Los ingresos de las diez compañías multinacionales más ricas superaron en 2015 a la suma total de lo que ganaron 180 países. De las 100 entidades económicas más poderosas en el planeta actualmente, 69 son empresas y 31 países. La influencia de las grandes corporaciones en decisiones legislativas y políticas crece tanto como sus ganancias.
Jose Durán Rodríguez / Diagonal
«Algún día tu país se llamará Microsoft, invadirá Nippon Soda, lo venderá a Motorola». La letra es de la canción El signo de los tiempos del grupo Lagartija Nick.
Cuando la publicaron en 2007, los granadinos ilustraron y anticiparon algunastendencias políticas y económicas que se han ido confirmando posteriormente relativas a la creciente influencia de las empresas multinacionales en la vida cotidiana, en los espacios públicos (recordemos el renombramiento de la estación de metro de Sol, en Madrid, a cargo de una compañía de telefonía móvil durante tres años) y en las decisiones que toman los gobiernos en todo el mundo y a distintas escalas.
Como ejemplo en España, las prospecciones petrolíferas de Repsol alentadas y aprobadas en Canarias, contra la opinión del propio gobierno autonómico, de técnicos y de una ciudadanía preocupada por las repercusiones ambientales y en la salud, pero llevadas a cabo para mayor gloria de corporaciones en cuyo consejo de administración pueden acabar figurando -y cobrando cifras con seis o siete ceros- quienes dieron luz verde a esos proyectos desde sus carteras ministeriales.
La pérdida de identidad y de poder de las soberanías nacionales representadas en los parlamentos frente a las grandes corporaciones ofrece una nueva dimensión en los acuerdos de libre comercio como TTIP, CETA TISA o TTP.
Negociados en silencio y con grandes dosis de oscurantismo, aunque el velo impuesto se ha roto por la acción de colectivos y algunos partidos políticos, estos tratados convierten a las multinacionales en actores privilegiados en la toma de decisiones
legislativas, con la misma capacidad de intervenir sobre determinados asuntos que los gobiernos.
En esa línea, resulta llamativo el informe publicado esta semana por Global Justice Now en el que analiza el valor de mercado de grandes corporaciones como Shell, Volkswagen, Toyota, BP o Apple y lo compara con el de los estados.
De las 100 entidades económicas más ricas en el planeta actualmente, 69 son empresas y 31 países, según el estudio realizado por esta organización, que ha utilizado los datos sobre ingresos y gastos anuales de corporaciones y estados publicados en 2015 por la CIA y por Fortune.
«Hace un año, eran 63 empresas y 37 países. De seguir a este ritmo, en una generación viviremos en un mundo completamente dominado por las empresas gigantes», advierte Aisha Dodwell, directora de campañas de Global Justice Now. Si ampliamos la mirada a las 200 entidades más ricas, 153 son multinacionales.
Los ingresos conjuntos del top 10 de estas grandes empresas, casi tres billones de dólares (2.856.595.000.000), superan a la suma total de lo ingresado en 2015 por 180 países (2.809.174.980.000), entre los que aparecen Irlanda, Indonesia, Colombia o Israel. También ganaron más que la segunda economía mundial, la china.
Walmart es la primera corporación que aparece en el listado, con un valor de mercado de 482.130 millones de dólares, por delante de España, Australia y Países Bajos.
«La inmensa riqueza y el poder de las corporaciones están en el centro de muchos de los problemas del mundo, como la desigualdad y el cambio climático», opina Nick Dearden, director de Global Justice Now. «La búsqueda de beneficios en el corto plazo parece estar por encima de los más básicos derechos humanos de millones de personas en todo el planeta», lamenta.