Leyenda de Coelemu: El Tesoro Jesuita del cerro Tren Tren

[resumen.cl] Cerros Tren Tren (txen txen o xeng xeng) existen en todo el litoral del centro y sur de Chile. Tienen que ver con la mitología del origen del mundo para los mapuche. Un relato poético para explicar el origen de los continentes y el origen de terremotos y maremotos frecuentes en este territorio.

(ver http://resumen.cl/2010/04/terremotos-y-maremotos-en-la-historia-de-concepcion/).

En la zona de Coelemu, secano costero del Valle del Itata, con la llegada de los españoles, se propagaron historias de brujos y demonios en el interior del cerro, pues era la forma de los colonialistas de satanizar la cosmovisión mapuche y su religiosidad. Rápidamente los invasores decidieron construir una capilla en el lugar, la que finalmente fue dejada a los Jesuitas, el brazo armado de la Iglesia Católica.

Con la llegada de los Borbones al trono de España, se decretó la expulsión de los Jesuitas de las colonias americanas en 1767 y luego que la congregación, más rica y poderosa de Chile fue expulsada, se encontró en el cerro Tren Tren de Coelemu un lugar apropiado para ocultar los tesoros de décadas de explotación de sus haciendas en Coelemu y Guarilihue.

La vieja leyenda de los espíritus del cerro pervivía entre los habitantes de los pueblos de indios creados en el territorio y los picunches que permanecían en las grandes haciendas de la Compañía. Los jesuitas aprovecharon la capilla que estaba conectada al cerro a través de un túnel subterráneo, además de la existencia de innumerables fosas que allí existian, de las cuales dijeron que habían sido construidas por los brujos. En ese lugar, intimidatorio para campesinos y mapuche, ocultaron catorce sacos de oro, plata y otras riquezas de valor incalculable, pensando en algún momento retornar y recuperarlas.

Sin embargo, los jesuitas nunca más volvieron. En Coelemu el mito de que un poderoso brujo se apropió del tesoro, junto a sus demonios, creció y se mantuvo por los siglos hasta nuestros días. La leyenda de Colemu señala que el tesoro espera que algún humano lo saque, dado que por su condición maligna, los brujos no pueden por sí solo sacar las riquezas de los cristianos. Pero, quien lo haga debe reunir condiciones muy especiales que den confianza a los brujos.

Cuentan que sólo un grupo de siete hombres reunidos a las siete de la tarde del séptimo día de un mes cualquiera, encontrarán el tesoro. Sin embargo, volverán sólo seis. La experiencia demuestra que no es fácil sacar los tesoros a los espíritus del mal. Muchos lo han intentado, pero la mayoría ha fracasado por el terror que despiertan las apariciones de los brujos y las dificultades que presenta el terreno. Siempre ocurre algo, una muerte misteriosa y repentina, la aparición de algún animal desconocido, un accidente, un derrumbe. Son pruebas para detectar a los elegidos. Muchas huellas de intentos fallidos se encuentran en el lugar, excavaciones que muestran el interés que despierta el tesoro en los campesinos. Al pisar fuerte el suelo retumba como si estuviera hueco, como si el tesoro estuviera cerca. Dicen que cuando los brujos dispongan de esas riquezas, felices volarán a otros escondites y el cerro desaparecerá.

Fuente: Enciclopedia Ngehuin

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