La Universidad San Sebastián “se regula sola”

Por Julián C. González* 

Gramsci ya anticipó que "La conquista del poder cultural es previa a la del poder político, y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados ‘orgánicos’ infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios", y adicionalmente «el problema de la educación es el problema de clase más importante. La historia de la educación demuestra que toda clase que ha querido tomar el poder se ha preparado para ello mediante una educación autónoma..."

 La derecha, desde un punto de vista gramsciano, ha sido capaz de consolidar y naturalizar todas sus acciones políticas bárbaras a través de los propios vacíos jurídicos en el sistema económico y político que defienden en las áreas de la educación y la cultura. Esto, al mismo tiempo se traduce en un resquebrajamiento del contrato social, ya que precisamente dicho sector es el primero en levantar la voz cuando se realizan manifestaciones para mejorar la calidad de vida a raíz de la desigualdad económica existente entre el 1% más rico del país en contraste con la mayoría.

El caso de Marcela Cubillos y su sueldo de 17 millones de pesos por impartir clases, e incluso que cuando viajaba a España estas clases fueran parchadas por Julio Isamit y José Francisco Lagos, es la representación tangible de las veces en que la sociedad chilena se ha movilizado bajo diferentes títulos. Respecto a cómo la élite política y económica verbaliza como bandera de lucha que todos los ciudadanos debemos tener una conducta moralmente correcta ante la ley y el orden, estar al día con nuestros pagos, y seguir "esforzándonos" porque más temprano que tarde nos llegará la ansiada recompensa bajo el título de "meritocracia". Sin embargo, casos como el de Hermosilla y la Universidad San Sebastián ratifican que todos estos postulados por parte de la derecha han sido una ilusión para la ciudadanía, en desmedro de ella y con el afán de acumular mayor capital.

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Por otro lado, al criticar o remecer la coyuntura a raíz de sus actos inmorales, Marcela Cubillos responde para lograr justificar su sueldo que "Es una institución privada que puede asignarle el valor que quiera a una persona adentro", como si toda empresa o institución privada, que al mismo tiempo se financia con recursos del Estado, estuviera ajena a cualquier tipo de crítica desde lo ético o de fiscalización respecto a la administración de los fondos públicos que recibe. Esto genera una contradicción, ya que Marcela desvía la atención de su sueldo argumentando que las izquierdas están atentando contra la libertad del sector privado para asignar sueldos. El problema que ella presenta es que la izquierda está anteponiendo su ideología sobre la educación, polarizando de manera calificativa entre "octubrismo" y "libertad", finalmente comparando y cuestionando si los sueldos de los ministros y el presidente de turno les parecen correctos a la ciudadanía. Es extraño que los sueldos, tanto de ella como de su equipo, cuando fue ministra, jamás lo cuestionó como lo ha hecho recientemente, considerando que como ministra de Educación cerró las puertas a los profesores y las instituciones, lo cual se refleja precisamente en la crisis de la educación pública que se arrastra hasta el día de hoy.

Dicho lo anterior, la universidad no puede ser utilizada como caja automática cuando dejas de ser gobierno, ni puede ser un espacio para hacer proselitismo o propaganda política. Cabe recordar que su libro "Leer antes de votar", financiado por la Universidad San Sebastián, fue entregado de manera gratuita en los stands del Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre. El financiamiento público no puede servir para ello; debe servir para educar, para una educación que responda a las necesidades de la sociedad del siglo XXI, que le permita al estudiante egresar con una formación acorde a los tiempos actuales y no que sea servil para la minoría, es decir, la elite económica.

No se puede seguir validando el lucro en desmedro de quienes se endeudan por tener un mejor porvenir para sus familias y su desarrollo personal. Lo que determina a una sociedad próspera, en donde sea posible cultivar un mayor bienestar, es allí donde la educación responda a las exigencias del mundo actual. El caso de Marcela Cubillos es precisamente un deterioro de la educación y de las instituciones que la rodean para el financiamiento de sus intereses particulares y la acumulación de capital. Estamos en el momento adecuado de volver a levantar las banderas del "No + lucro", que movilizó a estudiantes, familias y profesores en el 2011, para terminar con la tendencia de perfilar a la educación como negocio y centro de pensamiento hermético para los más ricos del país.

 

*Presidente Centro de Estudios Conciencia y Síntesis (CECS)

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