"Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces" dice nuestra muy sabia tradición popular. Y para los nacidos y criados en esta larga y angosta faja de tierra, como también hemos visto "muertos cargando adobes", toda alusión hacia una supuesta superioridad moral raya prontamente, en lo cómico. O en lo tragicómico.
Por J. Murieta
El antiguo dicho popular advierte desde tiempos inmemoriales que, a menudo, las personas tienden a presumir o enfatizar aspectos de sí mismas precisamente porque sienten alguna carencia o inseguridad en esas áreas.
Y así le ha ocurrido al gobierno de Gabriel Boric.
No han terminado de levantarse y otro escándalo -de carácter sexual- sacude al gobierno y sus aliados.
Su pretendido afán de superioridad moral, esa cadena autoimpuesta primeramente por Jackson en una célebre transmisión online -que a propósito, recuerda a las charlas motivacionales de Jaime Guzmán cuando declaraba que la derecha era superior en todos los ámbitos al resto de la sociedad, incluido el ámbito moral y que por ello estaba justificado el dominio de la dictadura- ancla sus bases y los sumerge en un abismo, al parecer, sin fondo.
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El mismo día que reaparece públicamente el subsecretario Monsalve, acusado de violación por una subalterna, se conoce otra denuncia por abuso sexual, esta vez contra la diputada del Frente Amplio por la Región de O'Higgins, Marcela Riquelme.
La Ministra Orellana, sumergida nuevamente en un pantano comunicacional, busca salir del charco ocasionado por Monsalve y el anterior mal actuar del gobierno, condenando los hechos. Pero a esta altura, parece que todo esfuerzo es caída.
Falta más de un año de gobierno y la contienda de noviembre de 2026, las próximas presidenciales, ya parece estar definida.
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Boric y sus secuaces parecen agónicos y desesperados frente a una clase política y empresarial que no los ha dejado gobernar. O bien tampoco han querido. O bien tampoco sus militantes se los han permitido. Lo cierto es que más allá de las declaraciones de principios, la porfiada realidad señala que ha sido un periodo desastroso. Y que el gobierno continua por inercia.
Ha sido un entramado de una brutal realidad política que ha estallado en su rostro y que les vuelve a confirmar: en La Moneda no está el poder.
El gobierno ecofeminista que iba a terminar con el neoliberalismo, sacrificó sus ideas, su credibilidad y cedió tempranamente al verdadero poder de las elites chilenas -las mismas que asustadas por el Estallido Social, permitieron la versión "moderada" de los cambios. Moderación que terminó, por cierto, primero en la claudicación.
Y posteriormente, en la decacle política y moral de la izquierda. Al menos de la noviembrista.