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Señor
Gabriel Boric Font
Presidente de la República
Presente

Estimado Señor presidente,

Somos organizaciones y personas principalmente de la región de La Araucanía, que nos movilizamos por la protección de la Naturaleza y nuestros derechos ambientales. Vemos con dolor cómo los incendios forestales devoran nuestros territorios y que las medidas adoptadas por el Gobierno como el toque de queda y restricción a la compra de combustibles, no abordan las reales causas de fondo de esta tragedia: la invasión de las plantaciones forestales.

Las plantaciones forestales aumentaron diez veces entre 1975 y 2007, y ahora ocupan casi la mitad (43%) del paisaje del centro-sur de Chile. Mientras tanto, los bosques nativos han disminuido. Por ejemplo, en la cordillera de Nahuelbuta, entre las regiones de Biobío y la Araucanía, en los 25 años transcurridos entre 1986 y 2011, un tercio de los bosques nativos fueron sustituidos por monocultivos con fines madereros. Esto ha traído graves consecuencias ambientales dado que las plantaciones forestales son muy distintas al bosque nativo en muchos aspectos, los que provocan que los bosques conserven el agua y en cambio las plantaciones la consuman.

Algunas de las diferencias del bosque nativo con las plantaciones forestales son:

El bosque nativo es diverso, tanto en especies como en edad de especímenes, habiendo árboles de hoja caduca y perenne lo que alimenta el suelo en distintas épocas del año y de manera balanceada con las poblaciones de micro y macro organismos que descomponen la materia orgánica que luego se incorpora en el suelo. Al ser los especímenes de distintas edades, no todos consumen grandes cantidades de nutrientes y agua, los árboles de avanzada edad incluso casi ya no consumen agua y nutrientes. La diversidad etaria de árboles en el bosque nativo genera la existencia de claros por la caída de árboles muertos, lo que reduce aún más el consumo en esas superficies.

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En cambio, las plantaciones forestales están compuestas de una sola especie que además está representada solo por especímenes en pleno crecimiento, lo que hace que el consumo de agua y nutrientes sea máximo en todo momento. Como se trata de árboles que provienen de ambientes muy distintos y mucho más duros que los ambientes del centro sur de Chile (Norteamérica para los pinos, Australia para los eucaliptos), éstas especies crecen mucho más rápido en nuestro territorio, lo que hace su consumo de agua y nutrientes aún mayor. Estos árboles están plantados a altas densidades, sin dejar ningún espacio descubierto lo que genera mayor presión sobre el agua y los nutrientes del suelo. Las hojas de los pinos y eucaliptos son además mucho más duras que las de los árboles nativos de Chile, por lo que se descomponen más lento y se acumulan en el suelo, aumentando la biomasa seca disponible como combustible para los incendios.

De hecho, estudios indican que existe una clara relación entre el aumento de frecuencia de ocurrencia de incendios, y la presencia de plantaciones forestales, siendo este uso de suelo el que más promueve la ocurrencia de incendios por la acumulación de biomasa seca que se transforma en combustible para el fuego.

Otros estudios concluyen que las plantaciones forestales han generado una fractura hidro-metabólica en los territorios donde se insertan, generando una pérdida de acceso y control de los recursos hídricos en las comunidades que habitan dichos territorios, una separación y alienación de personas, grupos y comunidades con respecto al control y acceso a sus recursos hídricos, debiendo asumir drásticos cambios en sus metabolismos sociales cotidianos, como la racionalización del agua, cortes de agua que impiden el funcionamiento de establecimientos educacionales y de salud, etc. Estas mismas localidades, rodeadas de plantaciones forestales, han sufrido catastróficos incendios como los del año 2017 en Santa Olga, que arrasaron por completo ese poblado.

Las promesas de empleo y mejorías económicas de la industria forestal han resultado estar vacías y nunca cumplirse. Al contrario, las plantaciones forestales han aumentado la pobreza y la desigualdad en las localidades donde se han instalado. Esto ha sido investigado y la conclusión es que en las comunas que han experimentado un aumento en las plantaciones forestales, la pobreza y la desigualdad salarial han aumentado tanto en la población indígena como en la no indígena.

Los impactos de las plantaciones en la biodiversidad no son menos importantes ni severos. Estudios han encontrado una pérdida significativa de carbono en el suelo, y una gran reducción de la diversidad taxonómica y funcional de invertebrados en suelos de plantaciones de pino. Estas son consecuencias profundas para los ecosistemas y su capacidad de responder con resiliencia a futuros cambios en el clima.Por todos estos antecedentes, exigimos una moratoria a las plantaciones forestales, para que se reduzca progresivamente la superficie destinada a los monocultivos de árboles y no se vuelvan a plantar pinos y eucaliptos en los suelos quemados. Las superficies quemadas en La Araucanía, donde antes se encontraban plantaciones forestales, deben ser restauradas con bosque nativo, para restablecer el balance hídrico de los territorios y ecosistemas de la región. Suficientes miles de millones de pesos han ganado ya las empresas forestales con subsidios del Estado, no podemos seguir sacrificando nuestros territorios, la naturaleza, y nuestras vidas, para seguir llenando las cuentas bancarias de los hombres más ricos de Chile.

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