Studio Ghibli: 35 años de maravillas en la animación

Por Alejandro Baeza

El pasado 15 de junio de cumplieron 35 años de la fundación (oficial) del Studio Ghibli, la casa de animación japonesa nacida gracias a una lucha sindical y a estas alturas convertida en un emblema del cine. Su fantasía mágica, sus historias llenas de hermosos paisajes pintados a mano, sus carismáticos personajes, sus fuertes protagonistas mujeres, sus críticas sociales y mensajes por el medioambiente, su hermosa música incidental y su amor por el cine a fin de cuentas, lograron conquistar a todo el mundo hasta convertirse en clásicos revisitables una y no otra vez, sin importar si te acompaña un niño o niña al lado (pero créeme que es mucho mejor si lo hay).

Sin embargo, el trabajo de lo que sería Ghibli comenzó mucho antes, y esta fecha más bien la concretización de años de trabajo de Isao Takahata y Hayao Miyazaki.

Esta dupla creativa había maravillado a todo Japón con el estreno de Nausicaä del Valle del Viento en 1984, un año antes de la fundación oficial del Studio Ghibli y si bien fue lanzada bajo el amparo del estudio Topcraft, muchas veces figura como la primera producción del catálogo Ghibli, pues el equipo encargado de ésta meses más tarde y gracias al gran éxito del film, lograrían cumplir su sueño de independizarse y crear su propio estudio de animación para tener la total libertad creativa, artística y política.

Nausicaä

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Además marca el camino y es referente para los largometrajes que después haría el Studio Ghibli en muchos aspectos: El tener una protagonista mujer, las temáticas medioambientales y la relación con la naturaleza, que buena parte de la historia transcurra en el aire, las increíbles técnicas animación (que hacen que cueste creer que tenga 37 años) y hasta la presencia de Joe Hisaishi en la banda sonora.

Si bien es Hayao Miyazaki la figura más reconocible y popular del estudio, su origen es más bien una relación dialéctica con su mentor, compañero y amigo: Isao Takahata.

 

Isao Takahata: el maestro

Takahata inició su carrera en Toei Doga, para entonces el gran estudio de animación en Japón, actualmente llamado Toei Animation, responsable de los animés más populares tanto en Japón como para todo el mundo (Dragon Ball o Sailor Moon en los 90, por dar un ejemplo) pero ya en los años 60 era llamado el «Disney nipón», produciendo largometrajes y series de la mano del renombrado Osamu Tezuka (Astroboy, Kimba el León Blanco, La Princesa Caballero, etc.) con un sistema de producción de bajo costo, que llevó a mediados de los 70 a «reducir gastos» en base a despido de trabajadores y aumento en la cantidad de horas de trabajo del personal, situación que produjo una gigantesca huelga como herramienta de lucha, que luego desembocaría en una fuga de animadores -quienes finalmente generaban las utilidades y riquezas del estudio- a otras televisoras ansiosas de iniciar su propia producción de animé. El principal instigador de esta huelga fue precisamente Isao Takahata, quien como dirigente sindical puso en jaque al monstruo Toei.

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En esta fuga de trabajadores, Takahata insta a Hayao Miyazaki, un joven principiante que lo admiraba y con quien había trabajado Hols, el príncipe del Sol -quien además se había transformado en una suerte de aprendiz-, a abandonar Toei e irse a trabajar con él, tanto por su afinidad política en el marxismo, así como por su visión artística y creativa.

Hayao Miyazaki e Isao Takahata: Aprendiz-maestro, colegas, socios y amigos

 

La dupla Takahata-Miyazaki: Heidi, Marco y la infancia de toda una generación alrededor del mundo

Tras irse de Toei, en 1974 fueron a parar a Fuji TV, donde a Takahata como director de proyectos, le encargaron un espacio en la programación para adaptar clásicos cuentos infantiles a series animadas. Impulsado por la experiencia vivida en la realización de «Hols», Takahata trae a buena parte del Sindicato 1 de Toei y replica la estructura de animación de su antiguo empleador dando inicio a la productora Nippon Animation, donde dio vida a los clásicos Heidi en 1974 y Marco en 1976.

Para estas obras puso a su amigo Hayao Miyazaki a cargo de la creación de personajes y la elaboración de los fondos (backgrunds), produciendo nuevas líneas de animación y narración como nunca antes se habían realizado en el animé, lo que llevó a Heidi, la historia de una tierna niña que vive con su abuelo en los Alpes, a transformarse en un megafenómeno, pues la obra fue un sorprendente éxito mundial, siendo la primera serie de animación japonesa en ser transmitida tanto Europa, Estados Unidos y América Latina con un éxito arrollador, éxito que después fue repetido por Marco, un niño italiano que viaja por el mundo buscando a su madre. Ambas fueron revolucionarias por su concepción reposada y costumbrista, lejos de los productos de la época con tramas de acción y fantasía.

Por su parte, Miyazaki dirigió en 1978 una serie animada titulada Conan, el niño del futuro donde en 26 capítulos muestra un mundo postapocalíptico luego de la aniquilación de la Tercera Guerra Mundial (el gran temor durante la Guerra Fría), siendo también muy bien recibida en Japón como en otras latitudes.

A pesar de su exitoso trabajo en estas series, por diferencias salariales y de condiciones laborales, mas no creativas pues Nippon Animation daba total libertad al equipo, Takahata y Miyazaki deciden que es tiempo de formar un propio estudio bajo las directrices laborales y artísticas adecuadas a su pensamiento, y tras el camino a seguir mostrado por el largometraje Nausicaä del Valle del Viento dirigida por Hayao Miyazaki y producida por Isao Takahata, impulsa a su equipo a tomar un nuevo rumbo, siendo éste origen del Studio Ghibli.

En Ghibli hasta el de día hoy mantienen algunos de los estandartes ideológicos en sus películas. Sin ser panfletos políticos, sino que sutilmente y muy bien justificados en la historia plantean una crítica a la sociedad capitalista, al consumo, al individualismo y la depredación ambiental, además de tener casi como regla no escrita que sus protagonistas sean mujeres, no en la versión princesa que necesita ser rescatada como en Disney, sino mujeres fuertes, aventureras, con defectos y ganas de resolver los problemas que se les presentan. El marxismo influiría también la organización del trabajo de Studio Ghibli, donde el reparto de responsabilidades y la horizontalidad serían modelo organizativo.

Por otra parte, al tándem Miyazaki-Takahata hay que también sumarle un tercer actor, quizás tan importante como ellos en la construcción de la identidad Ghibli y se trata de Joe Hisaishi, cuyo trabajo como compositor de la música de gran parte de la filmografía del estudio es tan esencial, que es imposible recordar una escena de alguna película sin que comiencen a sonar inmediatamente los acordes que la acompañan. Y es que las cintas Ghibli, siempre han sido muy musicales, todas con importantes minutos sin diálogos en que sólo habla la música.

 

Studio Ghibli: Mucho más que animé

Con la fundación del Studio Ghibli el 15 de junio de 1985, finalmente la dupla creativa tenía la libertad total para hacer su trabajo como ellos quisieran, tanto en términos narrativos, visuales, políticos y como estructura organizativa, pues básicamente Ghibli como estudio independiente es gran medida una cooperativa.

Su primer trabajo fue El Castillo en el Cielo de 1986, dirigida por Miyazaki  y producida por Takahata nuevamente, tuvo muy buena recepción de la audiencia nipona, recibiendo el Animage Anime Grand Prix de aquel año, premio especializado para el cine de animación en Japón por aquel entonces.

Dos años más tardes, en 1988, se atreverían a estrenar simultáneamente dos películas para verse en funciones dobles: La tumba de las luciérnagas (Takahata) y Mi vecino Totoro (Miyazaki), dos filmes totalmente disímiles entre sí. Y si la intención de ambos autores fue mostrar las dos caras de la vida, vaya que lo lograron, pues La tumba de las luciérnagas es crudo relato de los traumas de la sociedad japonesa producto de la Segunda Guerra Mundial visto desde la perspectiva de un niño que cuida a su hermana pequeña, una denuncia del actuar del ejército norteamericano sobre la población civil japonesa y probablemente una de las películas más tristes haya visto, tanto que pensé que sólo la vería una sola vez en mi vida. Todo lo contrario es Totoro, quizás -junto a Ponyo- la película más infantil (en muy buen sentido de la palabra) del catálogo de esta casa de animación, con la historia de las hermanas Mei y Satsuki al irse a vivir al campo en el Japón de la década de los 50 y transformó al adorable Totoro en el símbolo del estudio.

Al año siguiente se estrena Kiki: Entregas a domicilio, a cargo de Miyazaki, repitiendo el éxito en Japón y siendo la primera película del estudio en salir del país y ser estrenada, aunque de manera limitada, en Estados Unidos.

En 1991 es lanzada Recuerdos del ayer de Takahata, una película muy introspectiva sobre el punto de maduración de una mujer y la presión social sobre lo que se espera de ella a su edad, donde además recuerda y se despide de su «yo-niña».

En Porco Rosso (1992) Hayao Miyazaki da rienda suelta a su pasión por los aviones. Ambientada hermosamente en la Italia del período entreguerras, la época de oro de los hidroplanos, es una de las pocas cintas Ghibli en no tener como protagonista a una mujer, siendo su personaje principal un hombre... o algo así, pues cuenta la historia de Marco Pagot, un experimentado y muy hábil piloto que participó en la Primera Guerra Mundial, de la que volvió convertido en un cerdo incómodo con el régimen fascista de Mussolini.

Porco Rosso

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En 1993 es estrenada la primera película Ghibli que no es dirigida ni por Takahata ni por Miyazaki. Puedo escuchar el mar a cargo de Tomomi Mochizuki y el equipo más joven del estudio, cuenta la historia de problemas de adolescentes y una relación de amor no muy bien lograda. Estrenada para la televisión y no al cine, es uno de sus filmes menos conocidos.

La siguiente cinta vuelve a estar a cargo de Takahata. En 1994 es lanzada Pompoko, la historia de unos mapaches luchando contra la modernidad que arrasa con modelos de vida milenarios. Una muy buena película para comprender un conflicto socioambiental, cabe agregar.

Pompoko

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Susurros del corazón de 1995, con Miyazaki como guionista pero con Yoshifumi Kondō en la dirección, es una muy linda historia de dos jóvenes de 14 años apasionados por la música y la literatura, con una importante banda sonora  y un relato lejos de la magia y mundos sobrenaturales, centrada en la vida cotidiana del Japón de los 90.

 

Hayao Miyzaki y la consagración internacional

En 1997 Ghibli vive una revolución. Tras unos primeros bocetos e idea original creados por Miyazaki en la década del 70 y luego de tres años de producción, finalmente fue estrenada La Princesa Mononoke, un largometraje que rompió todos los esquemas del cine de animación hasta la fecha.

Esta película representó un salto significativo en las producciones del estudio. Es de aquellas cintas que no se pueden olvidar, con escenas que quedan grabadas, personajes y criaturas que cada cierto tiempo volverán a tu cabeza, ya sea un kodama en el bosque o la mirada desafiante de una joven escupiendo sangre que succionó del cuello de una loba gigante y que pareciera mirarte a los ojos como espectador(a) rompiendo la cuarta pared, o incluso por algún otro significado que cada quien le otorgue debido el momento especial en que fue vista.

Con un éxito arrollador en Japón (la película más vista en cines hasta entonces), es la primera de Ghibli en tener repercusión mundial, siendo distribuida en Estados Unidos y Europa, además de estar en la lista para entrar a la nómina a la categoría «mejor película extranjera» de los premios Oscar, y si bien no logró estar, hizo conocido el nombre de Hayao Miyazaki para el mundo del cine internacional y generó atención para lo que se estaba produciendo en Ghibli.

La Princesa Mononoke Ghibli

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Isao Takahata lanza en 1999 Mis vecinos los Yamada, una comedia costumbrista de una familia promedio japonesa, con un una muy experimental animación, es la primera película del estudio en no ser dibujada a mano y ser 100% digital. Tras esto, Takahata sufre un parón creativo que lo tendrá 14 años sin realizar otra película, por lo que será Miyzaki quien se lleve gran parte del peso del estudio, sobre todo después del éxito de Mononoke y del que sería su siguiente filme.

Y es que el nuevo trabajo de Miyazaki significaría finalmente la consagración internacional. El viaje de Chihiro (2001) fue el reconocimiento tras años de trabajo. Un fenómeno y éxito comercial en Japón, significó también su estreno en salas de Estados Unidos, Europa y algunos países latinoamericanos (como Chile). Aclamada por la crítica internacional, referida dentro de las 10 mejores películas de la década del 2000 y una de las mejores de animación de todos los tiempos, ganó un Oscar como mejor cinta de animación (el único animé en lograrlo) y un Oso de Oro del Festival de Cine de Berlín, la única película de animación hasta la fecha en conseguirlo.

Chihiro Ghibli

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Tras este éxito, Miyazaki comienza a preparar inmediatamente si siguiente trabajo. Por mientras, en 2002 se estrena Haru en el reino de los gatos, lo más parecido a una secuela dentro del mundo de Ghibli, pues tiene como protagonista al Barón von Gikkingen, personaje ya mostrado en Susurros del corazón en 1995.

Con El castillo ambulante de 2004, Miyazaki muestra su oposición a la invasión a Irak por Estados Unidos, con una temática totalmente antibélica y escenas de bombardeos a ciudades civiles, también aborda temas como la vejez y el rol de las mujeres en la sociedad. Estrenada en el Festival de Cine de Venecia, fue aclamada a nivel internacional, fue premiada en este festival italiano y nominada al Oscar.

Cuentos de Terramar de 2006 representa el estreno en la dirección de Goro Miyazaki, hijo de Hayao, teniendo una recepción con opiniones diversas.

Dos años más tarde, vuelve Hayao Miyazaki, quien quiso retornar a sus raíces infantiles y alejarse un poco de la complejidad de sus últimos tres trabajos, (Mononoke, Chihiro y El castillo ambulante). Con Ponyo en el acantilado, o simplemente Ponyo (2008), hizo su propia interpretación del clásico infantil «La sirenita», y es la película con más salas donde fue proyectada fuera de Japón.

En 2010 se estrena Arrietty y el mundo de los diminutos, nuevamente sin el apellido Miyazaki o Takahata, siendo dirigida por Hiromasa Yonebayashi. Basada en la novela Los incursores, logró un éxito similar a Ponyo en Japón, pero no fue considerada por la distribución internacional.

Un año después, en 2011, se presenta el segundo filme de Goro Miyazaki, La colina de las amapolas. Ambientada en el Japón de los 60, cuenta la historia de familias y su relación con el contexto histórico en sus historias personales, siendo esta vez bien recibida.

Para 2013 Hayao Miyazaki e Isao Takahata, los dos fundadores del estudio, habían acordado volver a repetir la fórmula de un estreno doble, con El viento se levanta y El cuento de la princesa Kaguya respectivamente. Sin embargo, tras los constantes atrasos y aparente desinterés de Takahata, Miyazaki decidió no seguir esperando y estrenó su película sobre el creador del Mitsubishi Zero, el avión caza japonés usado durante la segunda guerra mundial, un tema muy controvertido, y además anunció que sería su trabajo final para retirarse del cine.

Takahata estrenó un poco más tarde El cuento de la princesa Kaguya, basada en una leyenda del folklor tradicional japonés y una técnica de animación realmente hermosa y vanguardista, como nos tenía acostumbrados. Lamentablemente sería su último trabajo, pues murió a los 82 años en 2018, dejando tras de sí un inmortal legado.

Hiromasa Yonebayashi repite en 2014 con El recuerdo de Marnie, la primera película luego de le era Miyazaki-Takahata y la última tras el anuncio del cese temporal de producciones. Basada en la novela Cuando Marnie estuvo allí, de la británica Joan G. Robinson, estuvo nominada al Oscar.

Una coproducción con estudios franceses y belgas fue La tortuga roja (2016), premiada en el Festival de Cannes. Sin tener diálogo alguno, es capaz de transmitir la emotividad de una pareja varada en una isla y su relación con una tortuga.

A finales del año pasado se estrenó la última cinta de la casa de animación, Earwig y la bruja, la primera en ser realizada en animación por computadora.

Si bien Miyazaki había anunciado su retiro tras El viento se levanta, será ¿Cómo vives? su última película, la que se espera sea estrenada en 2023.

Con un catálogo diverso como el referenciado pero con importantes hilos en común, más una animación indescriptiblemente hermosa, el trabajo del estudio ya es un referente para el cine mundial, no sólo del animé. Son 35 años de magia, de amor al medio ambiente, de cariño por los y las espectadores, de personajes femeninos como ninguna otra casa de animación, de maravillosas bandas sonoras, y sobre todo, de películas que te dejan con una agradable sensación difícil de explicar una vez que acaban.

El viento cálido de Ghibli, significado de este nombre, seguirá envolviendo y acurrucando a cualquier persona que quiera regalarse a sí misma un par de horas frente a una pantalla.

 

Revisa el concierto liberado de la celebración de los 25 años del estudio, hace 10 años atrás, a continuación:

https://www.youtube.com/watch?v=eY1XtWyKlJA&ab_channel=AndriykoAndriyko

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Studio Ghibli: 35 años de maravillas en la animación