Murió Hernán Aguiló: Líder de la lucha de resistencia contra la dictadura

[Resumen.cl] A los 78 años de edad dejó de existir el luchador revolucionario y ex dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) Hernán Aguiló Martínez. El deceso se produjo la noche de este viernes, en Santiago, en un recinto hospitalario donde se encontraba internado a consecuencia de una larga enfermedad cancerígena. Le sobreviven una hija, de su primer matrimonio, y dos hijos de su actual pareja.

Hernán Aguiló, "Nancho", como era conocido por sus compañeros de militancia, fue un destacado militante del MIR que cobró mayor relevancia y notoriedad durante la dictadura militar, en la época en que le correspondió hacerse cargo de la conducción del movimiento en la clandestinidad, y liderar la lucha de resistencia contra el régimen opresor. Aguiló fue el jefe del MIR en la clandestinidad desde 1976 hasta 1986, período en que también ejerció como subsecretario general del MIR.

Originario de la comuna de 'uñoa, en la capital, comenzó a militar tempranamente en grupos de apoyo a la candidatura presidencial de Salvador Allende, específicamente en un "Comité Juvenil Allendista" creado en su comuna en torno a la campaña presidencial de 1964. Luego de la derrota en aquella elección, el núcleo juvenil en que participaba derivó hacia posturas más radicales.

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No fue de extrañar que a fines de 1967, siendo ya estudiante de Ingeniería en la Universidad Técnica del Estado (UTE), comenzara a militar en las primeras organizaciones estudiantiles del MIR en Santiago. Hacia 1970, luego del triunfo de Allende en la elección presidencial de ese año, Nancho se convierte en dirigente del Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER) de la comuna de Estación Central, locación de la UTE.

Por ese entonces, la militancia la ejercía a tiempo completo participando en diversas actividades y acciones que el MIR emprendía impulsando las luchas y movilizaciones populares, entre éstas, tomas de fundos en la zona poniente de la provincia capitalina y tomas de terreno por pobladores sin casas en la zona urbana santiaguina. Al mismo tiempo, se había casado con una compañera militante y de esa unión les nació una hija en agosto de 1971. Aguiló ya se había recibido de ingeniero y trabajaba como empleado en la ENAFRI, encargado de la mantención industrial en frigoríficos.

Simultáneamente, continuaba su labor militante. Para 1972 era parte de la jefatura del Grupo Político Militar Estación Central del MIR en Santiago (GPM-9) y fue parte de los fundadores del Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR) de ENAFRI y de la comuna. A fines de 1972 es elegido dirigente provincial de la Central Única de Trabajadores (CUT) en Santiago, y al mismo tiempo integraba la Comisión Nacional de Masas y era miembro del Secretariado Regional Santiago del MIR.

Luego de octubre de 1972, y como dirigente de la CUT tuvo activa participación en el impulso y formación de los Comandos Comunales de Trabajadores, a partir de los cordones industriales de la capital, lo que le permitió tener un amplio conocimiento del desarrollo del poder popular en esos sectores, así como de la capacidad de respuesta real del campo popular a las ofensivas reaccionarias de la burguesía y de las fuerzas que impulsaban el golpe de Estado contra Allende y el gobierno popular.

A comienzos de 1973 Aguiló era miembro del Comité Central del MIR. En esa condición le encontró el golpe militar y de inmediato debió sumergirse en la clandestinidad, tanto para sobrevivir a la represión como para mantenerse activo en las tareas y obligaciones que suponía la resistencia a la dictadura y el necesario repliegue a que se vieron forzadas las organizaciones populares y fuerzas políticas de izquierda. En ese momento, su matrimonio había terminado y la hija de ambos debió quedar refugiada en casa de amigos y familiares.

El golpe militar trajo consigo la cruenta represión al campo popular que causó los estragos ya conocidos por la historia nacional. Al MIR, en particular, la represión le propinó duros golpes tanto en la militancia como a nivel de dirigentes nacionales, regionales y locales. A fines de 1973 cayó el dirigente mirista Bautista van Schouwen, a comienzos de 1974 son apresados una decena de dirigentes en Santiago, en octubre de 1974 cae combatiendo a la dictadura el líder máximo del MIR, el secretario general Miguel Enríquez.

La pérdida de importantes dirigentes se tradujo en la promoción de otros militantes y cuadros a labores dirigenciales, Hernán Aguiló entre ellos, quien es designado en la Comisión Política, el equipo de trabajo de mayor responsabilidad en la organización mirista. Por su parte, tras la muerte de Miguel Enríquez, la secretaría general fue asumida por Andrés Pascal Allende.

Sin embargo, los embates represivos no cejaron y la cacería sobre militantes continuó de modo invariable. Para entonces, Aguiló, que ya había sido perfilado por la represión como importante dirigente dentro del MIR, había eludido con suerte intentos de captura que le habían amagado su continuidad; no obstante, en marzo de 1975, con la finalidad de forzarlo a entregarse, la DINA secuestra a la pequeña hija de Aguiló, de 3 años de edad, que se encontraba refugiada en casa de familiares en San Vicente de Tagua Tagua. Hernán Aguiló no se entregó y, luego de meses, la niña fue liberada debido a la presión ejercida por la solidaridad internacional; a comienzos de 1976, la hija salió del país acompañada de familiares.

En octubre de 1975, gran parte del equipo de dirección del MIR es desarticulado producto de un golpe represivo sobre una parcela donde se encontraban refugiados, en la localidad de Malloco. En el episodio muere un dirigente resistiendo el ataque, otro resulta detenido y otros, incluido Pascal y su segundo al mando, logran evadir la cacería escapando a campo traviesa y, más tarde, refugiándose en una embajada; estos últimos, al poco tiempo logran salir del país.

Es así que Hernán Aguiló se convirtió en el único miembro de la Comisión Política que permanecía activo en Chile. En esa condición asume la conducción del MIR en el país, centrando sus esfuerzos en la reorganización partidaria y en el impulso de la lucha de resistencia. Desde ese momento también, Aguiló se convirtió en el principal objetivo de las fuerzas represivas dictatoriales.

Hacer todo sobre bases seguras, caminar de lo simple a lo complejo, de lo pequeño a lo grande, de lo poco hacer mucho, hacer poco en muchas partes, eran las premisas del trabajo clandestino que impulsaba Aguiló en esos momentos aciagos, los más oscuros de la larga lucha contra el régimen tirano. Al poco tiempo, el lento y silencioso trabajo clandestino comenzó a dar frutos.

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Pequeñas acciones de masas en diversos lugares empezaron a evidenciarse como nuevas formas de lucha. Pequeñas acciones de propaganda se multiplicaban en variados escenarios. El periódico del MIR, El Rebelde en la clandestinidad, volvió a tener una presencia regular (mensual) y circulación clandestina cada vez más creciente.

Aún así, la preocupación principal de Aguiló era proteger las fuerzas propias, fortalecer las normas de seguridad, actualizar los métodos de trabajo clandestino, construir sobre nuevas bases. En ese marco también el MIR da impulso a la Operación Retorno, que se proponía reinsertar en Chile a los militantes que -por razones diversas- habían sido expulsados al exilio. Esa operación incluía el retorno de dirigentes, incluido Pascal Allende, que en 1979 se sumó por algún tiempo al trabajo en clandestinidad.

Para fines de 1979 las pequeñas acciones de propaganda armada dieron paso al actuar de grupos operativos armados que desarrollaban acciones en las principales ciudades. En todas las primeras acciones, Aguiló participó activamente, así como en las más importantes y de mayor envergadura en espacios urbanos. Desde la colocación de artefactos de ruido, pasando por la captura de un camión de productos lácteos y alimenticios para repartirlo en la Población Nueva La Habana, a la participación en acciones operativas como los triples asaltos bancarios para obtener recursos para la resistencia, entre otras.

Aunque fuese con nombre político (o nombre de trabajo clandestino), y con la obligatoria capucha para preservar identidades, Aguiló siempre se ponía a la cabeza, supervisaba, controlaba, dirigía la preparación y la realización de las acciones; en esa práctica concreta se cimentó su prestigio e importancia de dirigente clandestino y se cimienta el respeto que la militancia le manifestó siempre. Fue un dirigente pragmático y un conspirador meticuloso que nunca fue capturado por las fuerzas represivas de la dictadura.

La presencia de Hernán Aguiló como principal dirigente del MIR en la clandestinidad se prolongó hasta el momento en que las divisiones internas de la organización revolucionaria imposibilitaron la continuidad del proyecto de lucha de resistencia antidictatorial, en lo inmediato, y la continuidad del proyecto revolucionario, en el largo plazo.

No obstante, Aguiló se mantuvo activo hasta el término de la dictadura en una orgánica menor surgida de la división (MIR Comisión Militar) y funcionando sobre bases autónomas. En lo práctico, se instaló a vivir y funcionar clandestino en una localidad de la provincia de Concepción. Así mismo, debió mantenerse clandestino hasta que las condiciones represivas cambiaron y la estabilidad post dictadura le posibilitaron recuperar su identidad y vivir normalmente. Luego de ello se reinsertó con su familia en Santiago.

Fiel a su costumbre de mantener un bajo perfil, se dedicó a hacer aportes teóricos e intervenciones de opinión sin participar en ninguna organización política o social. Sin embargo, el haber sobrevivido a la dictadura sin ser asesinado o capturado le significó ser objeto de hostilidades y maniobras indecentes presumiblemente orquestadas por parte de los llamados organismos de inteligencia del estado, destinadas a menoscabar su prestigio y enlodar la imagen de la organización revolucionaria que lideró.

Los funerales del dirigente revolucionario se efectuarán la tarde de este domingo en el Cementerio General de Santiago.

 

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