Trump no asumirá la presidencia de Estados Unidos hasta el próximo 20 de enero, sin embargo, en cuanto a política internacional ya ha invitado a Canadá a ser un Estado más de EE.UU., le ha advertido a Dinamarca que quiere comprar Groenlandia, a la Unión Europea ya le ha dicho que tiene que comprar más gas y petróleo estadounidense y Elon Musk, el  lugarteniente de Trump, se inmiscuye en la política alemana para dar apoyo a la Alternativa para Alemania (AfD) organización con resonancias neonazis. Con respecto a Latinoamérica a la cual considera su patio trasero, las amenazas son aún peores.

Por Joaquín Pérez

La llegada de Trump a la Casa Blanca en Washington, amenaza con generar una profunda inestabilidad política en la región, ya ha sugerido una intervención militar en México para combatir al narco, tomar el control absoluto del canal de Panamá, endurecer las políticas migratorias y controles en su frontera con México, y al mismo tiempo endurecer los bloqueos económicos y comerciales a Cuba y Venezuela.

Se espera que Trump entre con toda su doctrina Monroe a rajatabla, la cual considera a Latinoamérica como el patio trasero de los Estados Unidos, al Mar Caribe como el Mare Nostrum del imperio Romano, por lo cual ya advertido claramente que sancionará a quienes se dejen seducir por las inversiones Chinas.

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Sin duda, la pelea más dura de todos los países de la región la tendrá México y hasta el momento, Claudia Sheinbaum, ha sabido responder con la misma dignidad que López Obrador respondió a Trump en su anterior mandato.

La presidenta Mexicana le ha dejado claro a Trump, que a México se le respeta, que Estados Unidos es el principal consumidor de drogas del mundo, el principal proveedor de armas a las bandas de narcotraficantes, que parta por ahí.

Sheinbaum ya ha anunciado su reconocimiento al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y que enviará un representante a dicha ceremonia, mientras acaba de destinar cerca de 500 mil barriles de petróleo a Cuba como ayuda humanitaria.

Sheinbaum fue la primera mandataria en responder a Trump sobre sus intenciones de apoderarse del canal de Panamá: "el canal de Panamá es de los panameños".

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Trump ha dicho a los cuatro vientos, que lo que se viene es una lucha sin cuartel contra China, en materia de desarrollo tecnológico y control de minerales estratégicos, como también el control de los pasos estratégicos- como los estrechos- con el fin de combatir la política exterior China de las "nuevas rutas de las sedas".

No hay que olvidar que Trump nombró a Marcos Rubio -un cubano anticastrista de Miami- a cargo de la política exterior de los Estados Unidos, por lo cual el foco hacia Latinoamérica es claro.

Ante este escenario será vital el papel que juegue Brasil. ¿Lula seguirá con sus ambivalencias en política exterior o se atreverá a asumir posturas soberanistas?. Si se decide por esto último, se verá obligado a cerrar filas con México, Cuba, Venezuela, Bolivia y Colombia.

El Uruguay de Yamandú Orsi o la dictadura Peruana de Dina Boluarte se moverán en función de la presión de Trump y el papel que tome la cancillería brasileña. El Chile de Boric, entregado en su política internacional al gobierno demócrata de los Estados Unidos, con su agenda "Woke" queda sin piso político alguno, obligados a hundir la cabeza y esperar tratar de pasar desapercibido para Trump y Marcos Rubio, cuestión que será muy difícil.

Argentina de Milei o Ecuador de Noboa, verán reforzados los gobiernos que conducen a sus países a la autodestrucción.

Foto: Gage Skidmore