“Nostalgia de la luz”: 10 años de un recurrente viaje hacia el pasado

El futuro está en el presente y el pasado en todas partes, aunque en rigor el presente no exista. Cuando nos toman una foto, miras un partido de fútbol en vivo o en el instante en que lees estas palabras, una diferencia de milésimas de segundos nos distancia de lo que creemos está pasando ahora y que sin embargo ya ocurrió, es pasado; pero no menos importante de lo que la memoria pueda almacenar en los registros de la historia, absorbida por la concepción tradicional que nos dice que el tiempo siempre es hacia delante.

Elías Miranda / resumen.cl

No son pocos quienes han desafiado el tiempo, como el filósofo Walter Benjamin que induce a repensar la linealidad de éste en su conocida Tesis de la filosofía de la historia, o en Dark, la extraordinaria serie alemana que rompe con las dimensiones temporales. El caso es que hace 10 años se estrenó Nostalgia de la luz, dirigida por el destacado documentalista chileno Patricio Guzmán, una obra que contrapone el cosmos con el desierto y la luz del universo con la oscuridad de nuestro irremediable recuento hacia el pasado.

La trayectoria de Guzmán no cabe en éstos párrafos. Detenido durante el golpe de Estado en 1973 y exiliado posteriormente, desarrolló su carrera como cineasta luego de estar disconforme como publicista. Comenzó con diversos cortometrajes, pero sin duda, lo que lo llevó al reconocimiento fue la trilogía documental: La batalla de Chile (1975-1979), ganadora de múltiples premios internacionales. Reconocido como uno de los maestros del cine/documental político, en 2019 recibió el Ojo de Oro por su documental La cordillera de los sueños en el Festival de Cannes. Tanto Nostalgia de la luz, El botón de nácar y la mencionada anteriormente, integran una trilogía de películas que recorren la geografía de Chile y su implicancia con los crímenes de Estado.

Nostalgia de la luz

Rodaje de Nostalgia de luz en el desierto de Atacama con un Patricio Guzmán a la derecha del asistente de sonido, sosteniendo una cámara. Imagen extraída de www.patricioguzman.com

No es coincidencia que nuestros indígenas graficaran en piedras o telas la inmensidad del cosmos, sobre todo los que habitaron el desierto, tampoco es coincidencia que Chile sea una de las principales capitales de la astronomía. Patricio Guzmán lo sabe bien y en una maniobra inteligente, une dos mundos que se tocan: por una parte, el asentamiento astronómico en el desierto de Atacama que ha beneficiado el avance de la ciencia en nuestro país, tributando a que nuestros astrofísicos cumplan una labor que hace 20 años era impensada; mientras que por otra, la desgarradora búsqueda a los desaparecidos por la dictadura de Pinochet que un grupo de mujeres realiza en la imponencia del desierto más seco del mundo.

Resulta incómodo denominar este largometraje como poético, pero es indesmentible la magia que irradia en cada plano y en la transición de sus imágenes, incorporando la narración del propio Guzmán. Por lo demás, es inevitable comparar las estrellas del espacio con los desaparecidos: ambos iluminan desde mucho antes que el ayer y de alguna manera nos empujan hacia el futuro.

Los colores de nuestra galaxia, la fugacidad del presente y una memoria que lucha contra sí misma para no desvanecerse podrían resumir esta película, pero bien sabemos que el infinito y la memoria están blindados por la esperanza de encontrar respuestas, aunque las preguntas para el universo sean frecuentes y para los desaparecidos un desierto de incertidumbre. A una década de su estreno, Nostalgia de la luz, un recurrente viaje hacia el pasado.

"Cuando habla el presente con lo que sabe el pasado a la noche siguiente sirve haberlos escuchado, yo espero del futuro lo que bien quiera darme, si le ha pasado a uno a dos puede pasarle".

-Nosecuenta

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