"Nunca permitirán que un hombre negro sea el Capitán América" Isaiah Bradley.
Por Nirvash E. S.
Este viernes 23 de abril terminó The Falcon and the Winter Soldier, una serie de acción, intriga política y juego de espías. Si bien Marvel se caracteriza por hacer productos de consumo masivo, con chistes bobos para comer con palomitas, esta vez se atrevió a tomar un camino un tanto más complejo, sobre todo para su público habitual, pues sus ejes centrales son la historia de postergación de las comunidades afroamericanas, el racismo de la policía, refugiados, discriminados y la violencia estatal. Con un último capítulo para cerrar con broche de oro una serie que fue de menos a más que se aventuró sin medias tintas a hablarnos sobre qué se siente ser oprimido, ser juzgado por tu color de piel, clase, religión o lugar de procedencia.
La tarea era difícil, después de lo eventos de End Game, la retirada del Capitán América -un símbolo de la visión idealizada que tienen los estadounidenses sobre ellos mismos y bastante alejado de la realidad- interpretado por Chris Evans; el estudio debía poner en su próxima fase al nuevo Capitán. La posta había sido recibida por Sam Wilson, Falcon (Anthony Mackie ) y enseguida una gran cantidad de fans hicieron ver su descontento ante la posibilidad de que el nuevo Cap fuera interpretado por un afrodescendiente. La verdad para la narrativa de Marvel no era un problema, en el mundo de los cómics el llamado "Capitán América negro" ya era un tema pasado, pues la editorial se había atrevido lanzar una línea donde Falcon seguía adelante con el escudo que fue bien recibida por los lectores, pero esta idea no parecía cuajar en los seguidores del Universo Cinematográfico. Un gran problema era que Sam Wilson en las fases anteriores de las películas de Marvel era un personaje con poca profundidad, fue colocado como un amigo fiel de Steve Rogers y nos costaba empatizar con él más allá de la buena voluntad que tenía para seguir al Capitán América a donde fuese, por lo que al recibir el escudo pareció ser más un arrebato por fomentar la inclusión que una decisión bien justificada en el guion.
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Lo bueno de esta serie es que su argumento pasa por esta premisa ¿Estamos listos para recibir a un Capitán América afrodescendiente? Y con mucha sutileza se hace cargo de temas muy actuales sobre la desigualdad, porque no sólo nos teje una narrativa con temas raciales sino que construye un mundo donde los oprimidos y los desplazados intentan tener voz y hacerse respetar ante aquellos que los han aplastado, entregándonos personajes más complejos que un simple supervillano dispuesto arrasar con el planeta por vanidad. Sam Wilson deberá luchar contra aquellos que desean un hogar, que están llenos de rabia por ser desplazados, con personas silenciadas, torturadas, con hijos de desaparecidos, mientras reflexiona sobre su propia vida y lo que significó haberse entregado por completo a un país que lo ve como un estorbo por no ser alto, rubio, de ojos azules y super fuerte, un condenado a ser el compañero fiel.
La antagonista de esta historia no nos es presentada como una villana con fines malévolos, y es que la mayor fuerza de Karli (Erin Kellyman) pese a tener poderes sobrehumanos, es que sus vivencias coinciden con los refugiados en el primer mundo y son estos los que la apoyan y cuidan. También Sam deberá enfrentarse a Isaiah Bradlley (Carl Lumbly), un antiguo soldado afroamericano con el que experimentaron y fue borrado del mapa, un reflejo de cómo el opresor te roba tu historia para poder dominarte, y que además cuenta, en una serie de superhéroes, los crueles experimentos que hizo el Ejército de Estados Unidos con la población afroamericana y nativoamericana en los años 40. Finalmente, Falcon debe lidiar con la pérdida de un tesoro familiar, un bote que almacena todos los recuerdos de sus padres, el cual no puede sostener económicamente pese a ser un héroe, enfrentándose ante la pérdida de su historia sintiendo la impotencia de no poder hacer nada pese haber dado su vida por un país que le tiene miedo por ser de otro color.
Al final The Falcon and the Winter Soldier es un diálogo entre tres visiones de los apartados de la sociedad, con un par de líneas incrustadas notoriamente por el productor de turno que quiere hacer evidente la inclusión en la historia para sentirse bien consigo mismo y sacar rentas de aquello en algún cóctel por ahí, pero que a lo largo de sus seis capítulos los guionistas encargados se dieron el trabajo de darnos una visión más que aceptable de lo que significa vivir siendo un oprimido, los caminos que podemos tomar, las cosas que debemos enfrentar y el dolor que viven aún muchas personas en el mundo al ser juzgadas por ser diferentes. Es así como esta serie termina cumpliendo su mayor desafío, que la representación idealizada de lo que supuestamente es Estados Unidos, el personaje del Capitán América, es ahora un afroamericano.