Por Daniel Mathews / resumen.cl
En Resumen hemos dedicado ya varios artículos al Tratado Trans Pacifico (TPP por sus siglas en inglés). Pero, lamentablemente, no es el único tratado que se está por firmar en el mundo. Podemos decir, sin riesgo a equivocarnos, que se está reconfigurando el planeta y que los pactos comerciales que se están firmando cambiaran la vida diaria de todos. No solo de los firmantes sino incluso de los que los rechazan. Uno de esos es el Acuerdo de Comercio en Servicios (TISA) que se negocia aún en mayor absoluto secreto por representantes de 50 países, pretende la desregulación absoluta del mercado de servicios.
En nuestro continente el TPP lo han firmado sólo México, Perú y Chile. En cambio el TISA incluirá, además de nosotros tres, también a Colombia, Costa Rica, Panamá.
Como dice el periódico español Diagonal, con esto "el neoliberalismo propone convertir en mercancía cualquier experiencia o actividad del ser humano". Pero no le va a ser fácil en nuestro medio. El TISA choca frontalmente con las luchas que en Chile se dan por la gratuidad de la enseñanza o contra las AFP. En muchos países de nuestra América se ha rechazado la privatización del agua y es por eso que Bolivia ni por asomo piensa en participar. Pero ya otros países se han comenzado a movilizar por el derecho al agua. En el Perú fueron miles los que se movilizaron el 18 de febrero contra la privatización del líquido vital. Son temas que en Chile sólo se lograron por la dictadura.
Detrás de tienen como telón de fondo la idea de que el Estado es mal administrador y que las empresas si podrán hacer rentables los servicios. En el Acuerdo General sobre Comercio de Servicios, que entró en vigor para la OMC el 95 como resultado de la Ronda de Uruguay, lo dicen claramente cuando hablan de "la eficacia en la prestación de los servicios por la mayor competitividad; mayor grado de desarrollo; ahorro de los consumidores; más innovación; transparencia y previsibilidad de las empresas; y transferencia de tecnología por la inversión directa extranjera". Pero olvidan una cosa: no se puede lucrar con los derechos humanos. El agua, la seguridad social, la salud, la educación, no son bienes de mercado sino derechos reconocidos por la Carta de las Naciones Unidas.
Si los bolivianos no han aceptado la privatización del agua no es porque estén locos. Estarían locos, más bien, si permiten que una empresa privada fije el precio que van a tener que pagar por bañarse, tomar la sopa o simplemente refrescar la sed. La privatización de los servicios empeora las condiciones de jubilación para favorecer los planes de pensiones privados y limita la inversión pública en educación, servicios sociales, dependencia o sanidad. Una estrategia calculada para socializar las perdidas y privatizar las ganancias, pero sobre todo para cumplir con la agenda neoliberal.
Pero hay un detalle más a tener en cuenta: si combinamos el TISA con el TPP el resultado es fatal. Los servicios que sean privatizados no podrán ser recuperados por el Estado o la sociedad. Cualquier medida que impida o siquiera limite el lucro en educación, salud, vivienda, seguridad social, será susceptible de ser llevado a un tribunal internacional que hará pagar millonadas al país que se atreva a ejercer su soberanía. Incluso si se gana en el arbitraje se habrá gastado una millonada en pagar abogados para la defensa.
En resumen la vieja aspiración neoliberal de minimizar el Estado como prestador de servicios se cumple con estos tratados. Pero no quieren la desaparición del Estado. Las empresas multinacionales en connivencia con las élites políticas necesitan un Estado que proteja sus beneficios y financie sus riesgos empresariales, y para ello se dotan de estas superestructuras de los tratados internacionales donde el interés general queda subordinado a su lucro.