1. Fin de la hegemonía chavista en Venezuela
Ante el peligro de terminar como el gobierno de Yanukovich en Ucrania y ante la incapacidad interna del Chavismo de renovar su equipo de gobierno, Maduro ofreció a la burguesía nacional compartir el poder del Estado. La plataforma que escogió para tal oferta es la Conferencia Nacional para la Paz. Actuó en el último minuto, ante un crescendo de intervencionismo gringo, campaña psicotizante nacional e internacional de la oposición, deterioro de la economía -el Índice General de escasez de Alimentos subió de 22.8 a 28, de diciembre 2013 a enero 2014; la oferta semanal de dólares estatales se quedó a la mitad de lo ofrecido; los inventarios empresariales están muy bajos–; las manifestaciones de la oposición golpista; y el débil apoyo de los gobiernos latinoamericanos.
La troika gobernante Maduro-Cabello-Arreaza- dice con sentido común que es mejor perder algo, que perder todo. Tiene razón, pero traducido el hecho a la dimensión política significa que es el fin del proyecto histórico de Chávez, el fin de la 5ta República.
De 2003 al 2013 duró la hegemonía de Chávez y del Chavismo. En esta fase, Chávez gobernó con sectores de la burguesía, pero con la burguesía en un lugar subalterno. Hoy día, la burguesía envalentonada se empareja. Hoy día, todo tiene que negociarse entre «iguales». Este es el precio de la parálisis gubernamental del último año en que se perdió la iniciativa estratégica. Con su manejo simplista de la crisis -que no dividió a la oposición, como hace toda política inteligente, sino que permitió su cohesión y crecimiento acelerado– el Chavismo se debilitó sustancialmente. La tarea ahora es, evitar su colapso como movimiento y fuerza social y co-gobernante estatal.
2. Mayor intervencionismo de Washington
La resolución 488 de la poderosa reaccionaria cubana, Ileana Ros-Lethinen, ya aprobada en un subcomité del Congreso estadounidense y que será presentada al pleno de la Cámara esta semana, con el apoyo de ocho diputados de Florida, aumenta considerablemente la presión externa. La resolución solicita a Obama "tome pasos inmediatos para responsabilizar a funcionarios del régimen de Maduro por violaciones contra los derechos humanos..., para negar visas para entrar a los EE.UU. a funcionarios venezolanos, a bloquear sus propiedades y congelar sus bienes, y a prohibirles conducir transacciones financieras en los EE.UU." Dado que Obama no puede ganar el conflicto en Ucrania –será su Vietnám político si no reconsidera-- no se puede excluir que asuma una posición más injerencista en Venezuela, para cubrirse internamente ante los "neocons" de la derecha fascista.
3. Los Vencedores de la crisis
Los ganadores en esta gran coalición nacional para superar la crisis son la flamante estrella de la transición, el Jefe de las empresas Polar, Lorenzo Mendoza, Henrique Capriles y la Iglesia Católica. A partir de ahora, la troika comparte el poder del Estado con la Santa Trinidad del Gran Capital, de la política imperial y con el Vaticano.
Las grandes reformas económicas que Maduro no hizo en todo un año, las hará ahora el nuevo Ministro de Economía (de facto) Lorenzo Mendoza. El objetivo y la metodología de las doce líneas de trabajo que impone son muy claras. Reformas neoliberales en todos los campos de la economía, desde las leyes del trabajo –"flexibilización de las permisologías del trabajo", en la jerga de los burócratas– hasta la liberalización del dólar, todo según los intereses de ganancia de la patronal. Maduro, Cabello y Arreaza, que poco saben de economía, no van a ser más que parte de la coreografía de este hábil intelectual orgánico del gran capital, que es Mendoza. Rafael Ramírez, que sí sabe de economía, pasará a segunda línea, lo sacan como Samán, o lo aíslan en PdVSA, si no se somete.
Si a Mendoza le tocó la cartera económica, a Henrique Capriles le toca parte del poder de la cartera política. No está mal para él, como plataforma para llegar a la cúspide del poder. Con habilidad maneja sus negociaciones a través del gobernador de Lara, Henry Falcón –ex chavista– quién fue su jefe de campaña en las últimas elecciones.
La pacificación de los «violentos» queda en manos de la Iglesia.
4. El fin del modelo de Hugo Chávez
Desde las alturas de la ilusión del poder total y estable, creado después de las elecciones municipales, la cúpula gobernante ahora se ha lanzado en paracaídas para rescatarse. El verdadero precio de la derrota, causada por arrogancia, sectarismo y falta de eficiencia, se verá pronto, cuando los vencedores relativos pidan su tajada de los negocios.
Y las mayorías pagarán, como siempre en la historia, la ceguera y estupidez histórica de los líderes. Sin embargo, no hay ninguna garantía, que el imperio y sus sátrapas tropicales se contenten con un arreglo de esta naturaleza. Si pueden tener el control total del país, ¿por qué se van a contentar con una parte del botín? Más, cuando la derrota de Obama y sus títeres en Ucrania sugieren un quid pro quo de la realpolitik en otra parte.
5. ¿Cómo salvar lo que queda?
De esta manera trágica, se cierra el ciclo de las esperanzas desarrollistas-nacionalistas que se abrió hace quince años en América Latina con la hazaña del Comandante Chávez. Washington exigirá que los gobiernos de centro-izquierda que quedan todavía se sometan a sus intereses, si no quieren ser desestabilizados, y el patio trasero podría volver a su destino histórico.
Para salvar lo poco que se puede salvar, se requieren tres medidas urgentes e impostergables: 1. Un equipo gubernamental eficiente que pueda desarrollar e implementar la reforma económica estructural, el Estado de Derecho y la nueva Narrativa Fundacional; 2. Una iniciativa diplomática a nivel latinoamericano para recuperar la confianza de los gobiernos amigos, perdida en el último año de diletantismo, de un futuro posible para el chavismo y motivarlos a una solidaridad real ante lo que Cristina Kirchner ha llamado "el golpe suave de Estado" en Venezuela. 3. Una iniciativa diplomática con Rusia y China, para que ambas superpotencias se enfrenten al gran desestabilizador global Obama, ya sea, de manera discreta, ya sea a través del Consejo de Seguridad de la ONU. Con los intereses geoestratégicos de Rusia y geoeconómicos de China en peligro -por dormirse en la crisis de Gaddafi, China perdió 40 mil millones de dólares en Libia– y el grave error de Obama de "trazar una línea roja" en Ucrania que no puede defender, la correlación internacional de fuerzas permite tal contraofensiva estratégica.
Sin embargo, para esta contraofensiva general se requiere de un gobierno de gente capaz, como en Rusia y China. Trágicamente para el pueblo de Venezuela parece, que en el país que vio nacer a Simón Bolívar, no hay circunstancias para construir este gobierno capaz de defenderse y vencer al enemigo