Nueva Constitución con el pueblo o nada

La Convención Constitucional se instaló finalmente en una jornada histórica para el pueblo chileno. Previo a la ceremonia oficial se registraron ceremonias de los pueblos originarios en diversos lugares de Santiago, al tiempo que sectores populares realizaban movilizaciones y marchas que tuvieron como punto de partida la emblemática Plaza Dignidad y como punto de destino el palacio del ex Congreso Nacional en el centro de la ciudad. Precedidos por un lienzo con la leyenda: "Nueva Constitución con el Pueblo o nada", una de estas manifestaciones inició su marcha hacia el recinto de instalación de la Convención, graficando con ello que esta entidad constituyente tiene su origen en las manifestaciones populares del Estallido Social iniciado en octubre de 2019 y su razón de ser en el pueblo movilizado.

Como era de suponer, el Gobierno había dispuesto un amplio despliegue de fuerzas represivas que pronto desataron sus ataques sobre los sectores que hacían su aparición en las proximidades del recinto. La ofensiva policiaca no escatimó en métodos de represión, causando numerosos heridos y otra numerosa cantidad de detenidos; tampoco hizo distinción e incluso atacó a propios convencionales que habían salido desde el recinto a tratar de calmar los ánimos. La continuidad de la jornada estuvo puesta en cuestión pues, la secretaria relatora del Tricel encargada de conducir el acto, Carmen Gloria Valladares, apenas iniciada debió suspender la actividad para permitir que algunos convencionales pudieran salir al exterior del recinto para ver la situación de familiares suyos que estaban siendo víctimas del desenfrenado actuar de las unidades policiales. La jornada estuvo suspendida por más de dos horas.

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Finalmente, la ceremonia pudo realizarse y la anfitriona pudo realizar las formalidades de rigor, tomando juramento y la investidura legal a los 155 delegadas y delegados. La elección de la presidencia de la Convención fue el primer evento trascendente. La persona elegida debía serlo por una mayoría absoluta (78 votos mínimo) de los y las convencionales. La novedad de procedimiento consistió en una votación formal pero abierta, en que cada votante debía escribir su preferencia en una papeleta con su nombre que era leída en el recuento. Se sabía quién votaba por quien, lo que en sí constituía un paso adelante contra el secretismo y oscurantismo con que acostumbra actuar la clase política tradicional.

Tras dos rondas de elecciones abiertas, con 96 preferencias, resultó electa Elisa Loncon, la mujer de origen mapuche que se había erigido como una opción durante las semanas previas. En sus palabras de asunción del cargo, la presidenta de la Convención realizó un discurso inclusivo en donde entre otras cosas señaló: «esta Convención transformará a Chile en un Chile plurinacional, en un Chile intercultural, en un Chile que no atente contra los derechos de las mujeres, en un Chile que cuide la madre tierra, en un Chile que también limpie las aguas contra toda demolición".

Convocó a refundar Chile, a "establecer una nueva relación entre el pueblo mapuche, las naciones originarias y todas las naciones que conforman este país. Es la primera muestra de que esta Convención va a ser participativa". De igual modo, mostró la disposición a actuar de cara al pueblo en el proceso de elaboración constituyente; al respecto afirmó: "tenemos que ampliar la democracia, tenemos que ampliar la participación, tenemos que convocar hasta el último rincón de Chile vea este proceso".

No menor resulta ser la atención especial que brindó a los niños: «Un saludo a los niños que nos están escuchando. Se funda un nuevo Chile, plural, plurilingüe, con todas las culturas, con todos los pueblos, con las mujeres, con los territorios. Es nuestro sueño para escribir una Nueva Constitución».

La elección como presidenta de Loncon representa en su persona dos reivindicaciones propias de las luchas del pueblo en las calles: la paridad de género y la representación de los pueblos originarios. Cuestiones ambas que no estaban ni siquiera en las remotas intenciones de la clase política institucionalizada cuando diseñó el llamado Acuerdo por la Paz destinado, en primera instancia, a cooptar el contenido y los objetivos del Estallido Social que centraba sus demandas en la exigencia de Asamblea Constituyente y nueva Constitución.

La elección de la vicepresidencia tuvo iguales características técnicas pero mayor dificultad. Sólo después de tres vueltas se arribó al resultado definitorio que designó a Jaime Bassa en el cargo de vicepresidente de la Convención.

El día de hoy, la directiva elegida terminará por hacerse cargo de las cuestiones técnicas y formales propias de la función y luego dar inicio a la primera reunión de trabajo de los y las convencionales en donde, probablemente, según la opinión de los sectores mayoritarios, se ampliará la mesa a unas cinco o siete personas para tener una entidad dirigente más representativa.

Lo relevante de toda la jornada, más allá de los simbolismos propios de una actividad que se realiza por primera vez en nuestra historia nacional, es que tanto la directiva ya elegida de la Convención como las expresiones de la mayoría de los representantes muestran una clara convicción de actuar de cara a la ciudadanía, sin secretismos, y dando cabida a la más amplia participación ciudadana.

Por lo mismo es que la presidenta y el vicepresidente tuvieron presente en sus intervenciones y palabras de cierre la exigencia de libertad a los presos políticos de la revuelta y, como primera tarea de la Convención, convocaron a elaborar una declaración para representar dicha exigencia ante el Gobierno y el Congreso.

La Convención, en su jornada inaugural, da muestras de apuntar a convertirse en una instancia de expresión popular y ciudadana.

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