[resumen.cl] Brasil batió ayer nuevamente su propio récord de muertes diarias oficialmente reconocidas, registrando 4.249 decesos en las últimas 24 horas. La responsabilidad política de Bolsonaro en el desastre sanitario ha empujado iniciativas que perspectivan juzgar al gobierno brasileño por crímenes contra la humanidad.
Solo hace unos días rompió la barrera de los 4 mil, y ya los principales centros de investigación del país señalan que se romperá la barrera de las 5 mil muertes diarias en las próximas semanas. Solo en los últimos 3 días, Brasil alcanza los 12.273 fallecimientos, número parecido al total de muertes en Bolivia, durante más de un año de pandemia.
Medios brasileños informan que más de mil ciudades del país ya afrontan problemas de suministro de oxígeno, similares a los que ha vivido la ciudad de Manaos, con las trágicas imágenes que recorrieron el mundo. Es tal el descalabro brasileño, que el estado más rico y poderoso del país, Sao Paulo, se acerca peligrosamente este año a equiparar el número de nacimientos con el de fallecimientos.
Todo ello en medio de la disputa judicial del gobierno de Jair Bolsonaro en contra de gobiernos locales que han prohibido la realización de cultos religiosos. De no ser por la condición federal de Brasil, y de cierto grado de descentralización de poder que ha permitido a gobiernos locales tomar medidas, el descalabro seria aún mayor.
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El manejo de la pandemia por parte del gobierno neofascista de Jair Bolsonaro ha permitido la proliferación de cepas, donde ya hay al menos 3 identificadas con nivel de contagio más acelerado, lo que ha desbordado los servicios de salud. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ya alertaba hace unas semanas del peligro de la irradiación del desastre brasileño al resto de la región.
Sin embargo, hoy todos los pronósticos de la OPS se han visto desbordados. Primero fueron las zonas amazónicas de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia Colindantes con Brasil. Luego, países limítrofes como Paraguay y Uruguay; posteriormente Chile que debido a la soberbia de su gobierno mantenía un puente aéreo con Brasil, a pesar de que el mundo ya había cerrado fronteras, contra lo que la prensa mundial y la comunidad científica internacional llamó un peligro para el mundo.
Argentina, que era el último reducto, ha caído oficialmente en la segunda ola que sacude la región, y rápidamente alcanzo nuevos récord de contagios, a una velocidad que nadie esperaba, el gobernador de Buenos Aires ha señalado "lo que está pasando no es un ola, es un tsunami".
En países como Uruguay, verdaderos modelos para la región durante la primera ola, se han visto absolutamente doblegados frente a la pandemia. A pesar de tener buenos niveles de vacunación, escenas tan dramáticas como la del enfermo de Covid-19 ingresado en una carretilla de construcción en la policlínica de la localidad uruguaya de Isidoro Noblía fronteriza con Brasil.
Urugay pasó de ser el ejemplo a ser el país con mayor número de casos por millón de habitantes, batiendo récord diariamente tanto de contagios como de muertes producto de la pandemia.
Ya hay diversas voces en el mundo que se levantan, para juzgar al gobierno brasileño de Jair Bolsonaro por crímenes en contra de la humanidad, para lo cual muchos proponen, no sanciones que en definitiva recaen sobre los pueblos, sino un símil al tribunal de Nuremberg que juzgo los crímenes del nazismo en Europa.