TEATRO| Directora de “Una actriz que envejece y no la llaman más”: es algo que no está lejano a la realidad de muchas personas

"El tiempo; una batalla perdida", dijo alguna vez Patricio Manns refiriéndose a lo inexorable de su paso y lo indeleble de sus huellas. Una actriz que envejece y no la llaman más, convoca a reflexionar acerca de este ineluctable tránsito a través del soliloquio de una teatrista. La obra fue estrenada el pasado año y desde el 15 al 31 de mayo, los jueves, viernes y sábado, se presentará en la Sala de Cámara de Teatro Biobío a las 20:00 horas.

Aniceto Hevia

Una actriz que envejece y no la llaman más es un monólogo teatral, escrito por Francisca Díaz, que transita por momentos cómicos y dramáticos, como vida misma, y así nos aproxima al mundo íntimo de esta intérprete que concurre a castings fallidos, realiza ensayos solitarios y sostiene una obsesión mantener una apariencia inevitablemente cambiante.

Daniela Ortiz Bravo, «actriz de profesión y oficio», es la directora general de esta obra donde confluyen las compañías La Fanfarrona Teatro y María Amnesia Artes Escénicas. A días de iniciar esta temporada de presentaciones respondió a las consultas de Resumen.

– Es muy interesante conocer obras que hablan de la propia práctica teatral, ¿por qué crees importante que el público pueda aproximarse a las situaciones que experimenta una actriz que envejece?

Porque el envejecimiento no es sólo cuestión de actrices o de actores. Es una temática universal que se manifiesta más allá del Teatro. La obra habla de la realidad de una actriz que se ve enfrentada a reconocer el paso del tiempo en su cuerpo, pero cualquier persona podría sentirse identificada. Es algo que a todos nos pasa. Nos cuestionamos y reflexionamos en torno a nuestra existencia, cómo enfrentar la vejez y de qué manera sobrellevarla.

– Y sería muy significativo también, saber qué ocurrió en ustedes cuando ahondaron en esta situación.

Somos actrices que hemos trabajado de manera constante en la escena local, compartiendo experiencias con distintas Compañías, elencos y con diversos públicos. Nos hemos permitido por primera vez escribir (Francisca Díaz), por primera vez dirigir (Daniela Ortiz) y por primera vez actuar un monólogo (Maiza Czischke) lo que al principio fue un tanto vertiginoso, fue tomando forma y convirtiéndose en un proyecto teatral. La temática nos hace mirarnos a nosotras mismas, observarnos como creadoras y como mujeres adultas. El Teatro nos ha ido enseñando que todos los procesos aparecen en el momento preciso. Al estar pisando nuestros hermosos 40 años aparecen las reflexiones y cuestionamientos. Los miedos. Las indecisiones. Y todas aquellas cosas nos permiten poner en escena un tema que nos convoca y que por supuesto esperamos que convoque al público.

Una actriz que envejece y no la llaman más

– En la obra se habla de trabajo y nos sitúa en un entramado competitivo y atestado de fragilidades e incertidumbre que pareciera ajeno al mundo de las artes escénicas para quienes no están familiarizados. Desde tu perspectiva, ¿qué situaciones configuran actualmente los resultados laborales de quienes laboran en el rubro teatral, con mayor preponderancia?

La profesión del actor/actriz tiene tanto valor cómo cualquier otra. El trabajo debe ser constante. La vida del actor pareciera ser algo como ajeno o poco conocido, pero la verdad es que como cualquier ser humano, día a día trabajamos para poder sustentar nuestra vida. La incertidumbre también es constante, ya que en cuánto a derechos laborales estamos muy por debajo de la media. Gracias a la constancia de nuestros colegas, a la persistencia y el arrojo que nos caracteriza hemos sido testigos de un movimiento artístico que ha ido creciendo en Concepción.

En el caso de la obra, vemos a una actriz que se enfrenta a distintos trabajos, teniendo que desafiarse a sí misma para poder hacer lo que no quiere hacer o lo que está dispuesta a hacer a veces sobrepasa sus propios límites. Esto es algo que no está lejano a la realidad de muchas personas, no necesariamente actores. Vivimos en un mundo muy hostil y enfrentarnos a situaciones incómodas muchas veces puede ser terrible pero a la vez también puede ser muy cómico.

– Hay un momento en que Maiza plantea que hace solo dos años comenzaron a hacer castings en Concepción, que antes la consecución de fondos y el trabajo estaba mediado por la acción colectiva, «con los amigos». Tú tienes una trayectoria teatral relativamente dilatada en la ciudad, ¿qué cambios has notado en la gestión del teatro penquista en el último tiempo?

El Teatro penquista ha ido creciendo, sin duda. Cuando recién comenzamos haciendo Teatro casi no llegaba público. La gente se ha ido interesando y eso ha impulsado la creación de nuevas compañías, nuevos colectivos, más agrupaciones artísticas y también ha despertado un interés que probablemente antes no existía o no estaba visible. Es bonito ver cómo se abre una escuela de Teatro, cómo el público participa de las distintas instancias culturales y ver cómo niños, niñas y adolescentes tienen la oportunidad de disfrutar una obra. Por esto, es de vital importancia que existan los financiamientos por parte de las instituciones gubernamentales, profundizar en las políticas públicas y potenciar el trabajo colectivo para seguir desarrollando arte en la Región.

Ficha artística de la obra

Actriz: Maiza Czischke | Dramaturgia: Francisca Díaz González | Dirección general: Daniela Ortiz Bravo | Composición musical: Felipe Martínez | Dirección Audiovisual: Francisco Arias

Diseño y producción de vestuario: Maira Perales | Diseño de Iluminación: Enzo D´arcagelli | Sonido: Fidel Quinan | Asesoría Coreográfica: Diana Albornoz | Producción: Francisca Díaz González y Daniela Ortiz Bravo | Compañías La Fanfarrona Teatro, María Amnesia Artes Escénicas y Gato Bomba Estudio audiovisual

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