En su visita a Concepción, el Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar Vergara conversó con RESUMEN acerca del actual proceso constituyente por el que atraviesa el país.
Por Antomella Becerra Norambuena
Tras el inicio del Estallido Social en 2019, se colocó de forma más clara y potente en la palestra la necesidad de dar término a la Constitución vigente. Sin embargo, tras el fracaso de la propuesta de nueva Carta Magna en el plebiscito de salida de septiembre pasado, el actual gobierno decidió iniciar un nuevo proceso bajo las reglas de la clase política.
Dicho proceso, representado en el llamado "Acuerdo por Chile", ha sido duramente criticado por distintas voces. Con la intención de recoger parte de este análisis, el historiador Gabriel Salazar Vergara conversó con RESUMEN en su visita a Concepción durante esta semana en el marco de las actividades de la Escuela de Verano de la Universidad de Concepción.
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¿Cuál es su análisis sobre el actual proceso constituyente y de qué manera la clase política puede llegar a generar, con las condiciones actuales, lo que usted denominó como una dictadura constituyente?
Chile ha pasado por once intentonas fracasadas de modificar la actual Constitución, en las cuales la ciudadanía ha quedado sin participación real, dejando como única alternativa quedarse en la calle. La Constitución de 1833 eliminó las únicas dos instancias de participación ciudadana, el cabildo y las asambleas provinciales en donde la sociedad participaba en asambleas y era parte de la toma de decisiones dentro del aparato político.
Es interesante señalar que la soberanía popular solo puede expresarse mediante asambleas comunales y regionales. La Convención Constitucional que fue rechazada durante septiembre en su articulado, traía la reposición de la asamblea comunal, regional y lo que llamaron la cámara de regiones, que iba a reemplazar al Senado. Curiosamente, nadie ha hecho alusión a esa asamblea; la Convención traía de vuelta las tres asambleas que entregaban soberanía popular, dejando a la clase política con un mínimo de representatividad.
Después del mes de septiembre, la clase política cree que fue derrotada la alternativa izquierdista y que están en absoluto control del proceso. Hay un lote de declaraciones públicas que con toda tranquilidad dicen que el poder constituyente radica en el Congreso.
De frentón, ya usurpan un derecho natural que es la soberanía popular propia de la ciudadanía. Se lo arrogan a sí mismos y por eso están definiendo todo con una tranquilidad, sin citar a nadie ni hablar y no dar ninguna referencia a la ciudadanía cuando se habla del consejo representante, de la comisión de expertos, del comité de admisibilidad, etc. Ninguna referencia, y por eso yo creo que es dictadura y no un proceso constituyente para organizar cómo va a ser el nuevo proceso que va a hilvanar la nueva Constitución.
Considerando el interés de la clase política versus la escasa participación que tendrá la ciudadanía ¿Qué tipo de Constitución cree que pueda salir de este nuevo proceso?
Hay dos cosas, uno, progresivamente se va a ir haciendo consciente que este proceso es un chiste, es un sainete. La clase política y algunos de la derecha creen que con el Rechazo ganó la derecha y eso es absurdo. La última encuesta del CEP, publicada hace dos semanas, marca clarito, el 64% de los consultados dice que el sistema político está muy malo, el 62% dice no querer participar en ese proceso y el 66% vuelve a repetir la marca de que no cree y rechaza a los políticos.
Eso no ha cambiado después del 4 de septiembre o del 12 de diciembre cuando se conoció el Acuerdo, la gente sigue pensando igual. Ellos creen por el contrario que tienen el poder.
Ya salieron dos declaraciones importantes, Miguel Lawner, exministro de Allende hizo una declaración denunciando ese proceso y otra de la Comisión de Derechos Humanos que entregó a la Naciones Unidas que se está violando el derecho de autodeterminación y han comenzado las funas en las calles y pronto va a comenzar un proceso más masivo y lógico pues las ciudadanía sigue pensando igual. Ganó el Rechazo, pero sigue pensando igual.
Lo más probable, más tarde que temprano se va a terminar anunciando esto como un chiste, una funa, lo que sea.
¿Cómo cree que se pueden integrar las demandas del Estallido Social en el nuevo proceso constituyente?
Hay que tomar en cuenta una cosa respecto a esas demandas. El gran empresariado, también desconfía de la coyuntura actual, la confianza en el sistema cayó en un 49% después del Apruebo, entre diciembre y enero, la confianza se desplomó absolutamente.
Por otro lado, las cifras indican que el gran empresariado está exportando sus capitales y la inversión chilena del exterior que viene de antes, que partió hace como dos años atrás, se aceleró. El empresariado no confía en el proceso de los políticos, esto es muy notable.
El gran empresariado siempre ha jugado con dos peones o alfiles: la clase política -cuando es necesario se une y hace lo que hace- y el Ejército; el primero totalmente desprestigiado y el Ejército que no ha hecho nada. Si no confía el empresariado, si no confía el pueblo, que gran ridículo están haciendo los políticos.
En el actual contexto ¿Cómo podría generarse un proceso constituyente legítimo para la población?
La legitimidad la da el pueblo, la ciudadanía y dice clarito que el sistema político está podrido, que coincide con la votación del Rechazo. El problema es que la legitimidad tiene dos caras, uno, "no me gusta, esto es ilegítimo", pero por otro lado hay que afirmar lo que es legítimo y ese es nuestro problema como ciudadanos: sabemos lo que no nos gusta y estamos descontentos, pero no tenemos claro cómo diablos vamos a hacer lo que queremos.
Esa es la otra cara de la legitimidad, que hay que ir lentamente desarrollando y ese es un proceso lento. Tenemos primero que autoeducarnos como ciudadanos, tenemos que aprender a hacer asambleas. Nuestra arma política no es el partido, es la asamblea y no sabemos porque nos la eliminaron hace 200 años. No sabemos hacer asamblea ni llegar a acuerdos.
La asamblea ciudadana es en sí misma la ciencia dialéctica, cuando todos dialogan, cuando el pueblo dialoga y donde se llega a acuerdo y el acuerdo es un mandato. Y eso es lo que no sabemos hacer. Son 200 años donde los políticos han hecho con nosotros lo que han querido, no lo que nosotros hemos querido.
¿Qué salidas para dar término a los anclajes de la dictadura, como la Constitución, se abren en el momento que vivimos? ¿Cuáles son las alternativas que vislumbran?
Estamos de acuerdo en que el sistema neoliberal es un juego a favor de la empresa y la clase política ¿Pero en qué se expresa concretamente eso? No es tanto en la Constitución sino en el Código del Trabajo, el plan laboral, porque ahí la clave del sistema de dominación neoliberal es el trabajo precario.
Es el artículo 161 que dice "en las relaciones laborales prima las necesidades de la empresa", de acuerdo a eso te echan a ti y no tienes dónde agarrarte. Por tanto el trabajo precario domina absolutamente el interés de la empresa ahí se expresa y lograr en el caso que incluso la Convención Constitucional no cambió, el trabajo precario quedó intacto en esa Constitución. Yo traté de promover que los sindicatos se movieran para ellos cargar por su cuenta, fuera de la Convención, el Código del Trabajo, porque los procesos constituyentes no tocan el Código, porque es aparte.
Siempre los Códigos del Trabajo de Chile han sido Decretos con Fuerza de Ley, por eso la Convención no se metió con él y entonces ¿Quién va a cambiarlo? los trabajadores no se han movido. La sabiduría diabólica del modelo indica que la política patronal ha sido extremadamente inteligente para conducir a los sindicatos.
Ellos han logrado que en los trabajadores domine el trabajo precario y que vivan preocupados de que no los echen de las empresas y se concentran en la pelea por el bono o salario y por esa cuestión no se preocupan de la política. Todo el Código del Trabajo, y con mayor razón el plan laboral, están hechos para despolitizar el movimiento sindical. Ninguno participó en la Convención Constitucional y ahora están calladitos.
Hay que entender el funcionamiento de los grandes sindicatos. Hace tres meses fui a Chuquicamata, me invitaron a una tertulia. [El sindicato] Se formó en 1997, tiene más de mil millones de fondos (congelados) y era la primera vez que se reunían, qué sindicato es ése. Estuve con ellos dos días y en las conversaciones del comedor, nadie habló ni del presidente ni del proceso constituyente, de nada, solo del bono y los beneficios.
Los sindicatos fueron construidos para no pensar y por eso les pagan bonos gigantescos. Y por otro lado, a todos los de planta, tienen contratos cortitos de no más de diez o doce años, los tienen cortitos y para que no hagan bulla les pagan los bonos de $25 millones, los tienen ahí políticamente muertos y los sindicatos más grandes de Chile, los que tienen más plata, ni siquiera viven en Calama, la mayoría son de distintas partes del país y les pagan por ir a trabajar. Es extraordinariamente inteligente la forma en cómo mataron a los sindicatos. Entonces tenemos ahí otro muerto que resucitar, no solo nosotros sino que también los trabajadores.