Estados Unidos está promoviendo el TPP entre los países del Pacifico, excluyendo a China.
China está promoviendo el FTAAP en la misma área, excluyendo a los Estados Unidos
¿No sería bueno reunirnos excluyendo a los dos?
Por Daniel Mathews /resumen.cl
Pero comencemos desde el principio. Hace un siglo hubo un debate en la izquierda. Kautsky decía que la tendencia al monopolio era tan grande que pronto habría un super imperialismo. Otros, Lenin entre ellos, decían que las pugnas no se acabarían nunca. Durante el siglo XX estas pugnas fueron claras. Primero dos guerras mundiales, luego la guerra fría. Pero iniciado el siglo XXI parecía que Kautsky tenía algo de razón. Todo el poder se había concentrado en los Estados Unidos, no había guerras, no era previsible ninguna revolución, habíamos llegado al fin de la historia. Hasta que el sueño se termino con el ataque a las torres gemelas.
Desde ahí los Estados Unidos han quedado atrapados en las guerras de Irak y Afganistán. Con EE UU empantanado y gastando billones de dólares en destrozar Irak y Afganistán, sus rivales, en particular China, han ganado espacio para sacar músculo. Además la crisis económica de 2008 puso fin al prolongado auge neoliberal, socavando todavía más la hegemonía estadounidense. La Gran Recesión y la consiguiente depresión mundial golpeo de forma particularmente fuerte a EE UU, Europa y Japón. El resultado ha sido el inicio de otra pugna entre imperios: esta vez con China (aunque no hay que olvidar Rusia pero será parte de otro comentario).
EE UU reconoce que actualmente se enfrenta a un rival emergente y potencial, que es China. Se trata de la segunda economía más grande del mundo y del principal país exportador. Ha integrado a la mayoría de economías asiáticas, recorre el mundo en busca de recursos y oportunidades de inversión y se ha vuelto cada vez más agresiva en la defensa de sus intereses en Asia, América Latina y África. China expande rápidamente su potencial militar, especialmente su fuerza aérea y naval, a fin de proteger y proyectar sus intereses. Por ejemplo, hace poco anunció que estaba construyendo su primer portaaviones para sumarlo al otro que ya tiene, el Liaoning, adquirido de Ucrania en 1998.
Para hacer frente al ascenso de China, el gobierno de Obama anunció su política de «El eje central para Asia» (The Pivot to Asia) en 2011, que después de percatarse de sus connotaciones agresivas, rebautizó con el nombre de «El reequilibrio para Asia» (The Rebalance to Asia).El propósito es consolidar su alianza histórica con sus aliados de la guerra fría, como Japón, atraer a otros nuevos, como India e incluso Vietnam, y apoyar a estos países en sus conflictos con China. Tiene previsto proyectar su poderío económico por medio del Tratado de Asociación Transpacífica (TransPacific Partnership, TPP), que excluye a China.
Obama reveló el carácter imperial del acuerdo en su discurso sobre el estado de la nación de 2015 ante el Congreso, cuando declaró que «China quiere dictar las normas para la región del mundo que más crece. Esto pondría en desventaja a nuestros trabajadores y nuestras empresas. ¿Por qué íbamos a permitir que esto ocurra?». Abundando en esta idea, el secretario de Defensa, Ashton Carter, declaró que «la aprobación del TPP es para mí igual de importante que otro portaaviones».
EE UU tiene destinado el 60 % de su flota de guerra a la región para intervenir en los conflictos latentes. Washington utilizará estos conflictos con China y su semialiada Corea del Norte, que recientemente ha afirmado que ha detonado una bomba de hidrógeno, para impulsar lo que no puede calificarse de otra cosa que de una nueva carrera de armamentos en Asia. Casi todos los aliados regionales de EE UU aumentan sus presupuestos militares, incluido Japón, que ha modificado su constitución pacifista y ha incrementado su gasto militar en los últimos tres años.
El «eje central» de Obama ha provocado a su vez el deseo de China de mostrar más músculo en defensa de sus intereses, respondiendo con su propia contraestrategia política, económica y militar. Se dedica a cortejar activamente a los países de la región con el fin de estrechar lazos políticos con ellos, confiando en que su potencial económico permitirá superar toda división política; trata de consolidar su propio pacto comercial, la Zona de Libre Comercio de Asia-Pacífico (Free Trade Area of the Asia Pacific, FTAAP), que excluye a EE UU.
En lo que a preparativos bélicos se refiere, ha incrementado drásticamente su presupuesto de defensa anual, de alrededor de 12 000 millones de dólares en 2000 a 145 000 millones en 2015. China también ha forjado nuevas agrupaciones geopolíticas y económicas para hacer frente a EE UU. En Asia Central, China y Rusia han creado la Organización de Cooperación de Shanghái, que abarca la mayor parte de la región e incluso a Irán. Utiliza estas relaciones para poner en pie lo que llama la Nueva Ruta de la Seda. Construye carreteras, líneas férreas y oleoductos que comunican Europa y Oriente Medio con Asia Central y el noreste de Asia.
Y a nosotros ¿cuál nos conviene? Ninguno de los anteriores diría yo. No tenemos porque ser peones de nadie. Más vale ser cabeza de ratón que cola de león dice el refrán. Deberíamos quedar con las manos libres para negociar con uno y con otro según nuestros propios intereses. Pero, es más, deberíamos comenzar a integrarnos entre nosotros, los latinoamericanos. Aunque claro, esto supone una lógica distinta a la que venimos desarrollando. Mientras nuestra producción sea mirando lo que EE. UU. O China necesitan necesitaremos los Tratados Bilaterales (en este caso Multilaterales) de Inversión. Por eso es que en el Perú el gobierno privilegia la minería y en Chile las forestales sacrificando a la naturaleza y a los pueblos originarios. Pero otra economía es posible, mirando el mercado interno a nivel regional.
El 12 de Octubre habrá una marcha en el Perú rechazando esta nueva política colonial. Esperamos que se convierta en una marcha continental.