El acuerdo de diversos sectores para establecer dos tercios del actual Congreso para cualquier reforma a la nueva Constitución, está siendo tratado de cambiar en una nueva cocina política. Pese a que fue el quórum que impuso el actual régimen para aprobar artículos y es el vigente para mayoría de reformas constitucionales a la actual carta magna de Pinochet, la clase política tradicional está haciendo un gran empeño para rebajarlo así tener mayor facilidad para cambiar lo acordado en el debate constituyente en un gesto totalmente antidemocrático que de alguna forma crea una especie de «Convención Mixta», idea que fue desechada por el pueblo en el plebiscito de entrada.
Por Alejandro Baeza
La clase política chilena da muestras constantes de su dificultad para aprender de sus equivocaciones y, sobre todo, para comprender al pueblo chileno.
A pesar de las reiteradas manifestaciones que ha dado la población en rechazo a los acuerdos a sus espaldas en lo que ha sido denominado como «cocina política», es precisamente eso lo que están haciendo los partidos de la derecha y la ex Concertación para saltarse el debate democrático e imponer sus visiones a la nueva Constitución una vez ésta sea aprobada.
Primero, intentan hacer que el actual Congreso no sólo tenga que crear el marco regulatorio y legal para la entrada en vigencia y aplicación de la nueva carta magna, sino que también pueda realizar reformas a ésta.
Esta cocina surge tras las presiones realizadas en la Comisión de Normas Transitorias, instancia que está trabajando el articulado necesario para la implementación de la nueva Constitución, para poder influir en cómo ésta será llevada a cabo y así poder tener la capacidad para reducir la posibilidad de realizar transformaciones. Para asegurar se respete la deliberación democrática en la Convención, las y los integrantes de esta comisión establecieron un quórum de dos tercios de la institucionalidad en retirada para realizar reformas constitucionales hasta 2026, donde entrará en rigor el nuevo Congreso y la Cámara de las Regiones con las atribuciones legítimas para hacer modificaciones.
Es decir, quieren utilizar instituciones de la Constitución de Pinochet -el poder constituido- para imponerse por sobre el poder constituyente. He ahí el carácter antidemocrático de esta intentona, no porque el actual Congreso no tenga legitimidad, sino porque, por una parte, corresponde precisamente a la institucionalidad que quiere ser cambiada de raíz como expresaron las calles en el Estallido Social, y por otro lado, impone de manera fáctica una «Convención Mixta» entre constituyentes y legisladores en ejercicio para construir la nueva Constitución, una alternativa que fue aplastantemente derrotada por el 80% que votó en contra de esta opción el plebiscito de entrada el 25 de octubre de 2020.
Si esta nueva cocina logra cumplir su objetivo, será por las y los convencionales de la ex Concertación que alinearán con la derecha para imponerse en la lógica de los 30 años por sobre el debate constituyente y por sobre el pueblo de Chile que ya ha manifestado de forma contundente el derrotero que espera en este proceso, así como de los convencionales de los sectores que dicen representar sectores transformadores en mantener su posición.