El Corrector Implacable es una sección de opinión donde se desmenuzan titulares, publicaciones, noticias y columnas para revelar lo que realmente esconden: contradicciones, generalizaciones y, por supuesto, esos deliciosos momentos en los que la retórica se derrumba bajo su propio peso. Porque a veces es necesario corregir. En esta entrega veremos Quién manda a quién de Daniel Matamala. Publicada en https://www.latercera.com/opinion/noticia/quien-manda-a-quien/
Por El Enmascarado de Tinta
Daniel Matamala, periodista destacado de CNN y La Tercera, suele moverse con destreza en el terreno del equilibrio discursivo. Pero en su columna «Quién Manda a Quién», se desliza hacia una subcomplejidad argumentativa que merece un análisis más profundo. Su tesis central es contundente: las barras bravas tienen tanto poder que superan al Estado, a los dueños de los clubes y hasta a las instituciones deportivas. Aunque suena atractivo para generar cólera pública, queda cortísimo en el análisis pues reduce el problema a un mero «quién manda». Algo así como culpar a un profesor por las fallas de todo un sistema educativo.
Primero: responsabilidades claras
En primerísimo lugar, debería quedar absolutamente claro la falacia que implica atribuir el asesinato de una adolescente y un niño exclusivamente a una barra brava en las inmediaciones del Estadio Monumental. Existen tres responsables más: un responsable material directo, responsables administrativo-políticos en la forma de funcionarios estatales que no garantizaron la seguridad pública y Blanco & Negro al no brindar estándares mínimos de seguridad para un evento privado. Usar una tragedia como esta para atacar a un grupo específico, sin evidencia sólida, es un acto de cobardía intelectual que este espacio no va a replicar.
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Segundo: olvidemos las simplificaciones históricas
Matamala sugiere que las barras surgieron porque la Iglesia Católica y los partidos políticos dejaron de ocuparse de las poblaciones. Es una argumentación sugerente, pero falsa. Las barras bravas no son el resultado de un «vacío» social; más bien, son producto de dinámicas complejas que incluyen la normalización de la violencia heredada de dictaduras (Los de Abajo en 1985 y la Garra Blanca en 1986), la instrumentalización política del deporte y factores socioeconómicos y culturales.
En América Latina, las barras encontrar un nicho perfecto en un sistema que premia la violencia y la exclusión. Los partidos políticos, lejos de ignorarlas, las usaron como tropas de choque para intimidar en elecciones internas o pegar propaganda[1]. Cuando llegó el modelo de sociedades anónimas, esos mismos políticos siguieron negociando con ellas. Gabriel Ruiz-Tagle y su famosa amistad con "Pancho Malo" son prueba de aquello[2]. Así que, antes de señalar con el dedo, podríamos preguntarnos: ¿quién construyó este monstruo y quién lo alimentó?
Tercero: las barras no «mandan»
Decir que las barras bravas tienen más poder que el Estado es una afirmación que no resiste un análisis serio. Las barras no financian campañas políticas, no controlan a los accionistas de los clubes ni influyen directamente en las decisiones estratégicas del fútbol profesional. No tienen más recursos ni más miembros que el Estado, ni más dinero que los accionistas.
Quienes sí mandan son los que tienen el poder económico para dictar leyes a diputados, a nombrar jueces de la corte suprema, a financiar irregularmente la política de forma impune, etc. El concentrarse exclusivamente en las barras como el eslabón débil del problema es una falacia lógica que ni el árbitro más malo dejaría pasar.
Cuarto: Contexto histórico y comparativo
Un total de 27.768 personas han sido detenidos o denunciadas por infracciones o delitos asociados a la violencia que se produce en torno a actividades de fútbol profesional en Chile por parte de Carabineros entre los años 2017 y 2021[3]. Pero no es un fenómeno aislado ni espontáneo. Es el resultado de décadas de omisiones y políticas públicas insuficientes. Recordemos algunos antecedentes:
Comparemos esto con experiencias exitosas en otros países:
En contraste, las políticas chilenas han sido reactivas, fragmentadas y carentes de continuidad.
Quinto: El negocio del fútbol y sus externalidades
La transformación de los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales (SADP) introdujo un modelo empresarial que priorizó la rentabilidad sobre el bienestar social y deportivo. Este cambio trajo consigo una serie de problemas que siguen afectando al fútbol chileno:
Este modelo ha exacerbado las desigualdades entre clubes grandes y pequeños, concentrando el poder en manos de unos pocos actores económicos.
Sexto: La relación entre barras y actividades ilícitas
La laxitud del Estado para fiscalizar actividades financieras sospechosas ha permitido que las barras bravas se financien a través de actividades ilegales, como la venta de drogas, armas y entradas fraudulentas. Este fenómeno no es exclusivo de Chile; estudios[4] en Argentina revelan patrones similares vinculados a redes de corrupción y lavado de dinero.
Sin embargo, culpar únicamente a las barras de esta situación ignora el rol de los máximos inversores del fútbol chileno y la complicidad tácita del Estado en la perpetuación de estas dinámicas.
Séptimo: La plata decide, las autoridades acatan
El Estado, los clubes y la prensa comparten la responsabilidad de abordar estos desafíos con soluciones integrales y sostenibles. No se puede esperar que sean los antisociales los que recapaciten su actuación.
Implementar programas exitosos como requiere no solo inversión económica, sino también voluntad política y liderazgo a largo plazo. Hasta que estas condiciones no se cumplan, seguiremos culpando al eslabón más débil mientras los verdaderos responsables permanecen impunes.
La conclusión no es que «las barras deciden», sino «la plata decide, las autoridades acatan».
Referencias
[1] https://www.latercera.com/noticia/pagos-horarios-funciones-asi-trabajan-los-brigadistas-en-campana/
[2] https://www.emol.com/noticias/deportes/2012/04/10/535084/gabriel-ruiz-tagle-reconoce-nexos-con-la-garra-blanca-durante-su-mandato-en-colo-colo.html
[3] https://www.acipol.cl/assets/revista/v03n02/Art-4_Rev_ACIPOL.pdf
[4] https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/114045/CONICET_Digital_Nro.05abe055-f17d-470f-a0d2-5c7c9be3d208_A.pdf?spm=a2ty_o01.29997173.0.0.44815171QDfPf8&sequence=2&isAllowed=n