Entre los barrios de Coronel, La Colonia es, sin lugar a dudas, uno de los más tradicionales y quizás menos conocido. Enclavada estratégicamente a modo de cuña entre Puchoco Schwager y Puchoco Rojas, los dos más importantes establecimientos mineros de su época, esta localidad fue desarrollando, tempranamente, una personalidad urbana propia, independiente y sin tutelaje de las empresas carboníferas ni del centro político administrativo ubicado en el casco antiguo de Coronel; ello explica su identidad y el poderoso sentido de pertenencia de su gente.
Cuando los vales y fichas amarraban a los mineros al comercio oficial, abusivo y arbitrario de las empresas, se desarrolló aquí un comercio alternativo, que ofrecía lo que negaba la empresa y a precios de competencia. Lo que no estaba en la pulpería estaba en La Colonia y más barato. Estas circunstancias permitieron desarrollar un activo comercio y ser cuna por tanto de destacadas familias de comerciantes, algunas de las cuales aún son parte importante de esta actividad en Coronel.
Pero no solo el comercio se acunó en este cerro. A principios del siglo XX, las condiciones laborales de los mineros eran inhumanas, y las jornadas de trabajo al interior de la mina podían extenderse a voluntad de la compañía. Es así como se empezó a gestar una respuesta social que en un principio fue tímida e inorgánica, pero que pronto adquirió fuerza y maduró.
Por su condición "neutral", La Colonia sirvió como base de operaciones y aquí nació y se consolidó el movimiento obrero y popular de Coronel, aquí se organizó la lucha por la conquista de la jornada de 8 horas y por el fin de los vales y fichas. En una de sus calles clavó su estandarte y su esperanza la FOCH, la legendaria Federación Obrera de Chile. Y aquí encontró la muerte Carlos Barrientos Bastidas, el joven líder minero, organizador del movimiento del año 1920, y que fuera asesinado a los 28 años, a un año de obtener para sus hermanos de clase el derecho al descanso y a una vida más digna. Lamentablemente, estos acontecimientos y la figura de Barrientos, padre del movimiento obrero de Coronel, son más desconocidos que el barrio mismo. Los restos de Carlos Barrientos descansan en un nicho del cementerio local, y su nombre es apenas recordado en una calle.
Años atrás el acopio de chips puso en riesgo la salud de los habitantes de la villa Los Aromos, aledaña a La Colonia y se dispuso su erradicación, cuando quién debió alejarse y guardar medidas precautorias era la empresa invasora. Ya en aquella ocasión, se denunció la conducta de empresas y autoridades como un precedente peligroso y atentatorio contra la ciudad y el patrimonio urbano. Sin duda esto puede repetirse. Ahora, a la amenaza que venía del norte, se añade la que viene del sur, de la ampliación de la termoeléctrica Boca Mina.
La Colonia patrimonio histórico comunal, debe permanecer allí donde está y donde siempre estuvo, y no puede ser barrida por la voracidad de un modelo económico que tiene como fin único la reproducción del capital, o desaparecer víctima de la displicencia de autoridades ajenas al sentir de la ciudadanía y más condescendientes con los intereses empresariales ajenos que con los propios de la comuna. La Colonia es parte determinante y primordial de Coronel, y es deber de su pueblo defenderla.
Foto : Cerro La Colonia, frente al acopio de carbón de la termoeléctrica Bocamina 1 y 2.