[resumen.cl] El cortometraje Juan el Pescador del realizador Freddy Rojas Matamala ha tenido una repercusión notoria, siendo reconocido con la selección en el Festival de Cine de Lebu, así como por el Clermont Ferrand de Francia, además de obtener el premio Kinema del Ministerio de las Culturas.
El propio director sitúa a la obra en el terreno de la no ficción, al abordar situaciones propias de las caletas de la provincia de Arauco y con las cuales está familiarizado, pues ha sido "nacido y criado en la comuna de Los Álamos", según indica a Resumen. Actualmente, cursa la carrera de Cine y Artes Audiovisuales en la Escuela de Cine Eliseo Subiela, en Argentina.
Freddy Rojas Matamala ha contestado las consultas de Resumen respecto al trabajo cinematográfico plasmado en Juan el Pescador, el sentido que este tiene en el marco subjetivo y también en el contexto político actual. Puedes visionar el cortometraje a través en el sitio del Festival Internacional Biobiocine.
– ¿Cuál fue la motivación en realizar este cortometraje? ¿Qué incentivó su elaboración?
Primero mencionar que desde muy niño noté que las comunas de la provincia de Arauco están muy olvidadas. Salvo nosotros quiénes le damos valor a nuestras historias, a nuestras leyendas y a nuestros mitos.
Siempre sentí que nuestro territorio era el patio trasero de Concepción. Cuando llegué a estudiar a Conce nadie conocía la comuna de Los Álamos y eso me llamó mucho la atención, siendo una comuna súper importante en la historia de Chile. Un ejemplo de ello es la historia de la captura de Leftraru a Pedro de Valdivia, esa historia se desarrolla entre Los Álamos y Cañete. Yo no podía creer que esa historia no la conocieran, salvo algunos. Pero en su mayoría nadie mira para la provincia de arauco, todos miran para santiago, son pocos los que cruzan el puente para ver nuestra realidad.
Esta es una de las principales razones por la que quiero dedicarme a esto, mi intención es seguir rescatando historias y darlas a conocer a través del oficio del cine, y que las historias de Lebu – Los Álamos y alrededores se conozcan y no mueran en el olvido.
La historia surgió cuando una tarde me enteré de la muerte de tres pescadores cercanos a la familia de una amiga. En ese mismo tiempo el hijo pescador de la madre de un amigo muy cercano desapareció en el mar junto a su tripulación y nunca volvió al puerto. El alma de mi tía querida cambió para siempre y nunca he olvidado su voz de dolor cada vez que habla de su hijo.
Muy chocado por estas tragedias, comencé a escribir un boceto de esta historia sin siquiera pensar en filmarla o en estudiar cine, en ese momento era un sueño nada más. Cuando decidí irme lejos de casa y dejar todo por ese sueño tomé ese boceto y lo presenté en la clase de guión en el primer año, de ahí fue tomando forma. Tiempo después surgió la oportunidad de postular el guión al FILMA BIOBÍO de Cine Lebu y cuando quedamos seleccionados el guión se lo entregué a Paulo Meyer quien adaptó la historia y diálogos dando vida a la historia de "Juan el Pescador".
– ¿Qué desafíos se presentaron al momento de realizar el cortometraje? ¿Cómo pudieron trabajarlo?
Uno de los grandes desafíos fue que las bases del filma te exigían que el cortometraje tenía que rodarse en siete días, mostrar tres ciudades (Lebu, Cañete y Concepción) y el guión consideraba más de 10 locaciones. No teníamos nada de dinero y no contábamos con ninguna ayuda. Una semana antes de filmar, conseguimos todo.
Ahí fue clave el rol de mi hermano, Julio Rojas Matamala. Él fue quien armó un equipo de producción junto a Jorge Bravo quienes hicieron un gran trabajo. Consiguió el contacto con nuestro protagonista Isaac Valdebenito y Anita Barra, consiguió financiamiento con el municipio, obteniendo una gran ayuda, ya que pudimos dar alojamiento y comida de primer nivel para todo el equipo durante todo el rodaje gracias a la Municipalidad de Lebu. Además, Julio consiguió gente para auspiciar el corto como Abelito Castro de Los Álamos y Lester Chávez. Después, Isaac Valdevenito y Pamela Arévalo también se sumaron al equipo de producción y entre los cuatro conseguimos financiar, conseguir las locaciones, vestuario, alimentación, movilización, etc. Después se sumaron Toto Friedlaender en sonido directo, César Matamala en varias funciones de producción. Catalina Espinoza como diseñadora de vestuario y Paulo Navarrete de Memoria Filmica Pencopolitana, personaje clave, ex compañero de la escuela de cine de Eliseo Subiela que conocí en Buenos Aires, donde le conté la historia años antes y terminó siendo el asistente de dirección del cortometraje. Otra persona clave y muy importante que se sumó después, es Nicolás Ulloa Vega quien fue de mucha ayuda en la post producción del cortometraje haciendo la edición y montaje.
Siempre cuento que sin mi hermano esto jamás hubiera dado a luz, ya que hizo un trabajo incansable, sin tener idea de lo que es un plan de rodaje. Él fue y es el mejor productor que he conocido, comprometido no sólo conmigo, por ser mi hermano, sino con la idea, con lo que significaba el cortometraje, y eso lo entendió desde el primer día.
– ¿Qué busca representar la vivencia de Juan El Pescador en el cortometraje?
Busca representar el imaginario de nuestro pueblo, muchas veces olvidado, dejado al margen. La vivencia de Juan, un hombre solitario que pierde a lo que más amó en su vida es una historia que se repite mucho.
Lo más mágico que pasó en el rodaje, fue cuando Kathy Arévalo, nuestra amiga que nos prestó su casa para filmar, nos contó cuando llegó a una reunión en mi casa con el equipo, que su abuelo había muerto hace menos de una semana, y que se llamaba Juan, y su abuelita, muerta hace un año aproximadamente, se llamaba Luz, igual que los personajes del guión! Y recién se dio cuenta de ello cuando leyó el guión camino a mi casa esa noche. Cuando nos contó, todos quedamos helados, no sabíamos qué decir. Juan había muerto de pena, según ellos. Muy parecido a la historia.
La escena donde Juan vela a su mujer en la pieza, justamente era la pieza donde dormían los abuelos de Kathy, los "verdaderos" Juan y Luz.
¿Magia? ¿coincidencia? nunca supimos cómo pudo pasar algo así. Ahí nos dimos cuenta que los personajes de nuestro corto son reales. No ficción.
Lo importante para nosotros es ser conscientes de la pérdida, la vejez y la soledad que viven muchos de nuestros abuelos. Muchas veces olvidados, sin una pensión ni una salud digna.
Todos, algún día vamos a tener que vivir con la pérdida de un ser querido, y para mi ser consciente de ello nos puede hacer valorar hoy, a los que mañana no estén con nosotros.
Yo sé que un cortometraje no cambia nada, pero sí nos puede hacer un poco más conscientes del sistema en el que estamos viviendo. Muchas veces la gente de región es la que más sufre. Lebu, por ejemplo, aún no tiene un hospital, todavía se sigue luchando por tener uno, siendo que es la capital de la provincia de Arauco.
¿Qué hace la gente que tiene una enfermedad que no puede tratar?, ir a Concepción por 3 días mínimo ¿y dónde duermen si no tienen dinero? ¿qué hace la gente que no tiene la posibilidad de pagar un pasaje a Concepción? Esa es la historia de Juan, un hombre sin dinero ni fuerzas para seguir en pie, con una esposa muerta y tres hijos que se los llevó el mar. Frustrado, desamparado, en el olvido.
– ¿Cuál es el rol que cumple la ocupación de Juan -pescador- en el desarrollo del corto?
La realidad es que cuando surgió la historia el personaje era pescador porque la historia que la inspiró trataba este tema, la pérdida de la vida en el mar, como un grupo de pescadores pierden su vida tratando de dar sustento a su familia y parar la olla todos los días. Pensar en alguien que pierde a sus hijos en el mar, y quedarse en esta vida sin ellos es terrible. Y esas historias no están en el imaginario colectivo. Se quedan en una portada de un diario y de ahí se olvidan. Las familias viven con el dolor de la pérdida toda su vida. Ni siquiera pueden velar un cuerpo. El cementerio donde va Juan a despedirse de sus hijos, un día antes de quitarse la vida, es un cementerio simbólico, y ese cementerio está ahí, con una vista al mar, ese mar que les quitó a sus seres queridos para siempre.
Esta historia es un homenaje a ese pescador que se va al mar sabiendo que a lo mejor nunca va a volver a ver a su familia, arriesgando todo por los que ama, ese es el valor fundamental que tiene la ocupación de pescador en esta historia.
– ¿Cómo lograron abordar ese cúmulo de emociones de enfrentarse al mar luego que este sea protagonista de una tragedia?
Los que habitamos estas comunas estamos más acostumbrados a este tipo de tragedias por lo tanto pudimos manejarnos por ese lado: la consciencia y el recuerdo. Todos conocemos a alguien que perdió a un ser querido en el mar.
Yo crecí escuchando estas historias por mis padres. Ellos trabajaban vendiendo ropa a los pescadores de Millongue, Tubul, Lebu y en ese tiempo hacían todo ese camino a pata, por lo tanto se encontraban con muchos lugareños y pescadores artesanales con este tipo de historias. Cuando llegaban del trabajo siempre nos contaban alguna historia de esas y en la mesa mis padres comentaban cómo esas familias vivían con esa pérdida donde no quedaba otra que regocijarse en Dios y en la iglesia.
A mi siempre me llamó la atención cómo ellos podían seguir viviendo con ese dolor. Mientras escuchaba a mis padres me preguntaba por esas personas y lo que estaban viviendo, me llamaba mucho la atención la idea de la muerte, le tenía/tengo mucho miedo a la muerte, saber que alguna vez no iba a ver nunca más a mi Padre ni a mi Madre para mi era algo terrible.
Creo que se me hizo más «fácil» tratar algo tan difícil como el suicidio, ya que lo reconozco. Lebu tiene una tasa de suicidio muy alta y sé lo que es perder a un ser querido que se quita la vida.
Llegar a ese estado en la actuación no es nada fácil, y ahí es donde Isaac Valdevenito y Anita Barra hacen un trabajo enorme de interpretación.
Antes de filmar hicimos varios ensayos donde tratamos estos temas. La pérdida, la vejez, el suicidio, la impotencia por no poder cambiar esta realidad, sabiendo que nadie te puede ayudar cuando no hay dinero para una enfermedad en un sistema de salud que te deja en el desamparo.
Luz murió por una enfermedad que Juan no pudo costear, ¿qué le quedaba a Juan? tratar de encontrarse con su mujer y sus hijos en el mar como ella le prometió en la escena fuera del hospital de Cañete.
De ahí comienza el viaje de Juan.
– ¿Cómo ha sido su participación en el Festival Biobío Cine? ¿Cuál ha sido la recepción general de la población? Considerando la antesala de ser el corto ganador del Premio Kinema entregado por la Comisión Fílmica de Chile
No sabría decirte, hasta ahora va todo bien. Se nota que el festival tiene mucho corazón, y si el festival vive es porque debe haber gente que ama mucho este oficio, y eso para mi lo es todo. Estando tan lejos de casa lo único que puedo ver es la reacción por redes sociales, estamos haciendo un esfuerzo enorme para que la gente conozca esta historia y sepa que un cortometraje lebulense está participando de tan lindo e importante festival.
– ¿Quieres dejar algún mensaje?
Primero me gustaría agradecer al equipo, a los que nos apoyaron y a los que creyeron. Estoy infinitamente agradecido con toda la gente que colaboró con esta historia.
Mi mensaje es que Concepción mire hacia adentro, que se interesen por la gente que vive en la región, que crucen el puente. No todo el cine surge en las capitales y este Festival lo está demostrando. Tenemos mucho que hacer, hay mucha gente que necesita apoyo, somos muchos los que andamos golpeando puertas, la unión en este momento es clave, es importante que conozcamos y valoremos las historias que tiene nuestro pueblo.
Concepción es la capital de la octava y es importante que se tomen en cuenta a los artistas, a los poetas, a los músicos y músicas de la región y su historia. No olvidemos que Caupolicán, Colo-Colo, Gonzalo Rojas, Gabriela Pizarro, Elvira Hernández y Leftraru nacieron en nuestro territorio, eso debería ser suficiente para que se le tome el peso a nuestra historia, a nuestros mitos y a nuestras leyendas.
Fotografía principal: Catalina Espinoza Ortiz