Víctor Parra Villalobos / resumen.cl
Es indudable que las redes sociales han sido una de las herramientas que ha tenido el estallido social que vive hoy Chile para desarrollarse. Las protestas y asambleas que buscan cambiar el injusto modelo socio-económico que rige el país, suelen organizarse y difundirse mediante estas herramientas. Sin embargo, desde el inicio de las protestas, organizaciones y medios de comunicación están alertando sobre censura o restricciones en el uso de sus cuentas en redes sociales. Prensa popular e independiente que ha denunciado el abuso policial/militar del gobierno de Piñera está alegando constante censura. Desde que comenzaron las protestas las denuncias se han masificado por lo que debemos seriamente preguntarnos: ¿están las redes sociales censurando el estallido social en Chile?
Medios como Radio Kurruf, Radio Humedales, PiensaPrensa, entre muchos otros que han denunciado los abusos policiales han comunicado restricciones o el cierre de sus cuentas. Los casos más comunes parecen ser las redes sociales como Instagram y Facebook, las cuales pertenecen al mismo dueño: el multimillonario Mark Zuckerberg. Cabe señalar que la megacorporación ha sido enjuiciada públicamente por vender los datos de sus usuarios en escándalos como Cambridge Analytica, en donde se analizó los perfiles psicológicos de millones de usuarios de Facebook para luego inducirlos a votar por candidatos de extrema derecha como Donald Trump. Durante este escándalo además se desarrollaron noticias falsas que luego fueron replicadas a través de redes sociales, aseguraron los dueños de la compañía como bien grafica el reciente documental de Netflix «The Great Hack».
En el caso de Instagram las denuncias han sido a propósito de la censura de diversas fotos y videos que mostraban la brutalidad policial o militar. En el caso de Facebook, en cambio, las principales denuncias son por la restricción de la red social que implicaría, entre otras cosas, el menor alcance de las publicaciones de las paginas de medios de comunicación y organizaciones. Lo curioso es que son las paginas que están denunciando al gobierno de Piñera las que están siendo censuradas y restringidas. Existieron tantos casos de imágenes y videos borrados en redes sociales que se empezaron a crear iniciativas de respaldo virtual colaborativas en sitios web de los videos de la represión en el país.
El medio Resumen.cl también fue restringido en Facebook hace pocos días, la red social notificó, entre otras cosas, un mensaje que señalaba «Se restringió el acceso de tu pagina Resumen a algunas funciones de Facebook», así como «Se impusieron limites a Resumen» para luego agregar en inglés que «su página ha sido bloqueada para compartir enlaces» agregando que «el límite es temporal y caduca el jueves 7 de noviembre de 2019 a las 19:17 horas». En el caso de nuestro perfil de Instagram, diversas publicaciones fueron borradas muy poco tiempo después de haber sido publicadas.
Instagram y Facebook, sin embargo, no han sido las únicas redes apuntadas por censurar contenido o bloquear cuentas. Twitter, por ejemplo, bloqueó la cuenta de Anonymous Chile, luego de que esta organización filtrara documentos de carabineros, en lo que se conoce como Pacoleaks. De hecho, la cuenta del pajarito ha estado en la polémica los últimos meses, después de que en septiembre de 2019 el gobierno cubano acusara a Twitter de bloquear las cuentas de diversos medios de comunicación de la isla. Todo esto en medio de las graves restricciones económicas contra Cuba por parte del gobierno de Trump. También se generó bastante polémica por la censura que hizo Twitter del hashtag #piñeradictador, a través del cual se viralizaba el contenido de las protestas y que alcanzó a ser tendencia mundial.
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Volviendo a los casos de Facebook e Instagram, la razón supuestamente estaría en las llamadas «normas comunitarias», las cuales no permitirían imágenes o videos en donde exista mucha violencia explicita. Instagram por ejemplo explica que «Somos conscientes de que muchas personas utilizan Instagram para compartir eventos importantes y de interés. Sin embargo, algunos de estos eventos pueden incluir imágenes demasiado explícitas. Debido al gran número de personas y la variedad etaria que utilizan Instagram, es posible que retiremos videos que contengan una gran cantidad de violencia gráfica para asegurarnos de que Instagram siga siendo un lugar apropiado para todos».
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Complementando lo anterior el portal de tecnología Fayer Wayer explica que la respuesta a la censura "reside en los algoritmos y las denuncias de otros". Es decir en los algoritmos que detectan con inteligencia artificial los videos violentos. Sin embargo a veces este mecanismo falla. En estos casos las redes sociales se valen de las denuncias de otros usuarios. Sin embargo la pregunta natural que surge es si las denuncias de otros usuarios vienen para respetar las «normas comunitarias» referidas a no compartir videos con violencia explicita, o bien surgen por motivos políticos de usuarios que responden a visiones conservadoras y reaccionarias que están en contra de la difusión de la represión del gobierno contra los y las manifestantes.
Con estos pocos antecedentes ya se puede apreciar que la censura que viven actualmente diversos medios de comunicación y organizaciones procede no solo por que las imágenes o videos tengan violencia explicita cometida, en su mayoría, por la brutal represión de estas semanas, sino también por las denuncias de usuarios que podrían tener intenciones políticas conservadoras para silenciar violaciones a los derechos humanos en el país. Estas conclusiones, sin embargo, son solo algunas pocas a las que podemos acceder con la escasa información que estas corporaciones multimillonarias de las redes sociales dan a la población.
Si bien no ha existido casos de censura a través de Whatsapp, éste servicio también pertenece a Facebook y ha sido blanco de criticas por fallos de seguridad en su cifrado de extremo a extremo. Ademas, Este medio ha sido usado masivamente para divulgar fake news, como ocurrió para la elección de Bolsonaro en Brasil. Por sus falencias en seguridad o limitaciones, algunas personas están migrando a aplicaciones de comunicación y mensajería como Signal o Telegram. Algunos medios como Radio Kuruf o Resumen cuentan ya con un canal de Telegram.
Otra red social de amplia utilización como lo es Youtube, propiedad de Google, también ha sido apuntada por facilitar la proliferación de Fake News o contenidos que incitan al odio por parte de grupos de extrema derecha. Hace pocos días el magnate de las redes sociales Mark Zuckerberg fue llamado a dar explicaciones al congreso de Estados Unidos, producto de sus decisiones por disminuir las restricciones de Facebook ante noticias falsas relacionadas a propaganda política.
En Chile, además, es un hecho el uso de minería de datos en campañas políticas, con el programa «Civic Brain» de la empresa Instagis, que utiliza un «robot aspiradora» que recolecta datos desde Facebook y los utiliza para distintos fines. Esta empresa entrega asesoría tecnológica a municipalidades, partidos políticos, empresas e instituciones del estado como SENDA, PDI y carabineros. Además la llamada minería de datos ha sido utilizada por carabineros para acusar a personas en el conocido caso 21 de Mayo, que inculpó mediante cuestionadas pruebas a diversos jóvenes que luchaban por causas socioambientales.
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Urge entonces investigar más a fondo sobre el enorme poder y capacidad de manipulación y censura que están teniendo las redes sociales en la población. Además resulta importante poner freno a la concentración de datos e informaciones personales que estas redes acumulan y que se transforman en mercancía y en una herramienta de poder sin precedentes. Hay que recordar que el Estado chileno, desde el año 2017 y a través de un decreto inconstitucional, puede acceder a todos los datos y metadatos de telefonía e internet de por lo menos los últimos 2 años.
Como horizonte resulta importante generar alternativas a los servicios de comunicación que entregan corporaciones al servicio de empresas y Estados, y para esto es necesario un ejercicio popular de «soberanía tecnológica» o empoderamiento colectivo de la nuevas tecnologías con software libre por ejemplo, que permitan romper el cerco informativo y la censura, a través de la diversificación de los canales de comunicación.
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