Y qué pasaría si los micropuntos gritaran

La semana recién pasada, se anunció que la Municipalidad de Concepción le otorgaría «micropuntos» a unos mil vecinos. La nueva tecnología que se propone disminuir los robos, pues consiste en un dispositivo que mide aproximadamente un milímetro y que contiene una serie de datos que permitiría a carabineros, a través de un instrumento, descifrarlos. El micropunto tendría la información del propietario del artefacto al cual está adherido y, que por su tamaño será muy difícil de detectar (o detectarlos si se ponen varios) por quien se lo haya apropiado.

El negocio de los micropuntos promete y uno de los argumentos de su propaganda es que representa a una nueva generación, que reemplazará a las viejas alarmas, que se mostraron burlables. Uno de los soportes de este seguro negocio es el propio Estado que brinda su «apoyo institucional» a la empresa fabricante, Datadot. La «seguridad» como necesidad ya está establecida, por lo que quienes arman el negocio, podrán ahorrarse la consulta a la población de que si son necesarios o no los micropuntos. Ahora, sólo debe echarse a andar la «virtuosa alianza público-privada», con millones en compras de micropuntos a beneficio de la seguridad.

Sin embargo, es paradójico que una de las municipalidades con mayores cuestionamientos sobre el uso y pérdidas de recursos públicos, anuncie la gran novedad del mercado de la seguridad. Una respuesta tentativa, puede ser porque el micropunto sólo confirma lo que el dueño sabe; que tal cosa es propia. Porque, qué pasaría si los micropuntos pudiesen pegarse a la plata pública y gritaran; aquí estoy, pegado en los 255 millones de horas extras, entre el 2009 y el 2010; aquí estoy, en los 20 millones por horas extras, pagados al actual Seremi de Educación Benjamín Maureira, cuando era Jefe DAEM; aquí, en los fondos pagados por las tulipas; aquí, en los gastos en canastas familiares; aquí estoy, pegado a 3 mil millones de déficit municipal.

Y qué pasaría si los micropuntos gritaran.

Foto de Archivo: Movilizaciones estudiantiles en contra del cierre y venta de establecimeintos públicos penquistas por parte de la Municipalidad, argumentando falta de financiemiento para éstos y necesidad de dinero por la venta del Liceo Balmaceda.

El déficit penquista.

Cierre y venta de colegios en Concepción. Desfinanciamiento y millonario pago de horas extras.

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