19 de octubre: El inicio del Estallido Social en Concepción

Si bien el Estallido Social comenzó en Santiago el imborrable 18 de octubre de 2019, fue al día siguiente en que esté adquirió sus características nacionales. En un contexto en que la elite quiere hacernos creer que ya pasó y asociar este despertar social a delincuencia, y cuando tanto quienes se manifestaron como quienes estaban en contra confunden un resultado electoral a un cambio de parecer social, es necesario recordar uno de los episodios más importantes de la historia del pueblo chileno.

Por Alejandro Baeza

La fuerza con que apareció el pueblo de Chile en las calles el 18 de octubre de 2019 fue de una explosión tal que quedó instaurado bajo un nombre de detonación: Estallido Social. Durante su primer día fue un fenómeno principalmente santiaguino (y en algunos otros lugares puntuales).

En el caso de Concepción, distintas organizaciones sociales convocaron a reunirse a las 13 horas del sábado 19 en los Tribunales de Justicia, originalmente para protestar por el Estado de Excepción decretado la noche anterior en la capital, así como el propio hartazgo ante los abusos del sistema.

Un grupo de cerca de 50 personas en la Plaza Tribunales discutía si marchar por Barros o por O'Higgins mientras cientos de personas miraban expectantes desde las veredas de Castellón y el paseo peatonal esperando saber qué ocurriría.

 

Estallido

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Finalmente, mientras la marcha avanzaba por calle O'Higgins hacia Prat, miles de personas se fueron sumando espontáneamente -poco a poco- hasta ser varias cuadras. Al llegar a la Intendencia del Biobío, comenzó la represión con los primeros gases lacrimógenos del Estallido en Concepción en las inmediaciones de la Plaza España, escena que se repetiría durante meses de aquí en más.

El grupo era tan grande que se dividió, una parte fue a Avenida Los Carrera frente a la sede de la Policía de Investigaciones (PDI) y otro caminó hacia la Plaza Independencia.

Por una decisión presidencial, gran parte de las Fuerzas Especiales de la ciudad (y de Valparaíso) habían sido trasladadas a Santiago, por eso los intentos de represión fueron rápidamente resistidos y repelidos con una fuerza nunca vista.

El contingente no era capaz de contener la frustración ante las injusticias que se manifestaban en la calle y ya a las 16 horas Concepción ardía, tal y como ocurría en todo Chile.

La jornada finalizó con cacerolazos en todas las poblaciones al caer la noche, las que también se tradujeron en barricadas que se multiplicaron por todo el país. Ésta sería la primera jornada de un largo proceso de días de inagotables manifestaciones que recién estaban comenzando.

Los motivos que impulsaron un sismo de las proporciones que fue el Estallido Social siguen ahí intactos, sin encontrar solución. El resultado electoral del 4 de septiembre no sepulta en ningún caso las frustraciones y el malestar social.

Las elites políticas y empresariales tienen motivos evidentes para estar felices. Sin embargo, están confundiendo su triunfo puntual en una elección con haber conseguido una hegemonía política en la población. Que el Rechazo haya ganado no significa que el pueblo abandonó necesariamente a la voluntad de cambios y mucho menos que la gente se haya derechizado. Ya le pasó a Sebastián Piñera que pensó que el porcentaje con que llegó a La Moneda por segunda vez significaba una renuncia a las ansias transformadoras de una población que supuestamente quería era más neoliberalismo y esto le estalló en la cara.

Ahora vivimos un momento en que la elite trata, a través de sus medios de comunicación, que la población olvide aquella épica sublevación. Intentan imponer la idea en cuanto a que el Estallido Social fue un proceso únicamente de episodios de criminalidad o que «habían demandas legítimas pero fueron aprovechas por delincuentes». Con su clasismo habitual, nos rotean como pueblo diciéndonos que nuestras quejas no son más que delincuencia, y a su vez intentan imponer la idea que los ajustes a los problemas se resolverán con la misma camarilla de expertos en neoliberalismo de los 30 años (algunos, literalmente los mismos).

Por ello es importante mantener la memoria viva del pueblo de uno de los momentos más importantes de su propia historia. El Estallido es y será por siempre un recordatorio a elite de lo que un pueblo es capaz de hacer. Que sigan teniendo cuidado.

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