Ricardo Barrenechea Aguayo, constituye una figura relevante en la historia sindical de Concepción. Su trabajo por el fortalecimiento de las organizaciones de trabajadores/as y en la defensa de sus condiciones de vida, le condujeron a participar en la formación del actual Sindicato de ENAP en la ciudad, del Comando Regional de Trabajadores y en el trabajo de la Comisión Chilena de Derechos Humanos, durante la Dictadura.
Por Aniceto Hevia
Según señala la periodista María Eliana Vega, en 1971 comenzó a trabajar en ENAP y al año siguiente fue elegido delegado al congreso de la entonces Central Única de Trabajadores, CUT. Desde entonces colaboró como asesor del Comando Unido de Trabajadores del Petróleo hasta 1979, cuando fue elegido para formar parte de la primera directiva del recién fundado Sindicato de Trabajadores de Refinería Concepción. Luego, en 1981, fue electo presidente del Sindicato y así sucesivamente hasta 1993, cuando decidió no presentarse a las elecciones y propiciar la renovación. Su labor como dirigente lo condujo a que en 1987 fuera, además, presidente de la Federación Nacional de Trabajadores del Petróleo y Afines de Chile, Fenatrapech. En 2001, a petición de sus compañeros de trabajo, se incorporó nuevamente al quehacer sindical, permaneciendo en la directiva del Sindicato hasta 2007, un año antes de jubilarse.
Este miércoles 25 de mayo se cumplió un año de su fallecimiento. En la sede del Sindicato de ENAP en Concepción se realizó un encuentro en su memoria y en el cual, su hija Paulina y María Eliana Vega, pusieron a disposición de las y los asistentes un conjunto de fotografías, revistas, declaraciones, discursos escritos a máquina para ser leídos por él en fechas conmemorativas como el 1 de mayo, el Día del Petróleo u otras.
Ricardo Barrenechea Aguayo, también publicaba columnas en diario El Sur, cuando aún era una empresa regional, y no la sucursal de El Mercurio que actualmente es. Una de ellas, que data de agosto de 1984, se titula "Los Contratistas" y su actualidad es sorprendente, sobre todo en el contexto de la extensa huelga de trabajadores subcontratados de ENAP, quienes, junto con recibir la displicencia de la gerencia de esta empresa, dejándoles plantados en instancias de diálogo, han experimentado el cinismo neoliberal de las autoridades gubernamentales, como la delegada presidencial Daniela Dresdner, quien declaró que esta era una "negociación entre trabajadores y empresas" y que el gobierno se limita "a ayudar a que avance el diálogo". Ello, luego de no realizar acciones eficaces en corregir la actitud déspota de la gerencia de esta empresa del Estado y ordenar a la policía desalojarles del lugar donde protestaban.
Junto con ello, "Los Contratistas" también interpela al mundo sindical, principalmente al de quienes están contratados directamente por ENAP y se han mantenido silentes ante la huelga de sus compañeros subcontratados, que en su lienzo puesto delante de marchas y concentraciones, exclama: "No más trabajadores de segunda y tercera clase en la estatal ENAP".
En "Los Contratistas", Ricardo Barrenechea Aguayo afirma que quienes laboraban en empresas contratistas tienen mayores obstáculos para sindicalizarse y bregar por garantías laborales. La inestabilidad y la fragilidad de sus contratos, muchas veces por faenas, les deja susceptibles a sufrir el intento de los empresarios de abaratar costos de producción a costa de sus salarios y de sus condiciones de trabajo en general. Ante este escenario, que veía incrementándose, señala:
«aquí se nos presenta un fenómeno de proyección impredecible. Debemos preguntarnos qué está sucediendo en sus personas, qué sentimientos abrigan, qué piensan de sus gobernantes, qué preguntas sin respuestas se harán estos trabajadores».
El "Chea" observó el proceso de tercerización y privatización en diversas empresas del Estado. Las acciones orientadas a la defensa de tales entidades públicas fueron insuficientes, pues buena parte de lo que se logró proteger en Dictadura fue entregado por los gobiernos neoliberales posteriores. Desde su perspectiva sindical, Barrenechea Aguayo sigue interpelando:
«Creemos que es imprescindible una reacción tanto de las empresas contratantes, frecuentemente del Estado, como de las autoridades. No se puede permanecer irresponsable ante los problemas de los trabajadores, porque un contrato legal da las bases para un trato injusto. En las estimaciones de costos, que son antecedentes para adjudicar contratos, no se puede ser sólo economista, también se debe ser humanista y pensar en la remuneración digna de los trabajadores que ejecutarán la tarea en cuestión.
Detrás de todas estas consideraciones existe un imperativo ético y moral, no es posible permanecer indiferente ante lo que sucede a otros chilenos y no podemos ignorar la injusticia. En general, deberíamos ser, en nuestra medida, responsables de lo que sucede en nuestro entorno. Al lado de muchos trabajadores que tienen organizaciones que los defienden y que tienen diversas garantías, están los "contratistas", luchando por sobrevivir y muchos en malas condiciones».
Cuando nos enteramos que los subcontratistas de ENAP demandan que las condiciones laborales pactadas en 2017 sean actualizadas y mejoradas, y que en tal contexto han sido considerados sujetos amenazantes de la seguridad y el orden público por el actual gobierno que replica el hábito de criminalizar las expresiones de la clase trabajadora que no encuentra canales democráticos para resolver problemas políticos en la institucionalidad, las palabras de Ricardo Barrenechea Aguayo adquieren profunda actualidad y su lectura aporta en observar críticamente la mediocridad tecnócrata de las y los gobernantes, además de la mezquindad y miopía de un sindicalismo que, al no hacerse responsable de lo que ocurre en su entorno, se atrofia y debilita.