Algo parece haber cambiado en Grecia, y no solo por el anuncio del líder de Syriza, Alexis Tsipras, tras su victoria en las elecciones legislativas, pues la promesa de cerrar la puerta a las políticas de austeridad y pasar página hacia un futuro de esperanza se vio acompañada pocas horas después, durante su toma de posesión como primer ministro, por algunos gestos simbólicos que despertaron, sin lugar a duda, mucha expectación.
La noche electoral fue una fiesta, es cierto. Pero una fiesta muy localizada. Cerca de cinco mil seguidores de Syriza celebraron la victoria electoral frente a la Universidad de Atenas, muy cerca de la famosa plaza de Syntagma, arropados por cientos de extranjeros, entre los que se encontraban representantes de numerosos partidos de la izquierda europea, y decenas de cadenas de televisión, mucha prensa de todo el mundo, que no quisieron perderse un triunfo «histórico». Y sin embargo, alejándose de ese núcleo de alegría desatada, Atenas parecía la ciudad normal que es una noche de domingo, que medita sobre los duros problemas a los que se enfrentará un nuevo lunes. La mayoría aún no cree que vaya a suceder el cambio avisado por Tsipras.
«Hoy el pueblo griego ha hecho historia», dijo con rotundidad el líder de Syriza, mientras en Grecia muchos se iban a la cama. Pero el mensaje, transmitido en directo por muchas cadenas de televisión, sonó diferente a lo habitual, franco y conciliador. Hizo referencia al simbolismo de su victoria para «la lucha de los pueblos de Europa contra la austeridad» que desde Grecia «marcha con paso firme por el cambio», pero también tendió la mano a todos los ciudadanos y declaró que no hay «ni vencedores ni vencidos» y que su gobierno sería «para todos los griegos» pues el único que perdía con la victoria de la izquierda era «la Grecia de los oligarcas y de los corruptos».
Tsipras llegó con cierto retraso a la cita con sus seguidores, y es muy posible que estuviera ultimando una de sus primeras sorpresas como dirigente no ya de un partido, sino de un país. Syriza había logrado el 36% de los votos y 148 escaños (de 300), frente al hasta ahora en el gobierno Nueva Democracia (ND), conspicuo defensor de las políticas de austeridad, que se quedó con el 27% y 76 diputados. Pero pese a esta abultada diferencia, las características del sistema griego hacían inevitable que la formación de izquierda encontrase un socio de gobierno que le facilitara en la Asamblea Nacional la mayoría absoluta necesaria para gobernar.
Con una diligencia inusitada para tratarse de Grecia, Tsipras consiguió a primera hora de la mañana del lunes no solo cerrar la negociación con quienes le apoyarán durante la legislatura, el partido derechista Griegos Independientes (ANEL), sino también concretar la lista de personas que integrarán el Ejecutivo de coalición. Las sorpresas no quedaron ahí, cuando a las 15.30 de la tarde se dirigió a la sede del Presidente de la República, Karolos Papulias, para recibir el mandato de formar un nuevo gobierno, mostró sus cartas de presentación y minutos después estaba jurando ante la Constitución su cargo al frente del país. Tsipras se convertía en el primer ministro más joven en la historia de Grecia, y probablemente en el más rápido en hacerlo.
La ceremonia sirvió, además, para mostrar algunos de sus compromisos. Fue llevada a cabo sin la alta jerarquía de la iglesia ortodoxa, sin crucifijo, biblia, ni corbata. Inaudito en Grecia. Tsipras se dirigió acto seguido hacia el distrito de Kessariani. Pocos minutos después de convertirse en primer ministro llevaba a cabo su primera visita oficial, y fue para realizar una ofrenda floral a los miembros de la resistencia ejecutados por los nazis durante la ocupación. 200 comunistas, víctimas de una de las peores matanzas llevadas a cabo por las tropas alemanas en la capital griega, fueron homenajeados por el nuevo primer ministro y un grupo de descen- dientes de los partisanos, dando lugar a un hecho sin precedentes.
Consejo de Ministros
Con la misma celeridad anunció su intención de que el próximo Consejo de Ministros formalice oficialmente sus cargos de manera lo más inmediata posible, con el fin de que cuanto antes estén en disposición de ponerse a trabajar para sacar al país de la «emergencia humanitaria» en la que se encuentra.
Muchos se preguntan cómo es posible que Syriza haya elegido a ANEL para formar su gobierno de coalición teniendo en cuenta sus rancias posturas con respecto a la inmigración, los asuntos de la iglesia y el Estado, su furibunda oposición a cualquier acercamiento a Turquía con respecto a la cuestión de Chipre, o con Macedonia a propósito de su nombre. Pero al mismo tiempo ANEL, una escisión de ND, nació con unos principios muy claros de respeto a la soberanía popular, la Constitución y no permitir negociaciones con la independencia nacional, lo que en el terreno económico le llevan a rechazar la deuda ilegítima y usuraria, así como a posicionarse totalmente en contra de las políticas de austeridad y de cuantas medidas tratan de exigir al país los acreedores extranjeros.
En la anterior legislatura Syriza y ANEL votaron juntos en decenas de ocasiones en contra de los recortes. Y en la actual parece claro que el principal objetivo es poner fin a unas directrices económicas impuestas desde Europa, y que han llevado a la ruina a Grecia, por lo que los dirigentes de Syriza deben haber valorado que, pese a su ideología, ANEL puede resultar un socio útil de cara a las inminentes negociaciones que sobre la deuda y el memorando de préstamo el nuevo gobierno se dispone a encarar en breve.
Sólo el tiempo explicará las razones de un primer ministro que ha imprimido una sorprendente velocidad a sus primeras acciones como gestor, y lo ha hecho dotándolas de gestos hacia un sector de la población desesperanzado pero que reclama un nuevo país.
Alegría bolivariana
«Su victoria es también nuestra», dijo el vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera. «Durante la campaña la derecha arremetió contra Venezuela mediante una sucia campaña derrotada por la conciencia mayoritaria» griega, señaló Nicolás Maduro.
El KKE celebra sus resultados, pero no el triunfo de Syriza
El Partido Comunista de Grecia (KKE) dejó una vez más muy claras cuales son sus diferencias con Syriza, al parecer insalvables, al evaluar los resultados arrojados por las urnas. En la primera comparecencia pública de su secretario general, Dimitris Koutsouba, durante la noche electoral, recordó porqué no es posible ningún tipo de colaboración entre las únicas dos formaciones de izquierda con representación parlamentaria. «Syriza se guiará por la vía que marca el euromemorando, con las obligaciones, concesiones y compromisos impuestos por las grandes empresas, el capital, la UE y la OTAN, con todo lo que esto conlleva de negativo para nuestro pueblo y nuestro país. Una vez más las clases trabajadoras pagarán el precio», aseguró. Pero si la victoria de Syriza solo «refleja en gran medida la falsa esperanza en el nuevo Gobierno» los resultados del KKE, que aumentaron en 60.000 votos y 3 escaños su representación, fue evaluado como la «confirmación de la tendencia positiva del partido en la recuperación de jóvenes que comenzó en las elecciones europeas y municipales y regionales del año pasado, y que continúan en las pequeñas y grandes luchas de nuestro pueblo, en el trabajo, los sindicatos y en el movimiento popular en general».
Horas después el Comité Central del KKE señaló en un comunicado que el partido «no va a apoyar o aceptar al nuevo Gobierno» por que no llevará a cabo un cambio de política en favor del pueblo sino que «continuará con los impopulares compromisos de la UE y los prestamistas, dando aliento al sistema político burgués», pues no en vano Syriza es considerada como el reemplazo de la socialdemocracia, una vez hundido el Pasok.
Frente a ello, el programa del KKE, y así lo recordaron sus dirigentes, pasa por medidas como la toma del poder por el pueblo, la abolición de la propiedad capitalista, la socialización de los medios de producción o la cancelación unilateral de la deuda, entre otrass. A. CUESTA
Bolsas europeas
Las bolsas mantuvieron ayer su tendencia alcista porque los inversores extendieron su optimismo tras el anuncio la semana pasada del programa de alivio cuantitativo del Banco Central Europeo, pese a la caída de la Bolsa griega tras ganar la izquierda las elecciones.