Se cuestionaron "los sentimientos", las encuestas, "fake news", las mentiras, tergiversaciones, especulaciones, se cuestionó la "forma" y el proceso... pero hoy el resultado es contundente y claro: más de un 60% rechazó la propuesta de Constitución.
Lorenzo Cornejo Jara
Originalmente, el contexto parecía favorable, el movimiento de transformación constitucional contó con el amplio respaldo del plebiscito de entrada (aprobado) y en su momento, con buena parte del sentir generado en el Estallido Social de 2019 (sentir de la calle). Entonces ¿qué pasó? ¿cómo se pudo rechazar un proyecto que venía a dar cuenta de las proclamas y necesidades de la mayoría de la población en Chile? ¿Cómo pasamos del "no eran 30 pesos, eran 3 comunas", para ver ahora cómo esas mismas comunas terminaron celebrando con pulcras banderas chilenas, bajo el sonido del rock y las piscolas?
Hay muchos aprendizajes que se pueden advertir (incluso para quienes compartimos visiones críticas desde el estallido), pero el tema en cuestión es ¿qué pasó con el pueblo?
Respuestas tentativas
Toda polarización es, sin duda, una caricatura de la realidad (compleja, contradictoria, ilógica), pero la invitación acá, era categórica: Aprobar o Rechazar. Así, antes, durante y posteriormente a la redacción de la propuesta, hubo un grupo de derechistas (militantes y "civiles") que acusaron la falta de técnicos-especialistas, esto es, de abogados, expertos constitucionales (incluso políticos) en el proceso de nueva Constitución, ya que no cualquiera puede crear la Constitución de un Estado-Nación y, por ello, el pueblo debe estar preparado para hacerlo, o bien, ceder el espacio a expertos.
No obstante, ganó la diversidad de la sociedad en Chile y ciertamente, la campaña del Rechazo comenzó cuando perdieron tanto el plebiscito de entrada como la elección de constituyentes (siendo minoría). Ahí rápidamente se desprestigió la propuesta (no sin considerar los autogoles de ciertos constituyentes de izquierda), asociándola al desorden, a los gritos, las peleas, los conflictos de interés (con reajuste de ingresos), el odio a los "símbolos patrios", entre otros. Así, la derecha supo movilizar esta asociación desde el comienzo del proceso constituyente, hasta su franja final: "rechazando con amor", donde poco y nada se habló directamente de los artículos y basándose en un supuesto sentimiento: "de odio"; forzadas interpretaciones: "ahora tendremos chilenos de primera y segunda" y las especulaciones proféticas: "si gana el apruebo, Chile será un peor país".
Una vez terminada la propuesta, se sumó otro problema: el pueblo (el mismo que escribió el texto), ahora, paradojalmente, no será capaz de leer la constitución, porque, nuevamente, es incapaz de entender los aspectos técnico-legales del texto.
Sin embargo, esta supuesta incapacidad del pueblo que la derecha fraguó con descaradas mentiras en redes sociales, medios de comunicación y diversos soportes en campañas (panfletos, estampas, canciones, discursos), no es respuesta suficiente para que haya ganado el Rechazo. Para la izquierda partidista, el problema es otro ¿por qué el pueblo no logró conectar realmente con la propuesta?
Parece necesario reconocer que, la llegada de la izquierda partidista a ciertos sectores y grupos sociales (rurales, inmigrantes, poblacionales, lumpen, entre otros) no supo conectar la campaña informativa (desde el problema de la lectura y educación de la nueva propuesta, hasta la construcción de un ánimo transformador) con las ganancias políticas de la misma (basada en más derechos, más garantías, más igualdad). Esta distancia es un problema histórico: ¿cómo "educar" al pueblo, cuando el propio pueblo ha sido "manipulado" por los valores, normas, identidades...de la ideología de derecha? El resultado es claro: en lo "nacional", lo "tradicional-conservador" y en la, a esta altura ya clásica, supuesta "alma comunista" de la propuesta, la derecha supo dar en ciertos clavos.
En definitiva, la confluencia entre la incapacidad del pueblo que ha promovido la derecha y la crítica de manipulación y falta de educación que pueda surgir desde la izquierda partidista (crítica que necesita ser claramente repensada), han desacreditado la acción del pueblo: manipulados o conscientes (dominados o dominantes, estructurados o reflexivos), hoy el pueblo terminó por votar Rechazo...
¿Y ahora?… que sigan las rifas y bingos para costear las enfermedades; que las AFP se vuelvan más millonarias a costa de las y los trabajadores y, especialmente, ancianas y ancianos; que el agua en Petorca siga monopolizada por los privados para sus "emprendimientos"; que el mercado siga especulando precios con la educación, la salud y la vivienda; que sigan invisibles las niñas, niños, comunidades indígenas, personas en situación de discapacidad, neurodivergentes, diversidades/disidencias sexuales, cuidadoras y trabajadoras domésticas, las y los artistas, las y los profesores, flora y fauna nativa,... ¿Y ahora? que la competencia y el exitismo siga siendo la única forma de relacionarnos... ¿y ahora?… que sigan ganando "los mejores" ... ¿Y ahora?… que gane "el mejor" ...