Por Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso
Desde hace ya muchos años las "Cuentas Públicas" presidenciales han sido verdaderas cuentas privadas para la clase política, ya que temerosos del pueblo del que son sus representantes, se parapetan en el edificio legislativo rodeándolo de rejas perimetrales, precisamente para aislarse de la plebe, como si se tratara de construir fosos que aíslen al castillo feudal representado en nuestra época por el Congreso Nacional. Todo esto, además, reforzado con un gran contingente de fuerzas policiales y vehículos represivos al por mayor, incluyendo los zorrillos y guanacos blancos de nueva generación.
Las porteñas y los porteños rebeldes se autoconvocaron en la Plaza de la Resistencia a las 14 horas de ayer martes 1 de junio para marchar hacia el Congreso y mostrar así el repudio y rechazo a un gobierno que da sus últimos aleteos de moribundo, que será recordado por la sistemática represión ejercida en contra de los chilenos y chilenas por parte de los agentes del Estado, especialmente a partir de la rebelión del 18 octubre del 2019, violando sistemáticamente los derechos humanos, cuyas secuelas de muerte, prisión, abusos y mutilaciones oculares forman parte del nefasto legado con el que será recordado.
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Por otra parte, también pasará a la historia por la indolencia con la que ha actuado ante las dificultades de la mayoría de la población afectada social y sanitariamente por la pandemia, quienes han tenido que hacer uso de sus propios recursos para enfrentar esta situación, ya que las migajas de ayuda social aportadas por el Gobierno han sido totalmente insuficientes.
La demanda central levantada en esta movilización fue exigir la libertad de todas y todos los presos políticos de la revuelta, y los numerosos lienzos, pancartas y volantes lanzados al aire así lo explicitaban.
Esta vez no hubo banderas mapuche, pero si se pudo observar una bandera colombiana con la frase "Resiste Colombia", como un homenaje a la lucha que llevan adelante las hermanas colombianas y los hermanos colombianos, ya que su lucha por la libertad y la justicia es la lucha de toda Latinoamérica.
La movilización hacia el Congreso comenzó poco antes de las 15 horas, recorriendo las calles céntricas de Valparaíso, pero en las primeras cuadras de Avenida Pedro Montt se hizo presente un gran contingente de Fuerzas Especiales de Carabineros. Así, mientras Piñera se hablaba a sí mismo y a la clase política que lo acompañó al interior del Congreso Nacional respecto del respeto a los derechos humanos, en las calles se reprimía enérgicamente una marcha pacífica, lanzando agua y gases tóxicos en contra de las y los manifestantes.
Una vez más, el presidente y la clase política, aislados y protegidos en su palacio legislativo, muy lejos de los sectores populares que dicen representar, ponían en escena una nueva obra de teatro llena de parafernalia y fantasía, denominada pomposamente Cuenta Pública.