Por Alejandro Baeza
El 29 de marzo de 1985 son asesinados por Carabineros los hermanos Vergara Toledo en la Villa Francia de Santiago. Horas más tarde, en la comuna de Lo Barnechea, fue ejecutada por agentes de la CNI, Paulina Alejandra Aguirre Tobar.
Eduardo Antonio, de 19 años, y Rafael Mauricio Vergara Toledo, de 18 años, residían junto a sus padres y familia en la Villa Francia, de la actual comuna de Estación Central. Ambos eran estudiantes y dirigentes de la Unión Nacional de Estudiantes Democráticos (UNED) en sus respectivos centros de estudio y, además, participaban en organizaciones locales de la población y en actividades milicianas de la Resistencia Popular del MIR en la comuna.
Aquel día hace 38 años, se dirigían a realizar una acción miliciana en la intersección de Las Rejas y Cinco de Abril. En el trayecto, fueron interceptados por una patrulla de la 21° Comisaría de Carabineros de Estación Central; fueron reducidos y, acto seguido, ejecutados a balazos.
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Los asesinos, Alex Ambler Hinojosa y Francisco Toledo Puente, fueron condenados en agosto de 2010 en fallo de la Corte Suprema que rebajó las penas que le había aplicado en primera instancia el ministro que investigó la causa. Recibieron 7 años de prisión, ya cumplidos, y Jorge Marín Jiménez recibió la condena de 10 años y 1 día de presidio, pero en febrero de 2017 la misma Corte Suprema le concedió el beneficio de la libertad, es decir, ni siquiera cumplió la pena efectiva.
Las dificultades para encontrar justicia nunca desalentaron la incansable lucha que llevó a cabo su madre, Luisa Toledo Sepúlveda, no solo por sus hijos sino que por los hijos e hijas de muchas otras madres, por lo que su muerte en 2021 fue tan sentida por gran parte de Chile.
Al año siguiente del crimen, ya la fecha conmemorada con una serie de acciones de resistencia en un año clave en la lucha contra la dictadura, y desde entonces hasta la fecha, cada 29 de marzo se transformó de manera oficiosa en el «Día del joven combatiente», una fecha en que se recuerda la lucha popular y callejera contra el terrorismo de Estado que encabezaba Pinochet.
Resulta interesante, a propósito de este día, realizar un análisis comparativo con experiencias similares en otros casos, pues gran parte de los países que estuvieron sometidos a regímenes autoritarios o totalitarios, al menos en Occidente, tienen un día para celebrar la liberación -una fiesta nacional- y otros para conmemorar a quienes dieron su vida por ésta. Los partisanos que lucharon por la liberación de la Italia de Mussolini, la resistencia francesa ante la ocupación alemana o los mismos alemanes que se atrevieron a atentar contra la vida de las autoridades nazis (sólo por nombrar los casos más conocidos), son héroes nacionales y cuentan con museos, parques, calles y monumentos en su honor.
Y es que el fascismo en esos lugares fue derrotado, por eso es del todo natural homenajear a la resistencia. En Chile, por otra parte, el autoritarismo no fue derrotado, sino que se llegó a un acuerdo con éste para una transición en la entrega del poder, pero manteniendo toda la estructura social, económica y política dictatorial.
Por eso que el caso más parecido al nuestro podría ser España, con dictadores muriendo de viejos y en libertad, y con autoridades políticas que pasaron de un día para otro de trabajar en un régimen sanguinario a ser autodenominados demócratas que se atreven a calificar de terroristas a quienes lucharon precisamente por recuperar la democracia mientras ellos eran parte del terrorismo de Estado.
No obstante, no es tan sencillo construir la memoria de un pueblo desde arriba. La historia de la transición en cuanto a que derrotamos a la dictadura «con un lápiz y un papel» como le gusta decir a vetustos personajes como Ricardo Lagos, no tiene un correlato popular en lo más mínimo.
Pues con cada año es más fácil afirmar que el triunfo en el plebiscito del 5 de octubre del 88 es una fecha que el pueblo no siente propia. Ni por lejos es un día de conmemoración que podría esperarse de un pueblo que identifica como la liberación de una dictadura (como el 25 de abril en Italia, misma fecha en Portugal, 19 de julio en Nicaragua, etc.), y particularmente de una tan brutal como la dictadura militar-empresarial que sufrió Chile desde 1973.
Si ponemos atención, la «celebraciones» son una junta a tomar once de presidentes de partidos políticos totalmente desconectados del Chile real.
Por otro lado, y más allá de los juicios de valor que cada quien tenga sobre la fecha de hoy, el Día del Joven Combatiente es la única instancia del año en que realmente se conmemora la resistencia a la dictadura, desde su origen ininterrumpidamente hasta ahora y por fuera de la oficialidad estatal.
Un día con una carga política muy potente que ha logrado resistir 30 años de desprestigio de los grandes medios de comunicación, pero que ahí está. Y si bien está muy lejos de ser mayoritario y extendido, es una fecha que surgió espontáneamente desde abajo y eso es muy difícil de derrotar.