñera desprenderse de sus empresas, aunque eso no le significaba ni le significó ninguna pérdida económica, para dimensionar la mentalidad mezquina y enfermiza de los dueños de este país, y cuánto les duele perder esa milésima. Poderoso caballero es don dinero, dice el dicho.
Si eso no fuera suficiente, el Intendente de nuestra Región, señor Víctor Lobos, se preocupó de refrescarnos la oscura moral de los personeros de la derecha gobernante. Según su especial valoración, la causa de estas movilizaciones está en los hijos nacidos fuera de matrimonios bien constituidos. Bueno, parece que hay una mala noticia para el señor Lobos: somos todos guachos. Y los que es peor para el señor Lobos, sus iguales y sus mandantes, parece que el guacherío seguirá empoderado y revoltoso exigiendo un país más justo, democrático, humano y propio.
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