Pareciera ser una nueva versión del ya clásico libro de Mary Shelley, tantas veces retratado en la cinematografía anglosajona bajo el rótulo de cine de terror o de ciencia ficción, definición que no creo dé con el tono de la novela victoriana que -también- retrata un ambiente de época y un estado de la cultura. Esta versión, de solo dos temporadas, tiene el mérito de acercarse a esa situación que el libro inspira tan bien. La serie disponible en Netflix, está protagonizada por un eficiente Sean Bean (Boromir en el señor de los anillos), en una actuación que transmite la angustia del personaje. Destaca la inclusión de un personaje que da vida a la autora de la novela, que aparece en algunas ocasiones pero que es importante para entender las motivaciones de su obra, interesante recurso para apuntalar el argumento.
Robinson Silva Hidalgo / resumen.cl
La serie explora una cuestión muy interesante, va apuntando las consideraciones acerca de la vida y la muerte, sus dimensiones a la luz del descalabro humano que representaba el surgimiento de la sociedad industrial, y que los victorianos entendieron como un cambio de época, lúgubre y espantoso (de ahí el mote de gótica a esta literatura), ello comportó el desarrollo del cientificismo que buscó sustituir la estrecha mirada religiosa, que no era capaz de responder a los nuevos fenómenos sociales y culturales que experimentaban los ingleses de inicios del siglo XIX, marcados por la salvajada capitalista que los (y nos) ha absorbido durante siglos.
En ese plano, la serie apunta a la discusión sobre la ley de anatomía, un debate de bioética que apasionó a los políticos de la época y que provocó lucrativos negocios con los muertos, iniciar con esto lleva a comprender el problema en el que estaba Inglaterra, llena de pobres y explotados, de burgueses descarados, clérigos ambiciosos y de científicos nihilistas, en ese mundo nace el personaje de Marlott y debe enfrentar su verdad, la de representar el horror de ese mundo sin redención, en ese sentido la serie da con la idea de Shelley, es un Prometeo en su condición de portador de la verdad del mundo y por el castigo eterno que conlleva revelarla, la conciencia tiene un costo y Marlott sufre con todo ello.
El único problema importante con esta producción está en el ritmo del guión, que quiebra la línea argumentativa al detenerse en detalles que pretende agregar intimismo a la tristeza impenitente de Marlott, de esta manera hay que esperar el desarrollo, situación que se puede aprovechar para pensar acerca del concepto que se transmite y apreciar los detalles de época, que es rico en detalles y formas que el espectador puede reconocer con facilidad. Las crónicas de Frankenstein no es una serie que sea literal en su traslado al cine, es una indagación en las ideas de la novela, ese es su fuerte y el interés que despierta, en eso los desenlaces no son sorpresivos, pero ¿por qué tendrían que serlo, cuando su objetivo es otro?