"Hanna K" es una película dirigida por Costa-Gavras, que data del año 1983, protagonizada por Jill Clayburgh (como Hanna Kaufman), Mohammad Bakri (como Selim Bakri) y Gabriel Byrne (como Joshua Herzog). El film plasma la historia de una abogada inmigrante judía estadounidense de Israel, de origen polaco, descendiente de supervivientes del holocausto judío, que es designada como abogada defensora de un palestino (Salim Bakri) acusado de terrorismo e "inflitración".
Joaquín Pérez
Salim afirma que estaba tratando de recuperar la posesión de la casa de su familia. Hanna lo salva de una sentencia de cárcel, pero es deportado a Jordania. Salim finalmente regresa, es encarcelado por inmigración ilegal y nuevamente solicita sus servicios. Hanna investiga la historia y descubre que la casa familiar de Salim es ahora una atracción turística en Kafr Rimon, un asentamiento construido y habitado por judíos rusos. La antigua aldea de Bakri, Kufr Rumaneh, ha desaparecido a excepción de algunas piedras y árboles.
Los abogados del Estado le ofrecen un trato a Hanna: si ella abandona el procedimiento, harán los arreglos para que Salim se convierta en ciudadano sudafricano y luego pueda regresar a Israel e intentar recuperar su propiedad. Hanna se enfrenta al hecho de que un legado del Holocausto fue el despojo de los palestinos, mientras sus colegas intentan persuadirla de los méritos del arreglo para Salim con el argumento de que Israel debe ser «defendido» incluso si a los palestinos se les niegan sus derechos.
Los grupos sionistas preocupados por la descripción comprensiva de la película sobre la cuestión palestina, desarrollaron una campaña contra su difusión, recibió duras críticas de la prensa norteamericana, se retiró abruptamente de circulación por su distribuidor estadounidense. El Film "Hanna K." se estrenó en escasos países, como Francia, donde recibió amenazas de bomba que obligaron a desalojar los cines donde exhibía.
El 26 de octubre de 2003, Ángel Fernández Santos, respetado crítico cinematográfico de El País de España, escribió sobre el film de Costa Gavras: "Película maldita, hecha en 1983 y luego reducida al silencio y al olvido a causa de un falso anatema de antisemita que le colgó la extrema derecha sionista. Fue este silencio el peaje por la osadía de presagiar la inmensa tragedia de Palestina y lo que da hoy a este viejo filme inédito una desazonadora vigencia. Una obra grave, intensa y hermosa".