Este martes se presentó en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Concepción, un documental de larga duración titulado "Un fulgor que no se apaga", que relata la historia del doctor de la UdeC, Hernán Henríquez Aravena y otros trabajadores de la salud asesinados tras el Golpe Militar.
Daniel Henríquez, hijo de Hernán Henríquez, hizo llegar a Resumen una carta donde denuncia la impunidad del sistema judicial en Chile, que tiene entrampada la causa de su padre y sus compañeros como parte de una estrategia de prescripción biológica, seguida en los gobiernos de las post dictadura y su doctrina de "la justicia en la medida de lo posible".
Estimada Sra. Presidente,
Nos dirigimos a Usted en el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de Desaparición Forzada y, en nuestra condición de hijos del Doctor Hernán Arturo Henríquez Aravena. Mi padre, médico salubrista de vocación, se desempeñaba como jefe zonal del SNS de las provincias de Cautín y Malleco a fecha del 11 de septiembre de 1973 y, anteriormente, había sido director del Hospital Regional de Temuco.
Como tal, fue gestor y responsable de la implementación de los programas de salud durante los años del gobierno democrático del Presidente Salvador Allende Gossens.
Se trataba de programas específicos desarrollados y puestos en práctica en las provincias de Malleco y Cautín, destinados a dar acceso gratuito a la salud de una región habitada en su mayoría por el pueblo mapuche, cuyos integrantes vivían múltiples postergaciones por su condición de pueblo originario, el aislamiento en su entorno rural y la extrema pobreza, lo que se reflejaba, entre otros parámetros, en tasas de mortalidad materno-infantil particularmente altas.
En el año 1972 mi padre fue invitado a presentar los resultados en la reunión de la OMS en Bethesda, Maryland en EE.UU, donde recibió el reconocimiento como programa ejemplar, y se recomendó su estudio e implementación en otros lugares. La sociedad honró la trascendencia de su trabajo y sus aportes a la salud pública al renombrar con su nombre al hospital regional de Temuco.
Después del golpe militar, mi padre fue detenido en varias ocasiones. En la medianoche del 21 de septiembre, fue sacado a gritos y culatazos por uniformados de nuestra casa en Temuco, mientras estos apuntaban con fusiles de guerra a mi madre la Doctora Ruth Kries Saavedra.
Todo esto, frente a nuestros ojos, sus hijos de 7, 5 y 3 años y, el menor de 8 meses. Los militares y sus cómplices civiles le imputaban una supuesta tenencia de armas, recibidas por el Doctor Arturo Hillerns en Puerto Saavedra, para ser distribuidas por mi padre desde Temuco en las postas rurales y los monitores de salud formados en los programas.
El fatídico plan Z ¿recuerda ?
Lo torturaron en el Regimiento Tucapel y en la Base Aérea de Maquehue hasta dejarlo irreconocible, y luego le aplicaron – ¡a un moribundo!- la llamada ley de fuga, según consta en el bando militar del 5 de octubre de 1973.
Mataron junto a él, al paramédico Alejandro Flores y en esos días también al Dr. Arturo Hillerns Larrañaga, al Dr. Eduardo González Galeno y a los educadores sanitarios Gastón Elgueta y Jécar Neghme, estrechos colaboradores en estos programas de salud. Otros partícipes sufrieron todo tipo de vejámenes, detención, tortura y exilio entre otros.
Nunca nos entregaron el cuerpo de mi padre.
"Los traidores de la patria no merecen una tumba" fue la respuesta que el Fiscal Militar Alfonso Podlech diera a mi madre, advirtiéndole que si lo seguía buscando, nosotros cuatro quedaríamos huérfanos.
Han pasado 50 difíciles años: años de exilio y retorno. Mi madre nunca ha claudicado en su esfuerzo por mantener la memoria y el legado profesional de mi padre.
Junto a mi madre estamos preparando un viaje, difícil pero necesario, para conmemorar junto a colegas, amistades, representantes de la comunidad del Hospital Dr. Hernán Henríquez Aravena de Temuco, de la UFRO, Universidad de Concepción, Universidad de Chile, los cincuenta años del asesinato y desaparición de mi padre.
La esperanza de que nuestra odisea por los tribunales de justicia chilenos terminaría en estas semana se ha visto truncada en este día, después de 50 años de espera, cuando la querella criminal contra algunos de los torturadores, asesinos y responsables de la desaparición de mi padre estaba por ser resuelta en última instancia por la Corte Suprema y que confirmara lo establecido por el Ministro en Visita, Don Álvaro Mesa, tal como ratificara íntegramente el fallo el año 2021 por la Corte de Apelaciones de Temuco.
Durante tantos años debimos enfrentar la justicia chilena, sus sobreseimientos y la llamada ley de amnistía.
Como hijo y víctima me resulta incomprensible y de una crueldad infinita el hecho que Usted y sus colegas no solo hayan acogido la solicitud de dos de los acusados, sino que además hayan ordenado a la Corte Suprema suspender todo trámite.
Desconcierta y decepciona que el Tribunal Constitucional de Chile decida intervenir por primera vez en dos años en un proceso por crímenes de lesa humanidad, al acoger a trámite la solicitud de dos violadores a los derechos humanos, el mismísimo día en que el gobierno da a conocer un programa de búsqueda y destino de los cuerpos de nuestros familiares.
Como tales nos provoca mucho daño, al hacernos repetir el dolor y el trauma de la pérdida violenta de nuestro padre a manos de agentes del Estado y la falta de justicia.
Su actuar demuestra una insensibilidad total con la sociedad chilena, que también fue y sigue siendo víctima de la impunidad.
Demuestra ignorancia y desprecio frente a organismos internacionales que han establecido este 30 de agosto como el "Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzadas".
Si usted puede tener en cuenta el tremendo dolor causado que soportamos desde hace 50 años, sabiendo además que las víctimas sobrevivientes van partiendo sin saber "dónde están" y sin obtener un mínimo de justicia, considere que un día deberá justificar su actuación frente sus pares y el mundo.
La saluda atentamente Daniel Henríquez Kries