Cómo una conmemoración del Día Internacional de la Mujer desembocó en la Revolución Rusa

Fue la conmemoración del 8M en 1917, la chispa que disparó la revolución que derrocó el centenario régimen zarista en Rusia y que meses más tarde se traduciría en el asenso del poder del partido bolchevique que transformaría un país de características agrarias medievales en la poderosa Unión Soviética, que gracias a muchas mujeres comunistas, logró que fuera la primera nación del mundo con derecho a aborto libre, garantizar el derecho a voto de las mujeres décadas antes que en Europa o EEUU, así como el derecho al divorcio, la igualdad ante la ley en todo aspecto entre hombres y mujeres, entre otras.

La conmemoración del 8 de marzo como el «Día Internacional de la Mujer Trabajadora» una nace de un encuentro internacional de mujeres socialistas en Copenhague (Dinamarca) en 1910.

En febrero de 1917, el invierno, la escasez de alimentos y el hastío y rechazo a la Primera Guerra Mundial de la población rusa, dieron origen a una gran revuelta popular. En la capital, Petrogrado (hoy San Petersburgo), los trabajadores de las fábricas realizaron huelgas espontáneas y crecientes.

Pero el día clave del las movilizaciones fue su 23 de febrero, un 8 de marzo según nuestro calendario gregoriano, en el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, cuando las mujeres de Petrogrado realizaron manifestaciones para exigir pan y el fin de la sangrienta y brutal guerra con masivas y multitudinarias marchas, las que fueron reprimidas dejando varias víctimas fatales. Al tercer día de movilizaciones el zar movilizó la guarnición militar de la capital para reprimir la rebelión popular. Los soldados mataron muchos manifestantes pero en la noche parte de una compañía se sumó a la insurrección.

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Fue entonces cuando todos los regimientos de la ciudad se unieron a la revuelta haciendo triunfar la revolución. El zar abdicó el 15 de marzo y luego se realizaron las primeras elecciones en el Soviet, una especie de consejo o asamblea de trabajadores, el Soviet de Petrogrado.

Posteriormente se generó una dualidad de poderes entre el gobierno provisional y la revolución realizada por las trabajadoras, trabajadores, campesinas y campesinos. En ese contexto, el partido bolchevique de Lenin, quien regresó de su exilio en Suiza, realizó radicalizaciones estratégicas ante las demandas populares.

Luego vinieron las convulsionadas jornadas de abril y julio, con represión hacia los revolucionarios, el ejército en descomposición, y movilización del proletariado y el campesinado. En octubre, la directiva del partido bolchevique consideró viable la toma del poder en la capital dando el paso final de la toma del poder para convertir a la atrasada Rusia Feudal en la segunda superpotencia mundial que se lanzó a la exploración del cosmo e hizo temblar los países que habían dominado el planeta hasta entonces.

En esos años existían grandes líderes y teóricas socialistas como Rosa Luxemburgo, fundadora de la Liga Espartaquista, escinción de izquierda del Partido Social Demócrata Alemán (SPD), que posteriormente se transformará en el Partido Comunista Alemán (KPD). Luxemburgo nunca llegó a plasmar sus ideas, la Revolución Alemana de la cual fue una de sus líderes, fue aplastada en 1919 y ella terminó ejecutada. Tampoco pudo ejercer mayor influencia sobre la única revolución triunfante por entonces, la Rusa, pues siempre tuvo diferencias políticas con Lenin acerca de diversos aspectos: Internacionalismo versus derecho de autodeterminación de los pueblos, consejismo frente partido de vanguardia, por ejemplo.

Sin embargo, en la propia Rusia destacaran al interior del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, grandes figuras feministas como Alexandra Kollontái, Nadeshda Krúpskaia, Vera Slútskaia, Sofia Gonchárskaia e Inessa Armand.

Tras el triunfo de la revolución, el nuevo gobierno comunista eliminó inmediatamente el matrimonio eclesiástico y lo sustituyó por uno civil con derecho a divorcio a petición de cualquier miembro de la pareja, sin tener que aportar ninguna justificación.

En 1918 se aprobó el Código de Familia, que declaró a las mujeres iguales ante la ley. Las mujeres tenían derecho a administrar su propio dinero y ningún miembro de la pareja tenía derecho sobre las propiedades del otro.  Se erradicó el concepto de ilegitimidad: si una mujer no sabía quién era el padre, se otorgaba la responsabilidad colectiva sobre el hijo a todos aquellos que habían mantenido previamente relaciones sexuales con ella.

Dos años más tarde, Rusia se convierte en el primer Estado del mundo en legalizar y garantizar el aborto libre.

Alexandra Kollontai fue nombrada comisaria del pueblo de Bienestar Social, cargo al que sumaba su puesto en el comité central y en la dirección de la Organización de Mujeres Soviéticas creadas en 1920, conocida como la Zhenotdel.

Kollontai siempre tuvo gran influencia sobre Lenin y en general en la dirección bolchevique, tanto que ni Stalin se atrevió a tocarla tras su muerte. La dirigenta tenía planteamientos feministas radicales, que traspasaban las propias ideas marxistas de los bolcheviques. Con una fuerte influencia de sectores radicales de psicoanalistas como Willhem Reich, proponía la supresión de instituciones como la escuela y la familia, planteando que se debía derrocar la idea de la familia patriarcal, haciendo que el cuidado de los hijos y el hogar fuera tarea colectiva de toda la sociedad.

Con el apoyo de Lenin, planeó una red de instituciones que actuarían a modo de casas-cuna, guarderías, restaurantes y lavanderías públicas, servicios que liberarían a las mujeres del cuidado de los niños y del hogar que tradicionalmente se les había asignado.

Aprovechando su poder dentro de la Zhenodtel, Kollontai promulgó varias leyes de carácter feminista. Generó avances importantes para la igualdad real entre varones y mujeres. Trató de concienciar sobre la liberación sexual femenina en dos obras, no sin polémica: La nueva mujer y El amor en la sociedad comunista.

Sin embrago, Alexandra Kollontai no tuvo apoyo, salvo de parte de Lenin, en el comité central. Sus ideas de libertad sexual, eran muy avanzadas para una sociedad que venía saliendo de un régimen autárquico medieval, asimismo, sus planteamientos contra del papel de la familia, chocaban también contra la realidad. La Rusia posrevolucionaria estaba todavía recuperándose de la guerra civil, enfrentándose al hambre, la muerte y la desolación, haciendo que los ciudadanos se refugiaran en sus familias para poder seguir adelante. La familia era una institución que, aunque tradicional y patriarcal, era la más resistente y segura de todas, cuando el Estado no podía dar respuesta a la miseria y el hambre.

Con Lenin enfermó, Kollontai fue relegada a tareas diplomáticas, y ya con la llegada de Stalin, ese relegamiento fue aún mayor, muriendo en Moscú el año 1952 sin influencia en la administración de la URSS.

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