Pese a que el estudiantado del liceo A21 depuso su última toma, tras alcanzar supuestos acuerdos con el Daem porteño, solo se estaría reparando la cocina del establecimiento, pero las demás goteras presentes en salas, pasillos y hall, siguen sin tener una fecha concreta de arreglo. A esto le suman el peligroso estado del gimnasio, el que según declaran los mismos alumnos, podría incluso desplomarse, por lo que no cuentan con un espacio idóneo para hacer educación física.
Por Juan Contreras Jara
Las problemáticas en los establecimientos públicos de Talcahuano suman y siguen y en el caso del liceo A 21, se arrastran hace por lo menos siete años, cuando el establecimiento fue entregado tras el terremoto del 27 F.
Paredes repletas de hongos, goteras en todo el establecimiento y un gimnasio con posible peligro de derrumbe son parte de las problemáticas que deben enfrentar estudiantes y docentes al momento de efectuar las clases.
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En conversación con RESUMEN, Scarlett Águila, directora del Centro de Estudiantes del liceo A 21, detalló que, «tenemos goteras por todos lados, en la inspectoría, baños y sala, «agregando que, «comúnmente nos hacen traslados a la sala de música, si es que llovió toda la noche o va a seguir lloviendo durante el día», apuntando a que los cambios de sala o incluso la combinación de cursos producto de la inundación de aulas, son una constante en el establecimiento centenario de Talcahuano.
Durante una semana se mantuvieron en toma y solo gracias al compromiso asumido desde el Daem porteño con la reparación de la cocina del establecimiento, el estudiantado aceptó deponer su movilización, eso sí, entregando un plazo de una semana y media para concretar dicha reparación, de no ser así, «nosotros íbamos a comunicarnos con las mayores autoridades en educación del país y el liceo vuelve a la toma».
Si bien desde el estudiantado comentaron que ya se compraron los materiales de reparación, estos irían dirigidos únicamente para la cocina del establecimiento, pero para las salas, pasillos, hall y gimnasio, no hay plazos.
«Estas exigencias se arrastran hace años y si las hubieran resuelto en el momento indicado, no tendríamos que haber llegado a esto», enfatizó la dirigenta estudiantil, criticando la falta de probidad por parte del Daem porteño en reparar las escuelas y liceos antes del retorno a clases.
Consultada por el estado de su gimnasio, la estudiante relata que deben hacer educación física en pasillos, hall e incluso salas, siempre y cuando no este lloviendo, porque dichas dependencias se inundan llegadas las lluvias.
En esta línea, Águila lamentó que aún no manejan información formal al respecto, pese a habérsela solicitado al director del Daem, quien se habría remitido a contestarles que el gimnasio de su liceo estaba en medio de un proceso judicial.
«Esa es la respuesta que no da el director del Daem, el alcalde, etc. Nosotros hacemos las preguntas, pero el representante del Daem no sabe y él dice que nosotros no tenemos porqué saber eso», relató la dirigenta, pese a que son ellas y ellos quienes padecen las problemáticas estructurales ignoradas por años por el municipio comandado por Henry Campos (UDI).
Con respecto a los hongos en paredes y techumbres, la respuesta desde el Daem, expresan las y los estudiantes es la misma que con el gimnasio, es decir, no hay claridad de los plazos de una eventual reparación. «Cada vez que ellos se comprometen para hacer algo para sacar los hongos, los pintan», lamentaron desde el Centro de Estudiantes del liceo A 21.
Debido a este clima de incertidumbre, desde el alumnado dieron un plazo de una semana y media para la reparación de la techumbre de la cocina del establecimiento, situación que ha imposibilitado el normal trabajo de las manipuladoras de alimentos y por ende, ha perjudicado la calidad de su alimentación.
La llegada de los materiales se habría concretado el pasado jueves, por lo que aguardarán hasta la próxima semana para que se regularicen las falencias estructurales de su cocina y por ende, se dé pie para avanzar en el resto de goteras que inundan el liceo cuando llueve. «El liceo se desmorona», concluyó Águila.