Este domingo inicia el mundial de fútbol de Qatar, evento que mantiene expectante a la prensa mundial, pero no precisamente por los hechos que han revestido su puesta en marcha, tanto por las condiciones de la población inmigrante que laboró en generar la infraestructura demandada tanto en estadios como en las ciudades que fueron nombradas sedes, como del mismo país organizador, protagonista a nivel mundial del asedio contra los derechos de la mujer, de la comunidad LGTBIQ+, entre otros.

Por Juan Contreras Jara

Como un velo sobre las profundas iniquidades al interior de Qatar, ubicado al oeste de Asia, se levanta la efervescencia mundialista y su cobertura mediática, pasando por alto, por ejemplo, las paupérrimas condiciones laborales de los inmigrantes provenientes de Bangladés, India, Nepal, Pakistán o Sri Lanka, que han trabajado los últimos años en la construcción de los recintos deportivos.

En este sentido hay cifras aún no definidas, que a la fecha hablan de cientos de trabajadores muertos en medio de las faenas de construcción, sin embargo, desde la FIFA y el Comité de la Copa Mundial de Qatar, han reportado solo tres muertes, dos por caídas desde altura y una por un atropello, según informó DW. Pese a la extrema disparidad que podría darse en la cantidad de fallecidos, considerando que han sido 30 mil las personas que habrían trabajado en los estadios, lo claro es que ambas organizaciones solo habrían contabilizado a los trabajadores de dicha faena y no de toda la infraestructura que se levantó en el país debido a la llegada del campeonato, desde el 2010 a la fecha.

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Qatar, una monarquía islámica, forma parte de los 70 países alrededor del mundo que, según Amnistía Internacional, niegan el derecho de existir a las comunidades LGTBIQ+ a través de su situación de ilegalidad, persiguiendo y encarcelándoles con penas que pueden llegar a los 10 años de cárcel. Mismo escenario de violencia se ejerce contra la educación sexual y la orientación de género.

En cuanto a los derechos de las mujeres, la realidad de Qatar es absolutamente violenta, manteniendo a niñas y adultas bajo la figura de poder del hombre en sociedad. Dentro de los horrores hacia la mujer están, por ejemplo, la autorización o no que le otorgan los «tutores masculinos» para poder cazarse o estudiar, según un informe de Human Rights Watch titulado, Todo lo que tengo que hacer está ligado a un hombre: Las mujeres y las normas de tutela masculina de Qatar, en inglés, «Everything I Have to Do is Tied to a Man': Women and Qatar's Male Guardianship Rules".

Según el informe de Human Rights Watch, las mujeres tampoco podrían hacerse cargo de la tutela principal de sus hijos, aunque cuenten con la custodia, afectando acceso a permisos de viaje, documentación, economía, entre otros.

Otro aspecto violentado en Qatar es el derecho a la libre expresión y de prensa, castigando con cárcel a las y los periodistas que critiquen al régimen de Tamim bin Hamad Al Thani, emir catarí o jefe político que ostenta el cargo heredado por su dinastía.

Lo descrito anteriormente es un tema evadido normalmente al interior de la prensa mundial y chilena, donde el tema se roba las portadas de un país que ni siquiera podrá disputar dicho torneo y que, según el trato que le están dando los medios, hace pasar desapercibidas las extremas desigualdades y violencias vividas por mujeres, niñas, comunidad LGTBIQ+  e inmigrantes en Qatar.