Cuando leí que se estaba planteando la idea de construir una estatua para Sebastián Piñera en La Moneda, no sabía si era en serio o una broma.
Por Alejandro Baeza
Semejante ocurrencia surge de las entrañas del que fuera su partido, Renovación Nacional (RN), desde donde anunciaron la presentación de un proyecto de ley, que ha coordinado el senador José García, presidente de la cámara alta. Según sus promotores, pretenden que la iniciativa ingrese con firmas de un espectro que vaya más allá de la derecha y la ultraderecha, sino que también aseguraron haber iniciado contactos con senadores del oficialismo. Asimismo, es evidente que todos los medios de comunicación de los grupos empresariales ya iniciaron una ingente campaña de propaganda para promover esta idea, un poco spamera a mi parecer.
¿Cuál es el problema con esto? Bueno, si bien Sebastián Piñera tuvo una extensa vida política marcada por escándalos y delitos económicos (los bullados casos: Bancard, Penta, Cascadas), lo más grave es que bajo su segundo gobierno se realizaron las mayores violaciones de derechos humanos desde la dictadura, con la represión policial y militar a las manifestación durante el Estallido Social.
Sebastián Piñera murió como imputado en diversos delitos, los más importantes, como violador de derechos humanos. Es más, es el único ex jefe de Estado que ha enfrentado a la justicia en esta materia junto a Pinochet.
Tras el accidente que causó su muerte hace casi un año, estos mismos medios que ahora promueven la idea de su estatua, abordaron la noticia de una manera bastante vergonzosa, causando muchísimo cringe, como se dice ahora. Parecía que estábamos hablando de un prohombre, un genio, un renacentista… ¿un santo?
Esta ridiculez tuvo choque brutal con la realidad el 11 de febrero, momentos previos a celebrarse la final de la Super Copa 2024 del fútbol chileno en el Estadio Nacional, entre Colo Colo y el chorero Huachipato, marcado por el retorno de Vidal al club albo, cuando decenas de miles de personas interrumpieron el minuto de silencio solicitado por la muerte del expresidente con el cántico «Piñera CTM, asesino igual que Pinochet», momento exacto en que los medios cortaron su campaña de beatificación.
Sebastián Piñera Echeñique es el responsable de masivas, sistemáticas y brutales violaciones a los derechos humanos consignadas por diversos organismos nacionales e internacionales, como Naciones Unidas, Amnistía Internacional y hasta incluso el tan cuestionable Human Right Watch. El violador más grande desde Pinochet en este aspecto, que dejó como consecuencia muertes, mutilaciones, agresiones sexuales, miles de personas heridas y cientos con trauma ocular.
¿Murió sin enfrentar la justicia? Sí, lamentablemente.
¿Murió inocente? Para nada, sólo se fue antes, pero murió como imputado, por mucho que nos quieran lavar su imagen a la fuerza en todos los medios y sus seguidores en la institucionalidad.
Como escribió en su cuenta de Twitter/X el abogado Fernando Leal: «Los imputados por violar derechos humanos no merecen estatua alguna».
Ahorrémonos la vergüenza.