En entrevista con RESUMEN, Andrea Sato, investigadora de Fundación SOL y coautora del reciente estudio «Mujeres y pobreza de tiempo en Chile«, aborda la importancia de visibilizar este fenómeno para socializar los cuidados y enfrentar la sobrecarga que viven principalmente mujeres en el país.
Por J. Arroyo Olea
¿Qué se entiende por «pobreza de tiempo»?
La pobreza de tiempo, conceptualmente, está entendida como la falta y escasez de tiempo para realizar actividades de autocuidado, ocio y descanso.
Principalmente, es la falta de horas en el día para poder realizar labores o actividades que tengan que ver con el bienestar, debido a que esas horas están dedicadas a otras como trabajo no remunerado o trabajo remunerado.
¿Por qué el hogar se constituye como el espacio donde se observa este fenómeno?
De manera general se piensa que los hogares son espacios armoniosos entorno a que hay una organicidad dentro del hogar, pero que se pueda reproducir un hogar se basa principalmente en una estructura que se origina desde la división sexual del trabajo, donde principalmente las mujeres realizan las labores domésticas y cuidados que permite y habilita que el hogar se siga reproduciendo a nivel social.
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Entonces, desde Fundación SOL, observamos al hogar como una unidad productiva y no solo al individuo, sino que al hogar como el engranaje principal no solo para la reproducción de la vida en su conjunto, sino que también para la propia reproducción del capital. Es en el espacio íntimo, en el espacio privado de los hogares y la familia, donde estas brechas de género, brechas vinculadas a la división sexual del trabajo y que se expresan en una diferencia importante en el uso del tiempo, se manifiestan.
Esto, principalmente, entre hombres y mujeres, donde son ellas quienes realizan las labores de cuidados y domésticas, versus los varones que son observados y considerados como los varones proveedores que van al espacio público a buscar ingresos para sostener económicamente el hogar. Entonces, es en el hogar donde la manifestación de la división sexual del trabajo, y esto expresado en escasez de horas de tiempo para las mujeres, donde se observa de manifiesto esta relación desigual entre hombres y mujeres, especialmente en hogares donde hay niños y niñas pequeñas.
En términos de periodo de tiempo ¿En qué momento se agudiza la pobreza de tiempo de las mujeres? ¿A qué procesos o qué causas se encuentran tras esto?
Lo que hemos observado a partir de las dos encuestas nacionales de uso de tiempo (versión 2015 y 2023) es que la pobreza de tiempo se agudiza, especialmente, en lo que es caracterizado en términos de categoría de hogar, como hogares de inicio.
Estos son hogares biparentales, donde hay principalmente un varón y una mujer, donde existe la presencia de hijos e hijas menores de 6 años. Ahí, lo que observamos, es que casi un 72% de las mujeres son pobres de tiempo, o sea que no tienen el tiempo disponible para las horas necesarias del descanso, para el autocuidado, para actividades de ocio.
La presencia de hijos o hijas, especialmente la presencia de hijos pequeños en los hogares, es un factor determinante al momento de observar pobreza de tiempo, ya que por la alta carga y la alta magnitud de trabajo de cuidado que requieren las infancias en general en su proceso de desarrollo inicial, las mujeres invierten mucho de su tiempo en este cuidado, por tanto tienen mucho menos tiempo disponible para realizar otras actividades.
¿Las políticas públicas chilenas han permitido dar respuesta a la pobreza de tiempo? Por ejemplo, el Sistema Nacional de Cuidados
Es multinivel y multidimensional cómo se pueden establecer políticas que vayan en función de la pobreza de tiempo. Por ejemplo, la reducción de la jornada de trabajo como lo fue la reforma de las 40 horas va en una dirección adecuada, especialmente cuando observamos que los niveles de producción gracias a la tecnología y la modernización de las industrias han hecho que la producción aumente en la misma cantidad de tiempo de trabajo.
Eso también entendiendo que, por ejemplo, de las ocho horas de trabajo que realizan las personas diariamente, solo tres horas van en beneficio de sus salarios y las cinco restantes van en beneficio del capital. Entonces hay una pregunta central ahí: ¿Cuántas horas realmente necesitamos como sociedad dedicar al trabajo asalariado si estamos viendo niveles de producción como nunca antes vistos?
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Por otra parte, estrategias como el Sistema Nacional de Cuidados, que se lanzó hace poco por el Gobierno, pueden ser estrategias que pueden servir para disminuir el trabajo de las mujeres en algunos hogares, pero también es importante que la responsabilidad de cuidados no caiga única y exclusivamente en las mujeres, independiente de si ellas reciben o no salario por estas labores.
Acá en lo que hay que avanzar es en un proyecto que coloque en el centro la socialización de los cuidados y que establezca los cuidados en una perspectiva de derechos como algo fundamental para el desarrollo de todas las sociedades.
Acá no solo hay que pensar en las personas que permanentemente cuidan, sino que cómo todas y todos tenemos que avanzar en cuidar, donde no solo tenemos la necesidad, en algún momento de nuestro ciclo vital, de ser cuidadas, sino que también tomar una responsabilidad social de que todos y todas tenemos que convertirnos en cuidadores y cuidadoras.
No solo tiene que ver con el reconocimiento, que es el punto cero del trabajo de cuidados y las actividades no remuneradas, sino que también avanzar en una sociedad que cuidar.
¿Qué consideraciones políticas se deben tener en cuenta para abordar de forma integral este tipo de pobreza?
Lo primero es poder observar este concepto que es muy interesante, que es la carga global de trabajo, siendo la suma de horas dedicadas al trabajo remunerado, al trabajo con el que se genera ingresos, más la suma de horas de trabajo no remunerado. Esto nos da el total de la carga global de trabajo, y las primeras consideraciones políticas son abordar las políticas públicas a partir la carga global de trabajo.
Las políticas públicas que hemos visto siempre están en la línea de la regulación del trabajo visible o el trabajo productivo, jornadas de trabajo dentro de empleos formales.
Lo primero en que hay que avanzar es observar esta carga global de trabajo, la magnitud de horas de trabajo que realizan especialmente las mujeres durante todo su día, y como también esto puede impactar en el bienestar individual de las mujeres y también de los hogares en que están estas mujeres que tienen una magnitud de trabajo muy alta.
Para pensar de forma integral este tipo de pobreza tenemos que entender que el uso de tiempo no solo se refiere, por ejemplo, a la cantidad de hijos pequeños que puedes tener, sino que también está mediado por los ingresos que pueden tener los hogares.
Acá hay una separación importante entre los quintiles de menores y mayores ingresos, donde las mujeres de más altos ingresos tiene una disponibilidad de tiempo mayor porque las tareas de cuidados y domésticas las externalizan, principalmente en otras mujeres en condiciones de precarización que, vía salario, realizan las labores de cuidado dentro de otras casas.
Entonces, acá lo que necesitamos observar es cómo se garantiza tiempo disponible, de descanso y de ocio para personas de mayores ingresos y cómo es privativo el tiempo de descanso y ocio para las mujeres de menores ingresos. Una política pública integral, insisto, tiene que observar, primero, la carga global de trabajo, y segundo, estas diferencias sustantivas que hay entre mujeres de distintos quintiles y mujeres que tienen ingresos disponibles diferenciados, porque unas pueden pagar por cuidados y otras tienen que salir de sus hogares a cuidar a otros hogares por la falta de ingresos.