El movimiento social en la zona se ha mostrado particularmente activo durante las últimas semanas y ha tenido de cabeza a los gobernantes. Los pobladores de La Colonia y Lo Rojas, en Coronel, han redoblado sus reclamos y demandas contra la presencia y polución generada por las empresas termoeléctricas instaladas en sus narices. Los mismos habitantes de Lo Rojas han sido actores importantes en las movilizaciones y acciones emprendidas por el gremio de pescadores artesanales de todos los puertos y caletas de la zona, duramente afectados por las implicancias de la ley de pesca que se está tramitando en el Congreso. Los trabajadores de la construcción del Mall del Centro, en Concepción, han vuelto a estar en jornadas de paro y movilizaciones a raíz de la vulneración de acuerdos establecidos en anteriores negociaciones, por parte de la empresa constructora. Diversos sectores de la comunidad de Arauco han levantado una mesa y protagonizado variadas jornadas de movilización en pro de demandas específicas que afectan a la provincia.
Sin embargo, no todo resulta ser tan auspicioso como parece, puesto que estas movilizaciones sociales ponen en evidencia un problema común que las afecta. Esto es que no logran rebasar el marco de las reivindicaciones del sector social o del área geográfica en donde éstas se realizan, lo que se traduce en su pronto agotamiento. Se da incluso la paradoja de que, cuando logran romper estos límites, muchas veces chocan con los intereses y reivindicaciones de los vecinos o de otros sectores. Así, el esfuerzo y empeño que están poniendo en cada acción y movilización, se está diluyendo luego del impulso inicial de cada grupo movilizado. No se prolonga. No trasciende.
Influye en esta cuestión, por un lado, la falta de perspectiva que en cada sector se produce para ver más allá de la inmediatez y plantear la resolución de problemas más allá de la urgencia; incluido en esto la ausencia de sentido solidario y de pueblo para integrar las demandas de los demás y los intereses colectivos. Por otro lado, se constata la falta de relación, de cooperación y coordinación entre organizaciones del mismo rubro o movilizaciones del mismo carácter, lo que se traduce en una dispersión de contenido y de forma. No hay una relación que surja de las movilizaciones y le de continuidad a los objetivos de largo plazo que encierra cada movimiento social. Y cuando esta relación o coordinación se insinúa o se produce, carece de un componente de contenido político que le dé continuidad.
Sin duda, el factor común de estas movilizaciones es la carencia de contenido político en las demandas que levantan y en la lucha que emprenden por resolver sus exigencias. Pareciera haber un esfuerzo deliberado por no cometer el pecado de darle algún significado político a sus luchas. Uno de los grandes logros de la dictadura y de su modelo de dominación ha sido demonizar y criminalizar la participación y contenido político de las luchas sociales y luchadores sociales. Baste recordar cómo el año anterior los gobernantes le daban connotación de delito al contenido político y sesgo ideológico que tenía la movilización estudiantil. Este oscurantismo en la participación política ciudadana ha sido alimentado por el duopolio, concertación y derecha, que han administrado el modelo dictatorial a la medida perfecta de sus intereses; este duopolio ejerce una verdadera colusión que ha limitado el rol ciudadano al acto de aprobar mediante el voto la designación de sus alcaldes, parlamentarios y demases que periódicamente deben ir renovando para mantener las apariencias y conservar su poder.