Por Valentina Luza
Hasta el 8 de octubre, se tiene en recuento de 36 femicidios y 82 femicidios frustrados según datos del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género. De ellas, muchas ya habían denunciado ante la justicia. Estas cifras solo han demostrado la perpetuación de un estado de vulneración a los derechos de las mujeres gracias a un Estado que crea un contexto de permisividad e impunidad hacia los femicidas. Lo que genera, en consecuencia, todo un sistema cómplice de la violencia que viven día a día las mujeres y demostrando que aún es una problemática pendiente en nuestro país.
El femicidio es considerado el asesinato de las mujeres como resultado de la violencia de género que ocurre tanto en el ámbito privado, como en el público. En nuestro país la Ley de Femicidio (Ley 20.480) se promulgó en diciembre de 2010, y modificó la Ley 20.066 sobre violencia intrafamiliar. Es en este contexto, que ha sido considerado en las agendas y en las instituciones como un problema social de gran importancia a erradicar.
Sin embargo, en éste se cruzan diferentes dimensiones que han generado un escenario de negligencia, burocracia y permisividad dejando vacíos de inoperancia e ineficiencia que no han sido abordados. Por un lado, existe la creencia en un sistema judicial que de alguna forma certifica la seguridad a las mujeres en el caso de denunciar a su agresor, lo que no ha sido efectivo.
Según un estudio realizado por la Comisión de mujeres y equidad de género de la Asociación de municipalidades de Chile, de las 35 mujeres que fueron asesinadas este año, en el 28% de los casos existía una denuncia previa a Carabineros por agresiones físicas o psicológicas y en el 14% de los casos se había aplicado una medida cautelar de prohibición de acercamiento.
Lo que hace preguntar: ¿Dónde estaba el Estado cuando esto sucedía? ¿Cuáles son las dimensiones que no están siendo evidenciadas? ¿Cuáles son los desafíos y deudas que tienen las políticas públicas en la prevención de la violencia hacia las mujeres?
Prueba de ello es el caso de Hellen, víctima del femicidio número 24 en junio del presente año, que hizo todo lo que el sistema le pide a una mujer: denunciar e insistir. Aún así, tres meses después fue asesinada y apuñalada en manos de su pareja. Este caso causó gran conmoción, al punto que la Ministra Isabel Pla señaló que: "Todo el sistema le falló" y volvió a poner en el ojo público la efectividad de los sistemas judiciales en nuestro país.
Tipificación de la violencia en el pololeo: Ley Gabriela
Según este mismo estudio, se identificó que en el 23,9% de los casos el autor corresponde a una expareja, mientras que en la mayoría de los casos (26,3%) el causante del homicidio es un conviviente.
Uno de los grandes vacíos legales que Chile, es también la no-tipificación de la violencia de género en un contexto de unión no conyugal o exparejas. Este es considerado conceptualmente como un femicidio no-íntimo y hasta el momento no está considerado dentro de la ley.
Es por esto que se ha propulsado por parte de la Comisión de la mujer la existencia de la Ley Gabriela: una normativa que venga a dar respuesta a esta problemática y amplíe la definición de femicidio englobándola hacia todas las muertes que posean un motivo de odio, menosprecio o abuso de género. Incluso pretende contemplar agravantes como alevosía o ensañamiento, que la víctima sufra alguna discapacidad o que sea menor de 18 años, entre otras.
En concreto, el artículo aprobado para el proyecto conocido como "Ley Gabriela" establece que "comete el delito de femicidio, que será sancionado con la pena de presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo calificado, el hombre que diere muerte a una mujer que es o ha sido su cónyuge o conviviente, o que tiene o ha tenido una relación de pareja de carácter sentimental o sexual sin convivencia con éste, o con quien tiene o han tenido un hijo en común".
Esta ley nació por el caso de la joven que fue asesinada junto con su madre en manos de su expololo, quien pese haber confesado, no fue juzgado por femicidio, sino por homicidio y violación, recibiendo una condena menor.
El proyecto de ley fue aprobado en general por la Sala del Senado el 24 de septiembre pasado y debe ser visto nuevamente por las comisiones de Mujer y Constitución, para su posterior discusión en la Sala y su tercer trámite legislativo en la Cámara Baja, antes de convertirse en ley.
María Elena Santibáñez, académica de Derecho Penal de la Escuela de Derecho de la Universidad Católica, frente a esto señala que: "Hoy es insostenible decir que el femicidio no debería visibilizarse, o que es lo mismo que un homicidio. Debe ser visibilizado y hacer notar que representa muertes de mujeres por su condición de tal".
Las cifras oficiales del Ministerio, como señalé anteriormente, contemplan 36 femicidios a la fecha. Por el contrario, la Red Chile Contra la Violencia hacia las mujeres declara 49 femicidios contabilizando dentro de este recuento aquellos ejecutados en contexto de pololos o ex parejas.
Representación de las mujeres: los estereotipos, los medios y la cosificación
Las mujeres mueren por el hecho de ser mujeres; de encontrarse en contextos donde la violencia de género alcanza desde su niñez hasta su vida adulta situaciones que las van desligando a ser "ciudadanas de segunda clase".
Esto bien lo afirma Tatiana Hernández, socióloga e investigadora del Observatorio de Género y Equidad: "Se olvida que estamos hablando de una historia de sometimiento continuo en la que alguien busca asesinar una mujer no lo logra. Entonces no hacer justicia con respecto a eso, es no hacer que el sistema de protección opere, es no entender el riesgo que tienen las mujeres por el hecho se ser mujeres".
Esta situación parece tener razón en diferentes esferas. Es en gran parte gracias a los estereotipos que instaura la sociedad desde los primeros años de vida, como así también la cosificación de nosotras tanto en los planos públicos como privados. Relegadas a ser ciudadanas de segunda categoría, hasta finalmente ser representadas en los medios - incluso en noticias de femicidio- como aquellas que desaparecen por sí solas y no que son otros, las que las hacen desaparecer.
Tal es el caso de Fernanda Maciel, que tras su desaparición y búsqueda fue encontrada muerta en un confuso proceso judicial. Tras esto, los medios difundieron su informe psicológico incentivando el morbo y la exposición de la víctima, abordando mediáticamente de una manera misógina todo el proceso investigativo.
Este hecho fue denunciado por el Consejo Nacional de Televisión gracias a que agrupaciones develaron este hecho como un brazo más de la representación de la violencia hacia las mujeres en un tratamiento informativo irresponsable.
Gracias a estos ejemplos Observatorio de la Violencia hacia la mujer ha planteado en un reportaje la comunicación no-sexista como una estrategia a largo y mediano plazo que genere en la sociedad mayor consciencia y sensibilización en una materia en donde el Estado debería también ser un regulador y fiscalizador de su ejecución.
Educación no sexista de manera trasversal: una respuesta clave
Es así, como tanto el Estado como las instituciones encargadas de generar imaginarios en el colectivo, poseen hoy una labor trascendental en la paulatina erradicación de la violencia patriarcal. Un desafío que significa en el día de hoy una deuda pendiente para todas aquellas que han muerto en el silencio de la impunidad sin justicia, ni simbólica, ni judicial.
Para avanzar en la erradicación de violencia contra las mujeres es necesario ir a su base, dice Camila Maturana Kesteen, abogada de Corporación Humanas: «Lo que los estados deben hacer es implementar políticas integrales, que consideren marcos legales que reconozcan el ejercicio pleno de mujeres y niñas, además de campañas permanentes sobre los derechos humanos de mujeres y niñas, capacitaciones a todos los funcionarios públicos sobre temas de género y abordar con seriedad la educación no sexista».
Una visión en la que coincide la socióloga Tatiana Hernández. "El tema de la violencia de género no se va acabar sin educación no sexista, si niños y niñas no son educados sin estereotipos, si no se educan a los funcionarios públicos que siguen pensando que es un tema de hombres enfermos y celópatas, cuando es un tema cultural que indica que los hombres tienen que dominar a las mujeres".
Se trata de dejar de hablar de mujeres que han muerto en manos de un enfermo o por celos o por amor; sino que fueron asesinadas por el hecho ser mujeres en un país que no ha sabido responder ni evitar sus muertes y que posee aún muchas deudas en temáticas de género.