Una visión desde México de la Ciencia-Ficción chilena

La UNIdiversidad (REVISTA DE PENSAMIENTO Y CULTURA DE LA BUAP, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México) ha producido el número especial N° 37, octubre-diciembre 2020, dedicado a la Ciencia-Ficción (CF) chilena. Estamos en presencia del dossier más variado y ambicioso sobre la producción nacional en el género de cuantos han aparecido en los últimos años, lo que convierte esta publicación en un hito relevante para nuestras letras.

Wilberio Mardones / Trazas Negras

Marco histórico

Una primera parte está compuesta de ensayos y crónicas sobre los primeros años de nuestra CF, de Francisco Miralles (Desde Júpiter, 1878) y David Tillman (Espejo del futuro, ¿1876?) a Hugo Correa. Luego Moisés Hasson presenta antes que nada a los autores pioneros, no necesariamente escritores dignos de resaltar, aunque importantes para el desarrollo futuro del género en Chile. Este texto se constituye en una fuente irreemplazable de la historia antigua y reciente de la CF criolla.

Según Moisés Hasson, que escribe desde su perspectiva de coleccionista y estudioso de las publicaciones de CF, el desarrollo del género en Chile ha sido «errático y difícil de valorizar», aunque según él «han surgido notables obras y autores». Menciona la influencia de las revistas que tradujeron importantes autores, sobre todo del ámbito anglosajón, como Más Allá con sus 48 números entre 1953 y 1959, así como las ediciones de Nebulae en España; además de Fantaciencia y Minotauro en Argentina. Hoy en día son bocado de coleccionistas en nuestro país.

Hay coincidencia en que la gran figura chilena del género es Hugo Correa, aunque publicó apenas seis libros en 25 años, de calidad más bien dispar. Pero son en conjunto lo más destacado de lo que Hasson considera la «edad dorada» de la CF en Chile. El segundo escritor en importancia es Antoine Montagne, con tres libros de narrativa y una revista efímera, Espacio Tiempo, que por los años 60 se limitó a dos números con «traductores nacionales». Otros autores dignos de mención son Ernesto Silva Solar, Elena Aldunate (la única mujer cultora de la CF clásica en Chile) y Raimundo Chaigneau.

Luego con el título de "Aproximaciones" viene una amplia reseña de la época que hemos llamado clásica de la CF chilena, por uno de sus autores más destacados como es Edward Grove (seudónimo de Eduardo Soto Díaz). Se detiene en Hugo Correa para señalar su importancia como autor mayor del género. El trabajo de Eduardo Soto Díaz en la revista en comento menciona al autor, digamos post «edad dorada», más relevante en Chile: Diego Muñoz Valenzuela. Su saga del cyborg no puede sino considerarse hoy en día un hito insoslayable del género, con una temática actualizada, suspenso y humor, sólida escritura y coherencia tecnológica. No por nada Muñoz es ingeniero civil y cultor del género negro. Aunque también descuella el propio Soto Díaz, que con su seudónimo Edward Grove ha publicado dos novelas distópicas recientemente re-editadas.

Sigue, a cargo de Marcelo Novoa y Marco Esperidión, un vistazo al grupo de autores del actual milenio, por lo general al amparo de emprendimientos editoriales no siempre sustentables. Marcelo Novoa publicó en 2006 Años Luz, un «mapa estelar» de la CF en Chile. El género, según Novoa, era un «constante homenaje a los padres putativos de la CF anglosajona», lo cual se complementaba con el «asunto del subdesarrollo científico y tecnológico. La CF dura no es la protagonista de nuestro futuro».

Edward Grove añade por su parte: «En Chile prácticamente no se lee la CF". Sin embargo, encontrar clásicos del género es difícil, incluso en las librerías de viejo. Aquellos bellos libros deben estar sepultados en las bibliotecas particulares de fanáticos de otrora, que cabecean acunados por las emanaciones del papel manchado de lunares y los prodigios que asoman tímidos de sus páginas.

Ciencia Ficción a la chilena

La segunda parte de la revista es una selección de ocho relatos (seis hombres y dos mujeres) desde los setentas y hasta el presente, tarea a cargo de la coordinadora del dossier, Johana Lozoya, que dan cuenta de su mirada sobre el proceso. Son «Incursiones» de Myriam Phillips (1978), «Electro Teresa de San Silicón» de Alexis Figueroa (2006), «Fractales» de Sergio Meier (2007), «Cuentos de guerra» de Marcela Ponce Trujillo (2016), «Máscaras urbanas. Una crónica verdadera» de Francisco Ortega (2006), «Afuerinos» de Daniel Villalobos (2000), «Los que no vuelven» de Gabriel Mérida (2007) y «País de poetas» de Gabriel Saldías Rossel (2019).

Esta selección de cuentos por autores y autoras nuevos (respecto a los pioneros y clásicos) da un atisbo de los temas y preocupaciones de los cultores contemporáneos de la CF en Chile. No está claro sin están todos/as quienes deben estar, pero la muestra es interesante. Cabe agregar, para no alargar esta reseña, los capítulos dedicados al cómic, la ilustración y otras expresiones de la CF en Chile. Cabe también ponderar las ilustraciones y el diseño. Muchas imágenes enriquecen la revista mexicana, en particular portadas de los libros reseñados, algunas magníficas, como para correr a las librerías de segunda mano o las bibliotecas para conseguirlas y así disfrutar de los ensueños, pesadillas y visiones de los escritores nuestros que han honrado este género inmortal de la CF.

Este artículo ha sido publicado en el décimo primer número de la revista que puede ser adquirida a través de su sitio web trazasnegras.cl

Wilberio Mardones es un librero y crítico panameño residente en Chile

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