Cuando la pelota se mancha: Historias negras en los mundiales de fútbol

[resumen.cl] El campeonato mundial de fútbol que se juega por estos días y que tiene a gran parte del mundo con sus ojos en éste, nos traen un montón imágenes de buen fútbol, astros luciéndose e hinchadas entusiasmadas, sin embargo, no han sido pocas las ocasiones en que este campeonato estuvo ligado, de mayor o menor medida, a situaciones que oscurecen su historia.

El fútbol, que desde temprana edad adquirió una explosiva popularidad en gran parte del planeta, ha sido utilizado -a causa de esto mismo- como motivo de propaganda de regímenes autoritarios, control de la población, para descomprimir descontento social, de arreglos para lucrativos fines económicos, entre muchos otros aspectos. Si bien siempre han habido acusaciones de arbitrajes preparados, sorteos dudosos y resultados convenientes, a continuación presentamos una pequeña lista de los hechos más emblemáticos que, sí, han manchado la pelota:

 

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Mundial de la Italia fascista de 1934

La segunda edición de la Copa del Mundo de la FIFA causó tanta polémica en aquellos años que su eco sigue rebotando hasta ahora. Tras la exitosa Copa inaugural de Uruguay en 1930, la FIFA quiso realizar su siguiente campeonato en el continente europeo. Luego de la caída de Suiza como sede postulante y gracias a la enérgica y prolongada campaña de Benito Mussolini por hacerse del campeonato, fue finalmente en Italia quien se adjudicó la organización.

La ocasión representaba una oportunidad de oro para el gobierno totalitario de poder mostrarle al mundo los supuestos logros tras 12 años de gobierno fascista, además de utilizar al equipo como instrumento de identidad y unidad nacional. Italia completa se llenó de carteles de alegoría a la patria y al fascismo, el propio dictador no perdía la oportunidad para realizar discursos engrandeciendo el evento y presionando a los jugadores con la necesidad de ganar el campeonato. Italia jugó aquel torneo con indumentaria negra, haciendo alusión al color del fascismo, representados también en su fuerza de choque, los «camisas negras» presentes en los estadios, centros de entrenamiento y hoteles de todas las selecciones, como medida de amedrentamiento, además antes de cada juego del local, el saludo fascista del brazo derecho extendido precedía a cada inicio de juego. La presión a los jugadores era constante por parte del gobierno, el delantero Vittorio Pozzo recibía constantes telegramas donde se le instaba a la victoria, mientras Luis Monti declaró a los pocos años haber sentido miedo por su vida ante las consecuencias de una posible derrota.

La polémica no sólo estuvo fuera de la cancha, pues algunos medios e historiadores aseguran que el gobierno de Mussolini intervino y presionó a los árbitros para favorecer a Italia, siendo el caso más evidente el partido de cuartos de final contra España, en que anularon dos goles españoles y validó uno italiano cometido con una evidente falta en ataque. Tan evidente fue la ayuda, que los árbitros, de nacionalidad suiza, fueron sancionados de por vida y no pudieron volver a arbitrar por conducta antideportiva.

Para la final, que enfrentó a los locales con Checoslovaquia en el Estadio Nacional Fascista de Roma, con el mismo Mussolini en el palco, mientras el equipo realizaba el saludo habitual, el árbitro sueco sorprendió a todos y realizó el mismo gesto con el brazo derecho extendido. Finalmente sería Italia el segundo campeón del mundo, en un torneo que tiene más para avergonzarse que enorgullecerse.

 

1966, el mundial que tenía que ganar Inglaterra

Quizás el campeonato mundial con los arbitrajes más cuestionados de todos y un campeón de dudosa legitimidad. Luego de Chile 1962 era el turno de una sede europea, el elegido fue (para cumplir una antigua promesa) Inglaterra, poniendo tal vez punto final y con broche de oro a las diferencias que por décadas hubo entre la FIFA y la FA británica. El país donde nació el fútbol celebraba 100 años desde su creación en Londres, y la historia recuerda hasta hoy que muy probablemente la FIFA quiso darle un regalo de aniversario.

Primero, el cuestionado sorteo que dejó a Argentina y Brasil eliminándose entre sí en la fase de grupos que compartían además con la poderosa Alemania Federal, misma situación en el grupo que enfrentó al Portugal de Eusébio con la URSS y Uruguay. Pero las mayores dudas comenzaron cuando el local (que jugó todos sus partidos en Londres, mientras los demás equipos debían rotar de sedes) se encontró en cuartos de final con Argentina, que vivió la inexplicable expulsión de su estrella Antonio Rattín al minuto 35′ porque el árbitro interpretó que le había insultado, hecho que el jugador nunca entendió. Tras su expulsión, Rattín que no comprendía que tenía que salir del campo, se sentó en la alfombra roja preparada especialmente para la reina y luego que le conminaron a retirarse torció la bandera inglesa que flameaba como banderín de corner, desatando la furia de la hinchada presente en el Wembley, que además de lanzar objetos a la cancha comenzaron a gritar «animals, animals, animals!» a los jugadores argentinos, actitud que repetiría el técnico inglés, cuando al finalizar el partido afirmó «no intercambiamos camisetas con animales». Finalmente Inglaterra ganó con un gol offside al minuto 78′.

El partido de Campeonato sería entre Inglaterra y Alemania Federal, que tras un empate en los 90′ reglamentarios, terminó con un triunfo para los británicos luego que un tiro de Hurts que rebotó en el travesaño fuese cobrado, para sorpresa de todo el mundo, como gol. Extraño y cuestionado hasta el día de hoy, el mundial ese año fue inglés.

 

México 70 y la «guerra del fútbol»

Este mundial en sí quizás lo que más tiene para contar fue el apabullante desempeño de la selección brasileña con Pelé en todo su esplendor. Sin embargo, lo terrible se vivió en las eliminatorias para este campeonato, pues la pelea por un cupo de la CONCACAF terminó en una guerra (sí, una guerra).

Las tensiones entre Honduras y El Salvador venían en escalada desde hace tiempo, grupos paramilitares expulsaban a salvadoreños que se habían afincado en Honduras, disputas por el comercio de bananas, conflictos migratorios, disputas fronterizas y expropiaciones a propietarios salvadoreños tenían un ambiente de creciente tensión. En este contexto se dio el enfrentamiento entre ambas selecciones el 27 de junio de 1969, donde con un triunfo agónico y polémico, El Salvador clasificaba a su primer mundial.

La excusa del partido de fútbol fue utilizada para declarar una guerra que ya era inminente, que se hizo efeciva cuando el 14 de julio el ejército de El Salvador invadió territorio hondureño. La guerra, que afortunadamente duró sólo 4 días, pese a desarrollarse con armamento obsoleto (aviones de la segunda guerra mundial) costó la vida de 10 mil personas, dejó 15 mil heridos y alrededor de 150 mil desplazados. La noticia de este conflicto entre dos naciones caribeñas dio la vuelta al mundo y desde entonces es conocida como «la guerra del fútbol».

 

El mundial de la dictadura, Argentina 78

En medio de una de las dictaduras más brutales que vivió el continente sudamericano se jugó el mundial de 1978. Un régimen de terrorismo de Estado que cobró la vida de casi 9 mil personas y que presenta alrededor de 30 mil desaparecidos organizó una copa que intentó ser boicoteada por distintas organizaciones de Derechos Humanos a nivel mundial, al punto que Francia y Países Bajos estuvieron a punto de restarse. Fue la intervención directa del presidente de la FIFA, João Havelange, que acalló las voces disidentes y confirmó a Argentina como sede, sin embargo, no serían los últimos intentos de boicot.

La primera sorpresa fue la marginación voluntaria de la estrella de los Países Bajos, el referente de «la naranja mecánica» y la estrella del mundial anterior, Johan Cruyf, hizo caso de los llamados y se negó a ser parte del torneo.

El campeonato fue descaradamente usado para generar simpatía de la población hacia el régimen, encubrir las horribles violaciones a los Derechos Humanos, «no al fútbol en los campos de concentración» decía el slogan de una campaña organizada desde Francia. En Holanda el Partido Laborista instaba a no visitar Argentina, pero fue el mismo rey quien declaró que el equipo debía jugar. En Italia la campaña de boicot fue apoyada por las tres centrales sindicales, la CGIL, la CISL y la UIL. Mientras en Inglaterra, el Sindicato de Periodistas, adhiriendo a la campaña, publicó un folleto «instructivo» con frases en castellano, como «por favor, dejen de torturarme». Sin embargo, la fuerte campaña y visitas realizadas por el mismo presidente de la FIFA fueron decisivas para debilitar estas campañas.

Finalmente el partido inaugural y el final se jugaron en el Monumental de River, ubicado sólo a unos metros de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los principales centros clandestinos de detención de la dictadura. El interés de los militares por utilizar la Copa y los triunfos argentinos, le llevó a realizar intervenciones directas según señalan diversos investigadores trasandinos.

La polémica más importante dentro de la cancha en este campeonato se dio en la última fecha del Grupo B de la segunda fase (como se jugaba entonces): Argentina llegaba igualada en puntaje con Brasil para jugarse el paso a la final, pero con un gol menos de diferencia. Inexplicablemente, la FIFA decidió cambiar la fecha del partido haciendo jugar en primer lugar a Brasil contra Polonia, dejando en claro cuántos goles necesitaba Argentina para llegar a la final. Brasil ganó por 3-1, por lo que el local necesitaba ganar por 4 tantos, resultado finalmente en una sorprendente goleada por 6-0 a un poderoso Perú. Posteriormente se supo que minutos antes del partido, el mismo dictador Jorge Rafael Videla visitó el vestuario peruano acompañado por el exsecretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger y les leyó a los jugadores un mensaje del dictador del Perú Francisco Morales Bermúdez, sobre la hermandad argentino-peruana. Diez días después, mediante un decreto la dictadura argentina otorgó un crédito de 50 millones de dólares no reembolsables a Perú, junto con una donación de 35 mil toneladas de grano.

En 2007 el periodista argentino Ezequiel Fernández Moores aseguró mediante una investigación y entrevistas, que militares argentinos y funcionarios peruanos se reunieron en Lima dos días antes del partido acorando el resultado del encuentro. Allí se se abría acordado el crédito, la donación de trigo y pagar sobornos a algunos los jugadores y dirigentes peruanos.

En 2018 dos jugadores titulares del equipo peruano, José «Patrón» Velásquez y Germán Leguía, confirmaron la visita del dictador argentino acompañado de Kissinger, además que sabían que varios dirigentes y seis jugadores peruanos fueron sobornados para dejarse ganar, mencionando entre ellos a Rodulfo Manzo, Raúl Gorriti, Juan José Muñante y Ramón Quiroga (el portero de Perú nacido en Argentina).

Con este resultado Brasil debió conformarse con jugar por el tercer lugar, mientras Argentina jugó la final contra Países Bajos, quedándose con el título luego de una gran actuación de Mario Kempes.

«Nos usaron para tapar las 30 mil desapariciones. Me siento engañado y asumo mi responsabilidad individual: yo era un boludo que no veía más allá de la pelota.» declaró años después la figura del equipo, Ricardo Villa.

 

Estados Unidos 94 y el asesinato de Andrés Escobar

El mundial de Estados Unidos en 1994, además de ser recordado por la adaptación de estadios para este deporte y la expulsión de Maradona por doping, pasó a la historia por uno de los hechos más infames del fútbol moderno. El equipo de Colombia, capitaneado por Carlos «El Pibe» Valderrama, que había jugado un gran mundial en Italia 90, no venía del todo bien para esta entrega y no pudo superar la fase de grupos. En un partido clave con el local, Estados Unidos, Andrés Escobar cometió un autogol que significó la eliminación de Colombia.

Víctima de las condiciones socio-políticas, tras volver a su país Escobar fue acribillado en la calle, dentro de su auto, por un agente vinculado a las mafias del narcotráfico y apuestas deportivas. El asesinato golpeó duramente al mundo deportivo a nivel mundial y sus compañeros de selección pidieron protección, pues también temían por sus vidas.

 

 

El despilfarro de dinero de Brasil 2014, estadios desechables  y masivas protestas

Luego de 36 años, un mundial volvía a Sudamérica, esta vez el organizador fue el pentacampeón Brasil. Sin embargo, el inmenso gasto que significó la organización (el más caro de la historia hasta entonces) generó un gran descontento social que se manifestó en las calles. Las proclamas «Fifa Go Home» y «¿Copa para quién?» se tomaron las manifestaciones, cuestionando la necesidad de tanto gasto, el aumento del precio del transporte público, el desplazamiento de algunas poblaciones, la construcción de estadios que no volverán a ser utilizados y la destrucción medioambiental.

Las protestas, que comenzaron el 2013 para Copa Confederaciones, fueron fuertemente reprimidas por la policía.

Como anécdota, la FIFA presionó a Brasil para modificar su ley de prohibición de venta de alcohol en los estadios para favorecer a su auspiciador Budweiser, un caso inaceptable de injerencia.

 

2022… ¿Catar?

La sede del 2022 será Catar… un país gobernado por estrictas leyes religiosas, con graves acusaciones de violación a los Derechos Humanos, cuestionado trato a las mujeres e investigaciones por trabajo esclavo, donde además, el promedio de temperatura es de 40 °C. Un mundial que desde su anuncio en 2010 genera dudas y que probablemente dará mucho que hablar.

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