[resumen.cl] Cuando se iniciaba el periodo de confinamiento, el Sindicato Único de Trabajadores y Trabajadoras de la Educación (SUTE) realizó la convocatoria literaria Tarea para la casa, buscando generar un canal de visibilización de las reflexiones y el talento entre quienes quisieran compartir sus creaciones.
Esteban Valenzuela Jara, miembro de la comisión organizadora, explica que "habíamos pensado convocar a un concurso literario enfocado en rescatar relatos y experiencias de nuestros colegas al momento del estallido social de octubre del año pasado y todo el proceso de movilización que le siguió hasta el día de hoy […] Finalmente, el inicio de las cuarentenas y la suspensión de clases apenas a dos semanas de haber comenzado, nos frustró los planes de la idea original por lo cual decidimos transformar el concurso en una convocatoria abierta de trabajos en cualquier formato, narración, micro cuento, poema, etcétera".
Agrega que "hemos recibido trabajos de compañeros y compañeras de distintos lugares de Chile, como Coyhaique, Cauquenes, Valparaíso, Concepción, Santiago, entre otros, en diferentes formatos. Actualmente estamos trabajando en el diseño de una revista gráfica para publicar la mayor parte de los trabajos recibidos, incluyendo algunos artículos sobre temáticas pedagógicas y gremiales […] Aún faltan algunas semanas para ver este trabajo terminado, el cual difundiremos de manera digital."
A continuación, exponemos tres creaciones.
30 metros cuadrados.
Despertar, lavarme, desayunar, sentarme frente al computador, cocinar, hacer la cama, comer entre medio, crear guías, pararme, descargar trabajos, ir al baño, mirar las ventanas del edificio de al frente, estirar las piernas, subir y bajar escaleras. Mirar la mesa, que ya no es mesa, sino escritorio de oficina y observar el balcón, que ya no es balcón sino escapatoria. Todo en 30 metros cuadrados. Repetir durante lo que sea necesario.
Quizás, alguien aprenda de todo esto.
Ánimo colegas!
Jordana del Carmen Chávez Rodríguez. Prof. Historia y Geografía. Chiguayante.
Tiempos de Cuarentena
No me incomoda el vacío
Del lado izquierdo de mi cama
Ni necesito del desvarío
De seres ajenos en mi casa
En verdad me basta y me sobra
Con la inmensidad de mí mismo
Me queda pensar en el ahora
Y retomar mis juegos y libros
Evito que la tele me mienta
Me doy harto que hacer a diario
No sé de dónde saco paciencia
Tarjo las fechas del calendario
Los días se me hacen tan largos
Dejo las zapatillas afuera
Giro la llave, lavo mis manos
Siento que floto en mi pecera
Hiervo el agua, me sirvo un té
Y me doy cuenta por un momento
Que no estoy respirando muy bien
Que me falta algo el aliento
Veo caer a la muchedumbre
Me abro al miedo, a la pena
Le doy pie a la incertidumbre
En estos tiempos de cuarentena.
Maximiliano Ayala. Valparaíso.
Cuando llegue el 10
Me dolieron los gritos, me dolieron los dientes llenos de caries, hasta la última muela, mientras
abría la boca para gritar, para decirnos ¡maricones! Cuando está muy enojado, siempre grita,
Maricones.
Maricones, maricones, maricones. ¿Quién habrá dicho tanto esa palabra? Como para que se le
quedara atrapada y la soltara en los momentos más oscuros.
Lo afirmamos, lo sostuvimos, tuvimos miedo que su cabeza se azotara en el pavimento. La batía, la
batía tanto que parecía que quería olvidar. Gritaba, gritaba más fuerte, lloraba, otra vez las caries.
¿Qué nadie le dijo? Arriba, abajo, escobillas. ¡Así se lavan los dientes! me decía la Viole mientras
me miraba en el espejo y sonreía.
¿Alguien lo habrá mirado en el espejo? ¿Habrá estado en un espejo donde se reflejaran dos?
Contamos hasta diez, si a los diez estás calmado te soltamos.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve.
¿Qué pasa en el diez? ¿Alguien responderá a nuestro llamado, cuando llegue el diez? Y si en un
mes, o dos, o tres, o cuatro, o cinco, o seis, o siete, o ocho, o nueve, ¿Si deja de doler?
Dolieron los mordiscos, las marcas oscuras que se vieron cuando en el almuerzo, llevé mi tenedor
a la boca.
A los hueones del Ministerio, a esos hueones sí que me gustaría contarles hasta diez.
Camila Saavedra Solís. Profesora de Historia y Geografía. Santiago