Por Paulo Muñoz estudiante de Biología de la Universidad de Concepción
El proyecto Parque Científico y Tecnológico del Biobío (PACYT) actualmente se encuentra detenido. La decisión de la constructora a cargo del proyecto, Valko, de desistir de su contrato con la corporación PACYT fue fundamentada en una noticia que vio la luz pública solo hace unos pocos días.
Durante el trabajo de actualización de la línea de base ambiental, donde se busca, entre otras cosas, hacer un catastro de la biodiversidad que habita en el área a intervenir, se dio con el hallazgo de 2 especies de plantas que no estaban consideradas anteriormente. Estas dos especies encontradas son el Pitao (Pitavia punctata) y el Michay Araucano (Berberis negeriana). Ambas son especies endémicas de la cordillera de la costa entre el Maule y el Biobío, es decir, no crecen en ninguna otra parte ni de Chile ni del mundo.
El Pitao, perteneciente a la familia de los cítricos (Rutaceae), es un árbol siempre-verde que puede crecer hasta los 15 metros de altura y que se caracteriza por sus grandes hojas de un verde brillante que expelen un agradable aroma cítrico. Es una especie clasificada «En Peligro» y declarada como Monumento Natural de Chile desde 1995, esto debido a que su distribución ya restringida en la Cordillera de la Costa se encuentra hoy seriamente amenazada por la destrucción de su hábitat y la expansión del monocultivo que ha generado una fragmentación y aislamiento de sus poblaciones. Esta especie es la única representante de su familia en nuestro país, y según estudios, no tendría relación directa con otras especies de su misma familia en nuestro continente, sino más bien estaría relacionada a las especies de Rutáceas provenientes de Australasia, ¡indicando un linaje evolutivo único de más de 30 millones de años!
El Michay Araucano, es una planta arbustiva pariente cercano del Calafate (Berberis darwinii) que pertenece a la familia Berberidaceae. A diferencia del Pitao, esta planta solo crece en este tipo de bosque y en ninguna otra parte ni de Chile ni del mundo. El Michay Araucano se caracteriza por sus hojas grandes en comparación a sus hermanos del género Berberis, con grandes mucrones o espinas, y por sus bellas flores color amarillo que aparecen entre septiembre y noviembre. Este arbusto tiene una distribución aún más acotada y aún más fragmentada que el Pitao, ya que actualmente solo se conoce 5 localidades donde esta especie sobrevive, entre ellas, el cerro Alto Caracol. Según el Reglamento de Clasifcación de Especies de chile, esta especie cae en la categoría de conservación «En Peligro», aunque reúne las condiciones para ser considerada como «En Peligro Crítico».
Ambas especies son originarias de las regiones del Maule y Biobío. Este bosque cubrió alguna vez las laderas bajas y medias de la cordillera de la costa entre los ríos Maule y Biobío, sin embargo, hoy se encuentra casi extinto. El avance de la industria forestal ha destruido casi la totalidad de los relictos de bosque nativo que iban quedando, y solo es posible hallar pequeños parches desconectados y aislados en un mar de monocultivo. Entre ellos, el parche más importante es el del Parque Nacional Nonguén, que protege aproximadamente 2000 hectáreas de bosque nativo.
Y hoy, a escasos 2 kilómetros del parque, fueron halladas subpoblaciones de estas dos especies. El área donde se encontraron corresponde al fundo «El Guindo», propiedad de la corporación PACYT y futuro emplazamiento del proyecto. Este fundo, ubicado en el Alto Caracol, posee una gran biodiversidad que, si bien se encuentra fragmentada en manchones de nativo, posee la capacidad de ser restaurada para constituir corredores biológicos hacia el parque Nonguén.
Los últimos remanentes del mítico Bosque Caducifolio de Concepción son la herencia natural de millones de años que este territorio nos heredó, por lo que nos significa una responsabilidad como habitantes de estas tierras el cuidar lo poco que nos queda e impulsar acciones que reproduzcan la vida y su recuperación. Sabemos que proyectos como el PACYT, que por más acciones de restauración (enfocadas en una microescala), informes ambientales, declaraciones ecologistas y etiquetas verdes que se puedan colgar, no apuntan en la dirección a la que tenemos que avanzar, sino que a todo lo contrario. Si queremos revivir este antiguo bosque el proyecto PACYT no es la solución sino el problema. El desarrollo humano va más allá de cifras y de escalas monetarias, se escapa de cualquier horizonte capitalista y es justamente fuera de él donde tenemos que mirar.
Para más información, pueden visitar las redes sociales de la Coordinadora por la Defensa Alto Caracol, así como el Documental «PACyT: Ciencia al servicio de la urbanización«