Cuando el entonces empresario Sebastián Piñera decidió ser candidato presidencial e irrumpir en escena contra todo pronóstico para derrotar en su sector a Lavín, sus primeras medidas fueron 'conectarse con la gente'. Pero en vez de realizar el camino espiritual y concreto de escuchar y comprender, el entonces empresario decidió estar allí donde la gente estaba. Para ello se compró Colo Colo. Y decidió además que, mucho mejor que escuchar, era decirle a la gente lo que debía desear y pensar. Y se compró Chilevisión.
La apuesta funcionó y el empresario devino en Presidente. Cumplido su anhelo, el ahora líder se deshizo de Colo Colo y volvió al Estadio San Carlos de Apoquindo, más próximo a su hogar. Más difícil le resultó vender Chilevisión, porque se daba cuenta que seguiría necesitando tan preciado bien.
El proceso de venta fue engorroso e incomprensible, pero finalmente se vendió a precio de oro. Y es que para el entonces ya Presidente lo era. No se han enfriado todavía los contratos firmados entre las partes y ya su excelencia está ávida de un canal de televisión, pues necesita con urgencia conectarse de nuevo con la gente, llenar los contenidos de farándula (ya no puede seguir metiendo lo policial, no le conviene) y desviar la atención del pueblo.
Maquiavelo decía que lo ideal era ser amado y temido, pero que siempre es mejor ser temido más que amado. No imaginó que a un líder ni le amaran ni le temieran y aun así siguiera en su cargo. En ese caso, lo mejor es ser olvidado y dejar que el tiempo se agote. Y en eso está Piñera. Pero para eso necesita un canal, al menos uno. Y fue allí donde apareció en su mente Televisión Nacional de Chile, TVN, el canal de todos que, como toda cosa que es de todos, no es de nadie y con poder se puede hacer propia. Y el Presidente ha ido por ella.
Dos movimientos simultáneos se han ejecutado para tomar control de TVN. Por un lado, una decisión 'marco'. El Gobierno ha ingresado al Senado un Proyecto de Ley orientado "a aumentar su competitividad" (uso las palabras con las que El Mercurio comunicó esta noticia) y así "emparejar la cancha" con el resto de los canales. Los fundamentos del proyecto son los siguientes: corregir el estatuto administrativo (mayor flexibilidad laboral, abaratar los despidos se podría llamar) y homologar a TVN con una empresa privada de televisión, con iguales derechos, obligaciones y limitaciones. El proyecto no sólo plantea el fin de la televisión pública de modo explícito (ya se ha terminado en muchos sentidos), sino que además obliga a TVN a rendirle honores a sólo un dios: el dinero. Y eso implica más sintonía, más farándula y menos contenidos.
La desnaturalización del rol público es esencial para que un canal sirva a intereses particulares. Pero no es suficiente para que el de Piñera sea el interés que se debe satisfacer. En eso es esencial tener poder. Y para ello se ha nombrado un nuevo presidente del directorio, Carlos Zepeda, hombre muy cercano a Piñera, un gran admirador del Presidente y que llega con una misión clara según anunció La Tercera hace una semana: que las coberturas a los conflictos sociales sean adecuadas para el gobierno, pues se asume que en el movimiento estudiantil y en Aysén, el canal cumplió un rol que fue inconveniente para La Moneda, otorgando excesivos espacios a los líderes de esos movimientos y sus contenidos. Piñera ya sabe que los movimientos sociales son su campo minado. Y decidió extirparlos de escena. Es la típica tesis que señala que es hora de ponerse los pantalones y asumir los recursos que se tienen como propios y de nadie más.
Por supuesto, la decisión es antidemocrática. Y el diagnóstico, para colmo de males, es equivocado. Los canales, el año 2011, satanizaron desde un comienzo al movimiento estudiantil todo lo que pudieron. Fue en los hogares donde se produjo la convicción y con el uso de las redes sociales se produjo la circulación de información. Los canales bloquearon las informaciones positivas de los estudiantes hasta muy avanzadas las movilizaciones. En junio y julio, los periodistas de los canales andaban por las calles y recibían insultos a diestra y siniestra, por estar mintiendo respecto al movimiento. Fue entonces cuando los canales decidieron no morirse con el sistema y cubrir al movimiento estudiantil con algo más de ponderación, ni siquiera mucha. Por eso, mediante este movimiento el Gobierno exigirá a TVN su completa separación de la sensibilidad ciudadana, exigirá el uso del canal como plataforma para defender la putrefacta institucionalidad que queda, exigirá a TVN morirse junto a los cadáveres de este fin de ciclo político. Por unos meses logrará cierto control, hasta que finalmente ocurra lo que aconteció con todas las instituciones: se dejará de creer.
Pero qué le vamos a hacer. La gente siempre repite las fórmulas que le dieron éxito. Y Piñera fue tan feliz cuando tuvo un canal, que ahora necesita otro.