La primera ministra electa anunció un día después de vencer los comicios que cancela la subida de tasas del 75% y la polémica ley antiprotestas estudiantiles.
Tras casi siete meses de huelga indefinida en institutos y universidades y más de 2.500 detenidos en manifestaciones y protestas, los estudiantes culminan la lucha con lo que, a falta de concretarse, se confirma como una importante victoria. El 5 de septiembre, tan sólo un día después de vencer por escaso margen en las elecciones legislativas anticipadas de la provincia canadiense de Quebec, la nueva primera ministra, Pauline Marois, del independentista Partido Quebequés, anunciaba su decisión de anular el incremento de las tasas decidido por el anterior Gobierno liberal. El aumento del coste de las matrículas en un 75% estuvo en el origen de la huelga que desde febrero paralizaba las clases en centenares de centros y en la que han llegado a participar 300.000 estudiantes.
Paralelamente, Marois ha anunciado también la anulación de la Ley 12, la norma que el Gobierno del saliente Jean Charest aprobó específicamente para criminalizar las protestas e imponer por la fuerza el retorno a las clases mediante la restricción de las libertades de asociación, reunión y expresión. Esta ley, lejos de aplastar la revuelta, le dio un empujón al provocar que se sumasen a ella otros sectores de la sociedad indignados tanto por la drástica restricción de derechos y libertades que imponía como por el ataque contra los servicios públicos.
"Esta declaración del nuevo Gobierno es una victoria para todos los estudiantes de Quebec, que con este gesto podrán mantener la accesibilidad a los estudios", declaraban los portavoces de las federaciones estudiantiles FECQ y FEUQ, que representan a más de 200.000 estudiantes, en un comunicado conjunto. La federación La Classe, que aúna a unos 100.000 miembros, también "acoge favorablemente" la doble decisión del nuevo Gobierno, pero "se mantendrá vigilante hasta que se aplique".
Otra de las promesas electorales del Partido Quebequés era la celebración, previsiblemente este otoño, de una cumbre sobre educación en la que se abordarán cuestiones como la financiación de la universidad, los precios de las matrículas y la accesibilidad de la enseñanza superior.
Sin embargo, el nuevo Gobierno no tiene la intención de congelar las tasas, sino "ajustarlas a la inflación". Y muchos no olvidan que en 1996, cuando Marois era ministra de Educación, el entonces Gobierno del Partido Quebequés ya intentó subir las tasas un 30% tras una cumbre de este tipo, medida que retiró ante las protestas. "Nosotros seguiremos recalcando que la gratuidad escolar es la única manera de alcanzar una accesibilidad a los estudios sin discriminación y de evitar una relación clientelista en las instituciones de enseñanza", explicaba Jeanne Reynolds, coportavoz de La Classe.
A fin de mantener la presión para que el nuevo Gobierno cumpla con sus promesas y de cara a la cumbre de educación, a pesar de que la huelga se haya desconvocado en todos los centros tras lograr sus objetivos, La Classe ha convocado a una nueva gran manifestación el día 22 de septiembre, como las que ya se han ido realizando el día 22 de cada mes desde que empezara la huelga, que pretende demostrar que "el dossier estudiantil no está cerrado y que nuestra sed de justicia social permanece".
Además, todas las federaciones estudiantiles comparten la necesidad de abordar la cuestión de la Ayuda Financiera a los Estudios, compuesta tanto de becas como de créditos. "Habría que revisarlo para disminuir el número de préstamos y bonificar las becas", explicaba Élianne Laberge, de la FECQ, puesto que los créditos hoy provocan que un 60% de estudiantes acaben la universidad con importantes deudas. Mientras, La Classe solicita que se reanuden con urgencia las ayudas cuyo pago paralizó el Gobierno liberal de Charest desde que se iniciara el curso hace un mes, situación que deja en un "estado de gran precariedad" a numerosos estudiantes.
Tras ganar un pulso que ha durado más de medio año contra las medidas neoliberales de Charest en la educación, los estudiantes dan un paso más y han puesto sobre la mesa problemas y reivindicaciones en lo que se presenta como un gran debate sobre el futuro de la educación superior en Quebec.