En algo más de 160 años, la sociedad chilena ha dado tres respuestas al problema de la seguridad social: Es decir, ¿Cómo vivimos la vejez, cuando no podamos trabajar?, y ¿Cómo resolvemos los eventos de enfermedad?.
En la segunda mitad del siglo XIX, la respuesta social al problema de la seguridad social era asumida por la caridad de las damas de la aristocracia, y por un sector de la iglesia católica. Comenzaba un incipiente desarrollo industrial, a la vez que los problemas sociales se hacían visibles, comenzaba el crecimiento de las ciudades, y con ello los problemas de vivienda, sanidad pública, entre otros.
Los trabajadores se organizaron de distintas maneras, en esta época fueron los trabajadores de oficios y artesanos los que llevaron la delantera. Se fundan las Sociedades de Socorros Mutuos (SSM) que tendrán protagonismo hasta la segunda década del siglo XX. En esos años las SSM agrupaban a 100 mil asociados, y su objetivo central e identidad descansaba en la autoprotección de sus asociados ante la enfermedad, la muerte y la orfandad, por medio del ahorro y la solidaridad. (Illanes, M.A. 2010, pp. 149). Esta es la primera respuesta, aunque parcial, a los problemas de seguridad social de los trabajadores organizados, de manera autónoma del Estado.
Posteriormente, a partir de la segunda mitad de la década del ´20 del siglo pasado se crea, desde el Estado, el Ministerio de Higiene, Asistencia Social y Trabajo, en conjunto con la Caja del Seguro Obrero, que al decir de Illanes M.A (2010, pp. 145) será la "...administradora de una parte de la plusvalía capitalista y del salario, a quién la clase obrera debió arrendar su seguridad vital". Esta fue la primera respuesta desde el Estado a la denominada cuestión social y al peligro de la revolución social.
De este modo, durante el siglo XX los trabajadores descansarán en la respuesta que desde el Estado se brinde a sus demandas. Este hecho histórico no debe pasar desapercibido nuevamente en el presente, es fundamental generar conciencia acerca de la necesidad estratégica para los trabajadores de ejercer poder sobre el Estado, que quede claro no es neutral, es un estado empresarial.
Posterior a la década de los ´20 vendrá un decaimiento de las SSM, y junto con ello nacerá el moderno movimiento de trabajadores agrupados en sindicatos, quienes con mayor o menor radicalidad transformarán sus luchas hacia la disputa por el poder, del Estado asistencial, despojando a la organización obrera de la valiosa autonomía construida durante las décadas anteriores. De este modo, durante el siglo XX los trabajadores descansarán en la respuesta que desde el Estado se brinde a sus demandas. Este hecho histórico no debe pasar desapercibido nuevamente en el presente, es fundamental generar conciencia acerca de la necesidad estratégica para los trabajadores de ejercer poder sobre el Estado, que no es neutral, es un estado empresarial.
Sin duda, esta estrategia de cooptación del Estado oligárquico de la época fue exitosa no solo en Chile, sino también en los principales países del mundo, donde se expandía la lógica de las cajas obreras a la Bismark y que se consagraron en "...el Tratado de Versalles de 1919, creándose en aquella época la Oficina Internacional del Trabajo, como respuesta histórica al creciente sonido del oleaje de la revolución social". (Ídem, pp. 183).
Ciertamente el itinerario recorrido por los trabajadores hasta la década de los '80 del siglo XX no fue fácil en lo que respecta a la seguridad social. En 1952, después de múltiples discusiones parlamentarias, y de desenterrar el proyecto de Servicio Nacional de Salud presentado por Salvador Allende en 1942, se aprueba su creación. En el mismo año se crea el Servicio de Seguro Social, separándose las funciones sanitarias que recaerán en el SNS. Posteriormente, en 1968 se crea la Caja de Accidentes del Trabajo.
Un cambio notable ocurre en la década de los ´80, pues se cambia radicalmente la forma en que la sociedad responde a los problemas de seguridad social de sus ciudadanos. En efecto, de la mano de la espuria Constitución Política del Estado, aprobada en 1980 en un plebiscito fraudulento, donde se consagra que el Estado de Chile se rige por la subsidiaridad, que significa que dicho Estado sólo participará de la actividad económica, siempre y cuando ésta sea autorizada mediante quórum calificado. Con este precepto constitucional se daba un paso estratégico, mediante el cual se realizaron las principales reformas de esos años, entre ellas la de pasar los fondos salariales destinados a salud y previsión a manos privadas. Pero con una observación importante, dado que la población de bajos ingresos no resulta rentable para el sistema privado, el Estado tendría que hacerse cargo de ellos. Después de más de tres décadas de funcionamiento del sistema privado, el resultado ha sido que no sólo la población de bajos ingresos se ha visto perjudica, sino que la mayoría de la población.
El sistema de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), a diferencia del sistema de reparto, administra el fondo salarial invirtiéndolo en el mercado financiero, y además cobrándole a todos los afiliados una comisión, que se paga independientemente de la rentabilidad de las inversiones. Como mencionábamos en la nota del número anterior de Resumen, el sistema de AFP es un sistema que fundamentalmente sirve para dar liquidez al sistema financiero y a los grupos económicos.
"Finalmente, el esquema muestra quiénes son este momento los destinatarios de los fondos de pensiones, de los cuales un 51,5 por ciento está en manos de grandes grupos económicos privados que operan en Chile, de los cuales solo 12 de ellos concentra la mitad de estas inversiones. Un 28,5 por ciento adicional se encuentra en manos de conglomerados privados en el extranjero, la mitad de este monto en manos de solo 8 fondos de inversión." (Riesco, M. y Durán, F. 2010; pp. 28-29).
Así, en 160 años la seguridad social fue pasando de la caridad aristocrática y eclesial por una parte, y la organización autónoma de los trabajadores (1850 - 1924), al Estado empresario (1924 - 1980), y finalmente a los grupos financieros nacionales y extranjeros junto con el Estado subsidiario hasta la actualidad. Todos transando con nuestros fondos salariales...
Al final del día pareciera ser que ya ha pasado mucho tiempo que los poderosos le vean las canillas a nuestro pueblo, es hora de ir diciendo cada vez con más fuerza: BASTA...¡¡¡¡